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Bad Bunny llegó para quedarse

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Amado por muchos y odiado por otros. Los más jóvenes lo consideran el artista que redefinió la música urbana y que logró que personas de todas las edades, clases y culturas conocieran, a través de él, el alcance de reguetón. Otros, los mayores y quizá conservadores, critican sus letras, para muchos vulgares y agresivas. Bad Bunny no ha dejado indiferente a nadie.

El llamado «conejo malo», cuyo nombre real es Benito Martínez, se ha convertido en un fenómeno sociocultural por su meteórico ascenso al estrellato, sus polémicas letras y su estilo, que rompe con los paradigmas establecidos en la industria musical por su imagen y los temas que aborda en sus canciones como la violencia de género y el empoderamiento femenino.

En julio, el puertorriqueño fue noticia. No fue por un nuevo y sorpresivo lanzamiento, como ocurrió en mayo cuando publicó el álbum Las que no iban a salir. En esta oportunidad, la Sociedad Americana de Compositores, Autores y Editores (Ascap, por su siglas en inglés) nombró a Bad Bunny como Compositor del año y las redes sociales estallaron. Desde críticas por parte de sus detractores hasta el apoyo incondicional de sus fans, todos tuvieron algo que comentar en un debate interminable que tuvo al intérprete de «Callaíta» como protagonista.

Tras el reconocimiento de Ascap, la discusión en redes sociales se centró en los méritos que tenía Bad Bunny para recibir un premio como compositor del año: muchos alegaban que sus letras son vulgares y con una carga sexual muy pesada. La conclusión, entonces, es que los premios se habían basado en el éxito comercial del cantante más que en el contenido de sus líricas.

Bad Bunny

Foto Archivo

Ascap toma en consideración el número de reproducciones y visualizaciones que los artistas consiguen con sus canciones. Sin embargo, la propuesta musical de Bad Bunny va mucho más allá de eso. Para Félix Allueva, presidente de la Fundación Nuevas Bandas y promotor cultural, lo más importante, en el caso del puertorriqueño, es el crossover que ha logrado entre la música de antes, los sonidos actuales, sus letras polémicas y sus éxitos en ventas.

«La música es mucho más que música cuando abordas a un artista como Bad Bunny y lo que representa su género musical. La música vista como matemática del sonido es una cosa, cómo compones, los arreglos y las letras. Pero la música también tiene un fuerte componente sociocultural. Es muy difícil abordar como crítico a un músico sin tomar en cuenta su entorno y al mismo tiempo el momento que le tocó vivir. Entonces, ¿qué es más importante: la música, el mensaje o lo comercial? Esos tres elementos los puede tener Bad Bunny, porque sus letras generan cierta polémica, su música está asociada a lo malandro, al sonido del barrio, quizá hasta monótono que algunos músicos dicen ‘no es música’ y está la parte que es netamente de la industria, que es que el tipo vende mucho. Bad Bunny es la combinación de todos estos elementos», explica.

Para Yumber Vera, periodista cultural venezolano afincado en Argentina, se trata de un tema de prejuicios hacia la música urbana latinoamericana. «Cae el peso de que se valora más el éxito comercial que la calidad; sin embargo, la pregunta es qué es calidad. La calidad no necesariamente implica algo bueno, implica hacer algo correcto lo que carece a veces de sentimiento (…) Me parece que hay bastante envidia con muchos artistas que vienen de los sectores populares que hicieron un espacio a contracorriente de lo que establecía la industria musical, entonces se les rechaza porque generaron un lugar nuevo dentro de las escenas musicales», comenta.

Vera explica que, lógicamente, la industria musical intenta hallar un equilibrio entre el éxito comercial y la calidad. Sin embargo, las redes sociales han tomado un rol importante, al punto de que la propia industria perdió la posibilidad de determinar o imponer el gusto. «Básicamente, es como una mezcla de cosas, de buscar el equilibrio pero, al mismo tiempo, buscar la complacencia y otro rasgo más que es el ataque, digamos, del establishment o de figuras anacrónicas que ya no tienen ni siquiera participación en la música con respecto a artistas que calan en el gusto popular».

Bad Bunny

Bad Bunny no fue el único artista urbano o latino reconocido: Romeo Santos (Compositor y Artista del Año) y Daddy Yankee (Canción del Año por «Con calma») lo acompañaron. Sin embargo, el que protagonizó la polémica fue el intérprete de «Safaera», pese a que los tres pertenecen a la misma tribu urbana, aunque con marcadas diferencias. Coinciden Vera y Allueva que es más fácil atacar a un artista joven. «Bad Bunny le canta a su generación, a chicos veinteañeros y eso es muy potente. Creen que atacarlo es más fácil porque es joven, y eso tiene que ver con una manera latinoamericana, bastante vieja, de ver las cosas, piensan que por ser adolescente no te puedes defender y eres vulnerable. Pero es todo lo contrario, puedes ser mucho más efectivo en el ataque que cualquier otro», afirma el periodista.

Las críticas también surgieron de un pequeño grupo de artistas entre los que estaban las cantantes venezolanas Karina y Kiara, quienes consideran que Bad Bunny no tiene méritos como compositor. Allueva explica que sus comentarios se deben a un prejuicio histórico: «Ellas dos corresponden a nivel de concepto musical de otras épocas y posiblemente hacen análisis de la música actual con parámetros correspondientes a otras décadas. Ojo, no es bueno ni malo, es algo que pasa y todos estamos afectados por eso, son muy pocos los que logran romper con eso y tener unas barreras de apertura mental a los nuevos géneros».

Bad Bunny es mucho más que sus letras explícitas. Con cuatro discos en su haber: X100pre (2018), Oasis -con J Balvin- (2019), YHLQMDLG (2020) y Las que no iban a salir (2020), el cantante de 26 años de edad se convirtió en el portavoz de una generación con sus temas irreverentes, subidos de tono y que reflejan la época que le tocó vivir. «Es uno de los mejores artistas paridos en América Latina en al menos los últimos cinco años. Me parece que supo entender su tiempo, supo tomar expresiones anglosajonas para tratar de traducirlas a la idiosincrasia latinoamericana», dice Vera.

Desde el lanzamiento de su disco debut, X100pre, la carrera artística de Bad Bunny no ha dejado de crecer. Este álbum le valió un Latin Grammy como Mejor Álbum Urbano. En febrero de este año hizo historia con YHLQMDLG, con el que batió récords en ventas, con 179.000 copias vendidas en Estados Unidos en su primera semana.

Un par de meses después, en mayo, Bad Bunny se convirtió en el primer artista urbano latino en aparecer en la portada de la emblemática revista Rolling Stone. En esa misma fecha, el puertorriqueño también sorprendió con el lanzamiento de su álbum sorpresa, Las que no iban a salir, a solo tres meses del estreno del disco que lo consolidó como máximo referente del género urbano en el mundo. Más tarde, en julio, se convirtió el primer hombre en aparecer en la revista Playboy, protagonizando la portada de su versión digital.

Un hito histórico en el que participó Bad Bunny, junto con sus compatriotas Ricky Martin y Residente, ocurrió en julio del año pasado y fue la renuncia del exgobernador de Puerto Rico, Ricardo Roselló. «Ellos lograron algo que ninguno de esos músicos pop que lo están criticando pudieron conseguir, que fue un golpe de Estado. Tres artistas puertorriqueños salieron a manifestar y que la gente los acompañara por su alcance popular es importante», destaca Vera.

Sobre el prejuicio en torno al reguetón, que muchos mantienen actualmente, Félix Allueva asegura que ocurre lo mismo que pasó con otros géneros como el blues o la salsa: al principio eran menospreciados por sus orígenes, pero con el pasar del tiempo fueron aceptados. «El tiempo va poniendo las cosas en su lugar y lo que va a suceder con la música urbana, que ya está sucediendo, es que no será tan rechazada como hace cinco años atrás y que cada vez forma parte de nuestra cultura cotidiana», afirma el promotor cultural.

«Me sigue sorprendiendo que la gente todavía cuestione el valor del reguetón y que lo sigan atacando y demonizando. Si hay un género que ha sido flexible a la evolución de la música, al menos en la última década, ha sido el reguetón. Por eso ha tenido la capacidad de sobrevivir. Ha sabido adaptarse a las circunstancias», afirma Yumber Vera.

Bad Bunny

Foto Playboy

En ese sentido, la música urbana o el reguetón no va a desaparecer. «El reguetón –acota Vera- desde que nació, vino para quedarse, no va a desaparecer, así como sucede con todos los géneros musicales; lo que puede acontecer es que pueda tener una época apoteósica y otra decadente, pero los géneros musicales nunca desaparecen».

La música evoluciona, así como las letras y sus exponentes. Y Bad Bunny no será la excepción. «No soy partidario de las letras sexistas ni de la violencia de género. Entiendo que los géneros evolucionan y que así como la salsa tenía una letra muy fuerte, que progresivamente se fue adaptando, cambiando e incluyendo mejores líricas, así también pasará con el género urbano», indica Allueva.

El mensaje de la industria y de los premios Ascap es claro: entendieron que la música cambió, tanto en composición como a nivel de ejecución, que Bad Bunny llegó para quedarse y que tiene todo mérito como artista. «Es uno de los artistas más importantes de la nueva oleada de la música latina (…) Creo que Bad Bunny tiene su peso artístico por muchos factores: su manera de componer, de cantar, como integra la actualidad, la cotidianidad de su pueblo con todo lo que son las nuevas tecnologías y la nueva música”, finaliza Allueva.

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