El Pabellón de Brasil ganó el León de Oro de la XVIII Bienal de Arquitectura de Venecia por su proyecto Terra en el que reivindica los valores ancestrales en el urbanismo del futuro, según anunciaron hoy los organizadores del certamen.
El premio León de Oro a la Mejor Participación Nacional a Brasil fue justificado por «su muestra de investigación y una intervención arquitectónica que centran las filosofías y los imaginarios de las comunidades indígenas y negras en búsqueda de formas de reparación».
Los comisarios del proyecto brasileño, Gabriela de Matos y Paulo Tavares, recogieron el galardón de manos del ministro de Cultura italiano, Gennaro Sangiuliano, y agradecieron las enseñanzas de las comunidades autóctonas para su obra.
«El Pabellón llega en un momento muy especial en la historia de Brasil, imagino que ustedes han seguido lo que ha ocurrido en el país. Nos encontramos en un momento de reconstrucción, reparación y restauración y el Pabellón habla de eso», proclamó Tavares.
Su proyecto, explicó, «trata de reconocer otras formas de conocimiento y de arquitectura que serán claves en la lucha a la crisis climática porque pueden enseñarnos otra forma de relacionarnos con la Tierra».
A su lado, De Matos agradeció en portugués a los indígenas que han contribuido a la creación de la propuesta brasileña.
Brasil es uno de los tres únicos países latinoamericanos que posee un pabellón fijo en la Bienal -junto a Venezuela y Uruguay, y además de España-, diseñado en 1964 por Henrique Midlin, y en esta edición de la prestigiosa Bienal acogió la exposición Terra (Tierra).
Se trata de un proyecto de gráficos, didáctico y audiovisual en el que se cuestiona la arquitectura brasileña y se defienden los valores y el respeto de la naturaleza de los indígenas.
La primera sala se titula «Decolonizing the Canon» (descolonizando el canon) y cuestiona el legado de la capital, Brasilia, una ciudad modernista levantada a finales de los Cincuenta por el arquitecto Oscar Niemeyer y el urbanista Lucio Costa.
La inscripción de esta megalópolis como Patrimonio de la Humanidad se justificó como el hecho de que había sido levantada «ex nihilo», de la nada, pero los comisarios recuerdan con su proyecto que en esos terrenos sí que había «algo».
Se trataba primero de un territorio indígena ancestral encrucijada para numerosas tribus antes de la colonización y a partir del siglo XVIII devino en quilombo o comunidad a la que llegaban numerosos esclavos en busca de refugio, según explican en el Pabellón.
Por esa razón, los comisarios han recreado una «narración contracorrientee» reivindicando la presencia de esas poblaciones y sus formas de vida, mediante gráficos y un vídeo en el que hombres y mujeres herederos de aquellas comunidades hablan sobre ellas.
La segunda y última sala del Pabellón brasileño se titula «Places of origin, archaeologies of the future» (Lugares de origen, arqueologías del futuro» y, entre otros temas, aborda el tema de lo ancestral a partir de las prácticas indígenas afro-brasileños.
La XVIII Bienal de Arquitectura, abierta hasta el 26 de noviembre, ha sido organizada por la comisaria británica de orígenes ghaneses Lesley Lokko, que por primera vez la ha centrado en África y pidió a los países participantes propuestas de futuro.