Booklovers, la serie que creó y escribió Jorge Carrión para CaixaForum+, la plataforma audiovisual y de contenidos gratuitos de Fundación «la Caixa» de España, propone un recorrido particular por cinco ciudades iberoamericanas: Buenos Aires, Madrid, Lisboa, Ciudad de México y Barcelona. Un recorrido a partir de sus librerías, libreros y libreras, de sus escritoras y escritores, bibliotecarias y editores. Un recorrido por calles, callejones, salones que, a través del testimonio de los participantes, conducen a ese lugar mágico que son los libros y, en definitiva, el amor por la lectura.
¿En qué momento comenzó Carrión a entender las ciudades a partir de su dimensión libresca? «No puedo decidir un momento. Fue un largo proceso. Recuerdo que tras leer a Walter Benjamin descubrí los pasajes como máquinas del tiempo; y después de leer a Iain Sinclair empecé a recorrerlas como si fueran mapas simbólicos. Pero que sus claves de interpretación estuvieran en las librerías y las bibliotecas lo decidí yo solo, creo, no recuerdo ningún libro que hable de ello. A menudo la antigua calle de los libreros, en una ciudad, se corresponde con el cardus o el decumanus, con su eje central, ritual. Pero en las últimas décadas esa energía se ha trasladado a las periferias. De modo que hay que aprender a leer los conjuntos urbanos, desde el centro y desde las orillas», cuenta el doctor en humanidades por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y codirector del Máster en Creación Literaria de la UPF-BSM.
Booklovers es una continuación del trabajo que ha venido realizando Carrión desde que publicó Librerías en 2013, finalista del Premio Anagrama de Ensayo. Pero, también, es el resultado de un modo de vida: ese que cultiva desde niño cuando se recuerda tumbado en una cama leyendo horas y horas. «Yendo a la biblioteca cada día a devolver libros ya leídos y coger nuevos en préstamo». Y que siguió, luego, cuando pudo viajar y descubrir las ciudades con sus ojos de lector empedernido.
La serie debe su nombre a una bonita palabra del catalán, lletraferit/ida, que significa «que siente una pasión extremada por la literatura». ¿Cómo nació? «Primero fue una idea: las librerías y las bibliotecas son sexis, pueden ser mainstream, pueden ser virales, pueden protagonizar una serie de televisión. Después la idea se convirtió en un proyecto en busca de productora. Lo encontró el año pasado en CaixaForum+, una plataforma entonces nueva, de contenidos culturales, que coprodujo mi podcast Ecos con Podium y que se animó a impulsar también Booklovers».
La serie documental de cinco episodios de entre 35 y 40 minutos de duración muestra alrededor de 50 espacios importantes de la circulación de la cultura escrita en lengua española, catalana y portuguesa. Algunos son de una gran belleza visual, como el Ateneo Grand Splendid de Buenos Aires, la librería Ler Devagar de Lisboa o las bibliotecas de les Aigües (Barcelona) y Vasconcelos (Ciudad de México). El editor Jorge Herralde, la cronista y premio Cervantes Elena Poniatowska, los libreros Miguel Ávila o Lola Larumbe, o los escritores Leila Guerriero, Gabriela Wiener, Alberto Manguel, Elena Medel y Enrique Vila-Matas ofrecen sus testimonios, que no son otra cosa que su fascinación por los libros, por el libro impreso, en un mundo cada vez más digitalizado. Le habría gustado a Carrión tener a Julieta Venegas en el episodio dedicado a Buenos Aires, ciudad donde reside la cantautora mexicana. Quiso participar, como música y gran lectora, pero no pudo por motivos de agenda.
El equipo técnico liderado por el director Pepe Guevara, con Pere Ortín en calidad de productor ejecutivo, estuvo alrededor de dos semanas en cada ciudad. Carrión se sumaba al grupo durante tres o cuatro días para las grabaciones. «Pero en las cinco ciudades he pasado semanas o meses a lo largo de mi vida, conocía a casi todos los protagonistas personalmente, de modo que pude escribir el guion sin ir expresamente a ellas».
—¿Cómo fue la elección de las ciudades que presenta esta temporada de Booklovers?
—Son cinco ciudades importantes por sus autores, editores, libreras, bibliotecarias, agentes, con espacios icónicos y buenas historias que contar. También son cinco ciudades que podíamos abordar con el presupuesto que teníamos. Un libro o un podcast tiene pocos límites técnicos y económicos; una serie de televisión, en cambio, depende de la contratación de un equipo considerable, humano y tecnológico, además de la logística de los viajes. Si hubieran sido siete capítulos, tal vez hubiéramos añadido Bogotá y Río de Janeiro.
—El tema alrededor del cual giraría la visita a cada una de las ciudades en las que estuvo y que sería el hilo conductor de cada episodio, ¿a qué obedece?
—Las tesis o preguntas que guían la lectura de cada ciudad me acompañan desde hace años. Mi visión de Madrid es la de mi libro Madrid. Libro de libros, y la de Barcelona, la de Barcelona. Libro de los pasajes. No se trata de una interpretación cerrada, sino metafórica y abierta, que puede convivir con otras. La serie es, en todas sus dimensiones, plural.
—Como detective urbano que se define en esta serie, ¿descubrió algo mientras hacía Booklovers que no sabía o que había pasado por alto en cada una de las ciudades que visitó?
—Sin duda. Obras, personajes, rincones, ideas. Escribir es investigar y, a veces, también descubrir. No conocía la librería Exit de Ciudad de México hasta viajar allí para el rodaje. Soy amigo de Gabriela Wiener desde hace muchos años, pero descubrí cosas de su vida y de su poética cuando la entrevisté en Madrid para el episodio.
—La serie, además de poner el foco en los libros, en las librerías, lo hace en los libreros, esas figuras que pareciera que van desapareciendo en un mundo cada vez más digitalizado. ¿Cómo describe la experiencia de una librería sin su librero? ¿Es usted de los que busca al librero?
—El librero o la librera, porque de hecho hay más libreras importantes en la historia de la cultura moderna, es central. Las mejores librerías son de autor. Esa autoría se ve en la selección de libros, en la decoración, en las actividades, en todo. Booklovers le da a los libreros y libreras un protagonismo que no han tenido hasta ahora y que sin duda merecen, porque son agentes culturales de primera magnitud.
—¿Intentó ofrecer Booklovers a plataformas como Amazon o Netflix?
—Envié un email al director de HBO y me dijo que no pensaban producir documental, antes de que naciera la plataforma de «la Caixa».
—Es la primera serie que escribe. Y es usted un consumidor de series. ¿Qué evaluación hace de esta primera vez? ¿Del debut?
—No tengo perspectiva crítica. Pero la recepción está siendo muy buena. Estoy muy satisfecho. Es un buen trabajo de equipo.
—Hablando de primeras veces, ¿le costó ponerse frente a la cámara?
—Mucho. No me gusta nada actuar. No me gusta mi voz. Pero hace 25 años que soy profesor, de modo que tengo experiencia performativa. Y el podcast me ha acostumbrado a la modulación vocal. Y en el ciclo Cafés Literarios de Casa Seat llevo ya años hablando para la cámara, pues todas las conversaciones se cuelgan en YouTube. Era el momento de dar el paso. La serie es muy personal, sólo la podía presentar yo.
Jorge Carrión fantasea con una segunda temporada de Booklovers, pero no hay nada concreto aún. Creería, también, que puede haber una mutación del proyecto a Tecnolovers o Artlovers… Por ahora, mientras ve series, lee, escribe, hace balances para diversos medios de lo mejor del año, trabaja en su primer podcast de ficción, que estrenará Podium el próximo año. Y se convence, cada vez más, de que el libro impreso tiene su espacio en un mundo cada vez más digital. Porque, como dijo Elena Poniatowska en el episodio cuatro de la serie, nada tiene que hacer en una casa donde no hay libros. ¿Cómo imaginar un mundo sin ellos?