ENTRETENIMIENTO

Cantar y vivir, pasiones enloquecidas que se convirtieron en nostalgia

por Avatar

Un micrófono de pie en el centro, un par de sillas y mesas a cada lado del escenario. Una figura femenina encorvada y delirante se pasea de un lado a otro de la sala.

La acompañan los fantasmas y las visiones de un pasado brillante, feliz. Las miles de posibilidades de comerse al mundo que se atrevió a vivir, a luchar, a cantar cuando era una jovencita irreverente. Pero también la constante tortura de no poder mirar de nuevo aquellos suelos, los de La Habana, repletos de figuras e historias en las que el alma de Lupe Victoria Yolí Raymond, interpretada por Samantha Castillo en el montaje Me llaman La Lupe, podía perderse ante tanta ensoñación.

Una latina en Nueva York, un espécimen que nunca encajó totalmente, que cambió los amaneceres en su malecón por una pared y edificios hasta donde la vista puede alcanzar. Condenada a los recuerdos de las noches infinitas, de los atardeceres que le trasladan a su país natal; así se ve la Lupe en la obra que se presentará en el Trasnocho Cultural desde el 6 de abril hasta el 6 de mayo.

Miguel Issa, director del montaje con texto de Roberto Pérez León, confiesa que desde joven sintió fascinación por la cantante cubana, conocida como The Queen of the Latin Soul. “El texto está lleno de poesía y momentos que nos tocan mucho: habla del exilio, de recuerdos, de desencuentros, ella se pregunta muchas cosas”, dice Issa.

Para armar un rol fuerte, con diferentes aristas, Issa estudió los matices de la Lupe: “Ella tenía una gestualidad muy particular en la manera de cantar. Hicimos un estudio de ese aspecto, la decodificamos y la transmitimos a este personaje. Un ser que se entrega y busca el canto, aunque no canta, pero lo hace desde la palabra y el cuerpo. Es ella moviéndose con esos códigos”.

La historia de Samantha Castillo con Me llaman La Lupe no es reciente. Roberto Pérez León fue profesor de la actriz en la Escuela Superior de Artes Escénicas Juana Sujo y hace casi dos décadas tuvo la oportunidad de estar en la piel de la cubana con este texto.

A pesar de sus acercamientos, considera que es un desafío interpretar a la cantante: “Es sumamente difícil, un reto absoluto. Desde todo punto de vista, físico y emocional; intento no traicionarme, ni que un aspecto se imponga a otro. Cada ensayo me reta así yo haya trabajado mucho viendo material, investigando, entendiendo el gesto, comprendiendo el alma y las vivencias, estableciendo vínculos con mi propia vida, explorando en ese cuerpo y su expresividad”.

Una artista torturada que encontró a los demonios y a Dios dentro de ella durante el exilio. Castillo considera que el público venezolano tiene muchos puntos con los cuales se puede conectar con la pieza: “Si alguien no tiene idea de quién es la Lupe, yo le digo que es una mujer que amó con todo lo que tuvo, que luchó por todo lo que quiso y que se atrevió a soñar viviendo en un pueblito miserable. Que logró todo y con la misma pasión que lo obtuvo, lo perdió.  Y que poco a poco fue encontrando su paz y una nueva forma de hacer lo que amaba. Eso a mí me conmueve. Creo que habla de mí como artista y de cualquiera que haya soñado, que se haya arriesgado, que haya perdido algo”.

Una Lupe que no puede hablar ni sentir en inglés porque su identidad no se lo permite. Viviendo un eterno domingo y lamentando que a pesar de todos sus discos de oro no pueda ver a Cuba, salvo en fotografías. “En este momento en el país, siento que este texto dice cosas que yo quisiera decir, que habla desde un lugar desde el que yo quisiera hablar. Quizá desde el dolor, la nostalgia. Desde el que se va y no puede regresar, o donde se te mezclan los recuerdos y no sabes si te fuiste o te fueron, pero decides creer que te fueron y le echas la culpa al otro”, expresa Castillo.

“Desde el punto de vista social o existencial, para nosotros los venezolanos, considero que la obra dice mucho. Me interesa como individuo y como venezolana. Además, pienso que la excusa para decirlo es una gran artista que vale la pena seguir escuchando y que vale la pena que siga sonando”, finaliza Castillo.

Una llamada del extranjero

Samantha Castillo se formó para la actuación teatral. Estudió en la Escuela Superior de Artes Escénicas Juana Sujo, luego en la Compañía Nacional de Teatro y en el Grupo Actoral 80. Ha incursionado en el cine, destacando en papeles como el de Martha en Pelo malo de Mariana Rondón; en Le Badanti fue Lola y estuvo dirigida por Marco Pollini; en El Malquerido del venezolano Diego Rísquez, la historia del cantante Felipe Pirela, interpretó a la Lupe y luego formó parte del elenco de El Amparo. Pronto la intérprete iniciará un proyecto cinematográfico en el extranjero.

Me llaman La Lupe

Espacio Plural

Trasnocho Cultural

Del 6 de abril al 6 de mayo

Horarios: viernes, 7:30 pm; sábado y domingo, 7:00 pm

Entradas: 112.000 bolívares