El estreno este fin de semana de Avatar: The Way of Water llega rodeado de un clima de hermetismo absoluto en el set de producción, palabras medidas por parte de su elenco y un secretismo total para conseguir sorprender al máximo a los millones de espectadores que verán la película.
El director del filme, James Cameron, se afanó durante meses en que ningún detalle se escape de esta espiral de silencio con la que rema a contracorriente. El estreno llega en una época en la que las filtraciones o la desinformación ante un nuevo lanzamiento son el pan de cada día de redes sociales.
«Traté de acceder a las instalaciones en Los Ángeles donde se estaba produciendo la película y me dijeron que no era posible. No aceptaban visitas», explica el que fuera jefe de efectos especiales de Avatar (2009), Michael Fink, en una entrevista con EFE.
La expectación ante la segunda entrega es «abrumadora» también para uno de los principales artífices de que la primera cinta. La primera parte tuvo una facturación acumulada de casi 3.000 millones de dólares.
«No tengo dudas de que esta también gustará, pero no se puede comparar con la recaudación de la primera. La gente no es la misma después del coronavirus», afirma Fink, que fue galardonado por la Academia de Hollywood en 2008 gracias al filme The Golden Compass.
La caída del número de asistentes a las salas de cine, el hecho de que el estreno se produzca un año después de lo previsto y, sobre todo, su enorme inversión crearon un ambiente de tensión. El único resultado satisfactorio para sus productores, y para gran parte de la crítica, será reventar la taquilla internacional.
Se calcula que Avatar: The Way of Water necesita embolsarse globalmente, al menos, 2.000 millones de dólares para cubrir los gastos generados. Solo el proceso de grabación costó 400 millones.
Así, 13 años después de Avatar y centrado en su faceta como profesor en la Universidad del Sur de California (USC), Fink insta a que se deje de poner el foco en el volumen de facturación del nuevo filme y que se evalúe en función de las sensaciones y sentimientos que genere en los espectadores.
Algo especial
«La historia de Avatar era muy similar a otras cientos de películas en las que los buenos acaban ganando tras enfrentarse a los malos. Pero en esta había algo especial«, desgrana uno de los responsables visuales de otras cintas reconocidas como Blade Runner.
La apuesta decidida de James Cameron por el formato en tres dimensiones (3D) hasta entonces sumó un «sinfín de experiencias lamentables». El proyecto consiguió marcar un hito en Hollywood.
Fink califica al cineasta canadiense como una «mente preclara» y un «genio que quería cambiar la industria». Lo hizo con el uso del 3D y la mezcla de actores reales con otros generados por ordenador.
La utilización de esta tecnología convirtió en «histórica» la disputa entre humanos, con Jake Sully a la cabeza, y los na’vi. Estos últimos son unos seres azules de tres metros de altura y profundos ojos amarillos.
Ahora, el hombre que trabajó con Cameron dice tener constancia de que la segunda parte cuenta con «la mejor tecnología de la industria. Reitera que merece considerarse más allá de su profusión, o no, en taquilla.