Todos los domingos en la casa de Armando Mundaraín se preparaban recetas nuevas. Desde que era niño sus padres pusieron mucho empeño en que él y hermano probaran nuevos sabores. Ahora, años después, el 18 de septiembre, se convirtió en el ganador del programa de cocina húngara A konyhafonok. Triunfo que atribuye a su arduo trabajo y preparación pero, sobre todo, al ambiente en el que creció. “Tuve la oportunidad de probar muchas cosas que, quizás, otros no. Siempre me gustó la buena comida y probar sabores diferentes”, recuerda.
Menú
Entrada: dashi de hongos con codorniz y chips de jamón serrano
Plato principal: ciervo en salsa de oporto y chocolate, texturas de zanahoria y crocante de mixtura de semillas
Postre: panna cotta de romero, caramelo de semillas de amapola, mousse de chocolate, coulis de parchita, melón caramelizado y crocante de mixtura de semillas
Aunque ingresó al concurso de cocina del canal privado de origen luxemburgués RTL Klub porque quería probarse a sí mismo, reconoce que el triunfo lo tomó por sorpresa. “Llevaba tiempo preparándome para participar, pero hay muchas situaciones que se presentan en el trayecto que pueden cambiar los resultados de un momento a otro”, asegura Mundaraín, de 26 años de edad. Para la final, que disputó con el chef Adam Cserepes, se arriesgó con un menú de tres platos pocos comunes, en los que demostró sus conocimientos técnicos de cocina europea. “Era importante mostrar el estilo gourmet al nivel de la competencia, entonces me esmeré en montar tres platos no solamente buenos en sabor, sino con un plateado impecable que pudiese atrapar al jurado desde el principio y que dieron una extraordinaria impresión de lo que hago en la cocina”, afirma.
Hubo mucho nervio el día de la final. Pero el venezolano pudo enfrentarlo y logró enfocarse en su objetivo: preparar unos platos hermosos, deliciosos y agradables. “Una de las cosas que aprendí a lo largo de mi vida fue buscar la paz en momentos como estos. Nunca puedes perder el control porque, pase lo que pase, en momentos de mayor tensión debes tener el control para pensar con claridad y confiar en ti para dar lo mejor hasta el final”, reflexiona. Mundaraín recuerda que para el último desafío solo les dieron tres horas para elaborar el menú, pero contaron con la ayuda de dos exparticipantes: “Yo trabajé con Kinga y Krisztian, mientras que Adam trabajó con Alex, su hermano gemelo, y Matyi. Todo el grupo era muy fuerte, muy bueno”.
No todo fue sencillo: durante todo el programa cada desafío tuvo muchas complejidades. Para Mundaraín lo más difícil fue ajustar su trabajo al tiempo estipulado para cada tarea y tomar dictado de las instrucciones del chef en húngaro, pues aunque hable el idioma, debe traducir al español las palabras que no entiende. “Los otros competidores también fueron excelentes. Aunque yo estaba seguro de mis conocimientos, cualquier cosa podía cambiar los resultados”, dice.
La grabación de A konyhafonok duró cerca de un mes y medio. Al principio fueron jornadas extensas de grabación, a veces hasta de 18 horas diarias, pero a medida que el grupo se iba reduciendo era menos el tiempo en el estudio. “El equipo de producción fue muy organizado, preparó todo el trabajo para que mientras un grupo cocinaba, el otro descansara. Fue bastante trabajo, pero muy bien dirigido. Yo llegaba muy tarde a casa a dormir, exhausto, y a la mañana siguiente salía nuevamente muy temprano a grabar todo el día”, recuerda el venezolano. Durante este tiempo, el apoyo que recibió en redes sociales, tanto en Venezuela como en Hungría, lo ayudó a seguir adelante. “Realmente, fue un gran soporte, soy muy afortunado de haber contado con el apoyo no solamente de mi país, sino de la gente de aquí, fueron profundamente generosos, empáticos, comprensivos y, prácticamente, me impulsaron a dar todo lo que tenía pensado y más, sobre todo en la última semana del programa”, asegura Mundaraín.
Algo que impulsó aun más a Armando, y que para él ya era un triunfo sin importar lo que pasara, fue que la producción del programa llevara a su mamá, después de varios años sin verla: “Sentía que había ganado, aunque el resultado final pudiese ser desfavorable”. La reacción del resto de su familia fue de mucho orgullo. “Es hermoso poder llevar tanta felicidad, no solo a tu familia, a tus amigos, vecinos, a tu país. Es una experiencia que llena mucho y también le da un mensaje a todo el mundo, sobre todo a los jóvenes. Todo se puede hacer, si te enfocas, trabajas, te preparas, persistes y no te rindes puedes llegar adonde quieras”, dice.
Aunque Mundaraín era el único extranjero participando en A konyhafonok, nunca se sintió como tal. A medida que pasaba el tiempo sentía más en confianza con sus compañeros porque el ambiente era de mucha camaradería. “Cuando hicimos la primera tarea en equipo me gustó mucho trabajar con Edit Arman, me ayudó a relajarme y a disfrutar el trayecto, lo cual le agradezco enormemente porque a partir de ese momento mi desenvolvimiento fue cada vez mejor”, rememora.
El venezolano tuvo la oportunidad de compartir con los jueces del programa: Ákos Sárközi, el primer húngaro en obtener una estrella Michelin; Jenő Rácz, el primer chef húngaro en ganar una estrella fuera de Hungría, en Shanghai; y Fédős Zé, miembro permanente del jurado del programa desde 2014. De esta experiencia asegura que lo más gratificante fue que cada uno pudiera probar su comida y le diera recomendaciones. “Considero que para mejorar y aprender debes escuchar con mucha atención y cambiar lo que te están diciendo”.
Para Armando participar en el programa representó un enorme crecimiento, tanto personal y profesionalmente. De lo que aprendió, el venezolano destaca: “La confianza en lo que hago, demostrar que para dirigir es importante respetar a tu equipo, escuchar las sugerencias, comunicar y validar que el mensaje ha sido recibido correctamente para que el resultado sea óptimo”. Asimismo, asegura que su paso por A konyhafonok lo hizo reafirmar su idea de que no es necesario ser un chef “grosero o histérico” para hacer un buen trabajo. “De nada sirve ser un maravilloso cocinero si no eres una buena persona. Acá tuve la oportunidad de compartirlo con mis compañeros, ver el resultado y los comentarios que se generaron al final de toda la experiencia. Fue muy revelador ver que las personas apoyaban esta idea con mucho fervor y, de hecho, me decían que les gustaría trabajar con un jefe de cocina como yo, fue maravilloso tener ese feedback”, agrega con orgullo.
Desde agosto, Mundaraín -con ayuda de su hermano Diego y su cuñada Verónica- publica en su redes clips de momentos importantes del programa con subtítulos en español. Es un trabajo que les toma mucho tiempo, pues él es el único que habla húngaro. “Ellos trabajan y en sus ratos libres me ayudan con este tema. Estamos trabajando en el último capítulo justo en este momento, ese si lo vamos a montar completo porque la gente nos lo pide para verlo”.
El venezolano regresa a casa con el reconocimiento Konyhafonok 2020 y un premio de 10 millones de florines (35.000 dólares). Por ahora, el dinero le ha servido para estabilizar su situación económica, pues debido a la pandemia del covid-19 quedó desempleado. Asegura que tiene varias propuestas en puerta, por lo que no descarta emprender algún proyecto pronto: “La gastronomía siempre será parte de mi vida, es algo que disfruto mucho. Pero me gustaría tener la oportunidad de hacer algo más ligado a un proyecto audiovisual que me permita mostrar la cocina latinoamericana en Hungría; las personas me escriben y me dicen que quieren verme cocinando y yo sé que les gustaría poder probar nuestra cocina, siento que es una gran oportunidad para hacerlo”.
Por ahora, Armando Mundaraín aprovecha estos días para descansar y revisar con calma las opciones que se le están presentando, además tiene planeado visitar a su novia, que está en Gales por trabajo. “Quiero compartir con ella un poco, después de tanto estrés hace falta la compañía de la persona amada”, dice. Aunque el futuro es incierto, le gustaría viajar con su mamá por Europa y degustar su extensa gastronomía. “También quiero recorrer Latinoamérica: México, Panamá, Colombia, Perú, Argentina, Brasil, Ecuador, Chile, Bolivia y Uruguay. Siento que tenemos mucho para mostrar y compartir. Espero poder hacerlo”, finaliza.
@Arianyabp