Apóyanos

Anna Lárina, Larissa Reisner, Khadija Gayibova, Tatiana Miagkova

Cuatro mujeres golpeadas por la ferocidad del poder. Serie “Hechos y personajes de la revolución rusa en su centenario (7 de noviembre de 1917 - 2017)”. Parte XIX

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Anna Lárina (1914-1996), hija adoptiva de Yuri Larin, creció desde la edad de 3 años en las alturas del poder soviético, vivía en el Hotel Metropol, conoció a Lenin, Stalin y demás dirigentes. A los 16 años, conoció a Nikolai Bujarin, 25 años mayor que ella y con quien se casa en 1934. Tuvieron un niño, Yuri. En 1937, Nikolai Bujarin es detenido, acusado de formar un grupo antipartido, y lo condenan a muerte. Soportó Anna la mentira del juicio y, ya viuda, fue separada de su hijo de diez meses de nacido. La deportan a Astraján, pasa por las cárceles de Saratov y Sverdlovisk, rumbo a Tomsk, luego la encierran en las prisiones de Novosibirsk y Kemotovo, y de allí la pasan a una celda en el sótano de la cárcel de la Lubianka, durante 3 años. De nuevo la trasladan a Siberia. Allí dura hasta 1959, cuando la devuelven a Moscú y puede conocer a su hijo Yuri, un joven de 20 años de edad, educado en un orfanato.

No la quebraron. Pudo retener en la memoria las palabras que le ordenó recordar su esposo al borde la muerte, y pudo publicarlo en 1988, cuando soplaron los aires de la Perestroika.

“Querida, dulce Annushka, mi adorada ―dictaba Bujarin–: Abandono la vida. Al inclinar la cabeza, no lo hago ante el hacha proletaria, que debe ser implacable, pero pura. Siento mi impotencia ante la máquina infernal que, recurriendo sin duda a métodos medievales, dispone de una fuerza titánica, fabrica calumnias organizadas desvergonzadamente y con seguridad… En el momento actual, los órganos de la NKVD, en su mayoría, representan una organización degenerada de funcionarios enriquecidos, corrompidos y carentes de ideales… Soy miembro del Partido desde la edad de dieciocho años y el objetivo de mi vida fue siempre luchar por los intereses de la clase obrera, por la victoria del socialismo. En estos tiempos, un periódico que lleva el nombre sagrado de Pravda, publica mentiras desvergonzadas, según las cuales Nicolás Bujarin intentaba destruir las conquistas de Octubre y restaurar el capitalismo. Se trata de una impudicia inaudita, una falsificación que, por su obvia insolencia y su carácter irresponsable, equivaldría a afirmar que Nicolás Romanov consagró toda su vida a la lucha contra el capitalismo y la monarquía y por la realización de la revolución proletaria.

¡Me dirijo a todos los miembros del Partido! Esta hora, que acaso sea la última de mi vida, me convence de que, tarde o temprano, el filtro de la historia lavará implacablemente mi cabeza de todas las villanías. Nunca fui un traidor. No hubiera dudado en sacrificar mi vida por la de Lenin. Yo estimaba bien a Kirov y no maquiné nada contra Stalin. Yo pido a la nueva, joven y honesta generación de dirigentes del Partido que me justifique ante el Pleno del Comité Central y que me rehabilite en el seno del Partido. Sabed, camaradas, que en el estandarte que portaréis durante vuestra marcha triunfal hacia el comunismo habrá una pequeña gota de mi sangre”.

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Larissa Reisner (1895-1926) nació en Lublin, vivió un tiempo en Berlín y en 1918 se unió al partido bolchevique. Fue el primer comisario político del Ejército Rojo. Su primer esposo fue Fiodor Raskólnikov, y cuando este fue nombrado comandante de la flotilla del Volga, Larissa formó parte del grupo de inteligencia, con la misión de infiltrarse en las filas enemigas de los blancos. Además, fue escritora de buena pluma. Tiene varios ensayos y artículos publicados en Rusia; y otros en Alemania. Entre sus libros se cuentan El frente (1924), colección de sus bocetos de la guerra civil; Afganistán (1924), basado en sus experiencias como parte de la delegación diplomática soviética en la corte del Emir; Carbón, el hierro y las personas reales (1925), artículos sobre sus viajes a través de las áreas industriales del nuevo Estado ruso; Hamburgo en las barricadas (1925), viñetas de los días de la revolución abortada de Alemania en 1923, donde era representante de la Komintern. Antes escribió Atlantis (1913) y varios poemas. También trabajó en el Instituto Smolny con Anatoly Lunacharsky en la catalogación de tesoros artísticos. Mantuvo amores con los poetas Alexander Blok, Ossip Mandelshtam y Nikolai Gumiliov. Su segundo esposo fue Karl Radek y, como tal, formó parte del grupo antipartido dirigido por Trotsky, lo que le valió la persecución de Stalin. Perseguida por los blancos y los bolcheviques ortodoxos descuidó su salud, y fue víctima de la implacable epidemia de tifus, lo que le ocasionó la muerte. De ella, impresionado por su deslumbrante belleza y su arrojo, escribió Trotsky lo siguiente:

“Esta joven cruzó el cielo revolucionario como un meteoro en llamas, que cegó a muchos. Con su apariencia de una diosa del Olimpo, supo combinar una mente sutil e irónica con el coraje de un guerrero. Después de la toma de Kazán por los blancos, entró en el campo enemigo para hacer un reconocimiento, disfrazada de mujer campesina. Pero su apariencia era demasiado extraordinaria, y fue detenida. Mientras estaba siendo interrogada por un oficial japonés, se aprovechó de un descuido para deslizarse hasta una puerta y huir. Sus bocetos sobre la guerra civil son literatura. Con igual entusiasmo, ella escribía acerca de las industrias de los Urales y el levantamiento de los trabajadores en el Ruhr. Estaba ansiosa por conocer y ver todo, y para tomar parte en todo. En unos pocos años, se convirtió en una escritora de primer orden. Pero, ilesa sobre el fuego y el agua, esta Pallas Atenea fue quemada por el tifus en los tranquilos alrededores de Moscú”.

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Khadija Gayibova (1893-1938). Hija de musulmanes azeríes sunitas se dio a conocer como la primera mujer pianista que interpretaba música de Azerbaiyán. A raíz de la revolución fue jefe del Departamento de Música Oriental en el Comisariado del Pueblo de Azerbaiyán para la Educación. Detenida presuntamente por espionaje en 1933, pero a los tres meses fue liberada por falta de pruebas. Poco después de la detención de su segundo marido fue apresada, acusada de mantener vínculos con el partido Musavat (de las nacionalistas independientes). No se declaró culpable y de acuerdo a un antiguo compañero de prisión, se creía que iba a ser exiliada a Siberia. Pero, el 19 de octubre de 1938, después de una audiencia final de 15 minutos, fue condenada al fusilamiento.

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Tatiana Miagkova fue una de los 6.000 trotskistas que fueron asesinados en 1937, en un campo de concentración de Siberia. Cuando era estudiante, participó en la acción revolucionaria, y fue arrestada. La revolución de febrero de 1917 la liberó y se afilió al partido bolchevique. Después del fin de la guerra civil, recomienza sus estudios en Moscú y, en 1924, se instala en Ucrania. En 1926 se adhiere a la oposición encabezada por Trotsky y es excluida del partido en 1927. En 1928, es enviada al exilio en el mar Caspio. Continúa su actividad de oposicionista: organiza con los otros miembros exiliados de la oposición un grupo que se reúne en su departamento; recluta jóvenes de la localidad para la oposición; reproduce y difunde los documentos de la oposición entre los miembros del partido comunista y los jóvenes comunistas exiliados; propone a sus diversos contactos constituir un fondo de ayuda a los exiliados. Es condenada por tres años, acusada de haber reeditado y difundido un folleto de la oposición. Cuando está exiliada, su marido que era un alto miembro del régimen en Ucrania, la viene a ver para intentar convencerla de renunciar a sus opiniones y a su actividad de oposicionista. A lo largo de largas y difíciles discusiones con su marido, Tatania terminó por rendirse a sus presiones y renunció públicamente a sus actividades políticas. Vuelve a Moscú con su marido, que se encuentra integrado al aparato del comité ejecutivo central del partido. Pero aunque Tatiana Miagkova cesó su actividad política, continuó expresando sus opiniones, que no habían variado. Y, el 12 de enero de 1933, es arrestada y condenada a tres años de prisión y aislamiento. En 1936, otra condena la lleva a cinco años en un campo de concentración que los deportados llamaban “el crematorio blanco”. De allí la enviaron a otro campo más lejano, cerca del Polo Norte. Un día de otoño de 1937, insultó a los guardias:

“¡Fascistas, mercenarios fascistas, yo sé que su poder no se detiene ante las mujeres y los niños, pero pronto llegará el fin de vuestra arbitrariedad!”. El 17 de noviembre de 1937, la KGB la condena a ser fusilada. La sentencia es ejecutada de inmediato.

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Bibliografía consultada

Lo que no puedo olvidar. Anna Lárina. Barcelona: Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores, 2007. 

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