Maglano (interpretado por César Bencid), Dumas (interpretado por Rolando Padilla) y Ufarte (interpretado por Gerardo Soto) han sido amigos desde pequeños. En el colegio pasaban los días juntos entre bromas infantiles y comentarios ingeniosos, hasta crueles, que se hacían entre ellos. Con el paso de los años, se sentaron las bases de una amistad sólida, de esas en la que la familiaridad es parte del día a día. Pareciera que nada puede acabar con el vínculo que los une, tan resistente que los ha llevado a vivir uno de los momentos más importantes entre los tres en medio de un funeral.
Esa amistad lo ha superado todo: secretos, experiencias, rencillas, favores, deudas, risas y silencios. Sobre todo, silencios, de esos que están cargados de cosas por decir. Poco a poco, el público va conociendo, mientras se suceden los diálogos de estos personajes que se llaman por sus apellidos y no por sus nombres, la relación que los une. No es una amistad convencional. Tampoco resulta un texto que busque la risa fácil. Es una comedia con pensamiento escrita por el dramaturgo español Juan Mayorga que se presenta en el Trasnocho Cultural.
Dirigida por Rafael Barazarte y producida por Carolina Rincón, Amistad trae a las tablas venezolanas una de las obras más recientes de uno de los grandes autores españoles en la actualidad. Filósofo y matemático, el dramaturgo de 59 años de edad fue galardonado con el Premio Princesa de Asturias de las Letras de 2022. Es la primera vez que su obra se representa en Venezuela y lo hará durante siete funciones los jueves a las 7:00pm, los viernes a las 6:00pm, y sábado y domingo a las 5:00pm.
Amistad de Mayorga llega a Caracas
A Carolina Rincón le tomó dos años conseguir que el dramaturgo español Juan Mayorga le cediera los derechos de Amistad. Cuando finalmente lo consiguió, comenzó a buscó a la persona adecuada para que dirigiera el proyecto. Conocía el trabajo de Rafael Barazarte como director, uno de los de la nueva generación. Había visto Clarissa, su último montaje, y estaba convencida de que podría con la tarea.
“Mi decisión de aceptar este proyecto se da porque he venido trabajando autores españoles, monté Carlos Bé, trabajé El principio de Arquímedes de Josep María Miró, que también es un autor español. Lo interesante de esto es que son generaciones distintas, he ido subiendo de dificultad. Cada una de estas generaciones de dramaturgos es superior a la anterior”, comenta Barazarte.
Fue precisamente esa dificultad que le imponía el texto lo que terminó de convencerlo de aceptar el proyecto, uno en el que además dirigiría actores con gran trayectoria. “Uno agradece poder trabajar con un equipo así. Recuerdo que una vez Héctor Manrique dijo algo muy cierto: aquí lo que importa no es ganar un premio, es si tú como director al día siguiente tienes o no ensayo. Me di cuenta de que voy por ahí, es ese mi foco. Quiero estar siempre entre proyectos en la medida en que se pueda”, afirma.
Para Amistad el equipo de producción de Rincón, Barazarte desde la dirección y Andrea Álvarez como asistente de dirección, querían a tres actores que, además, fueran amigos en la vida real. Tenían a dos, les faltaba uno, el que hace del amigo extrovertido, Maglano. Las lecturas habían comenzado con Padilla y Soto hasta que a Padilla se le ocurrió un nombre para el personaje faltante, el que le daría la chispa a la obra. Así llegó César Bencid al proyecto.
Una vez completado el elenco, Barazarte se centró en trabajar la pieza para ofrecerle al espectador una verdad. No fue fácil lograrlo en Amistad. “El proceso ha sido complejo porque me estoy lanzando por una línea muy naturalista como director. Soy partidario de que la gente va a comprar una verdad y si no tiene una verdad, estarán pendientes de otra cosa en la función. Pero sobre todo, no te creen y empiezan a distraerse”.
En este proyecto en particular su elenco son actores que vienen de la televisión, el cine o un teatro que tiene más gesticulaciones de las que él como director naturalista acepta. “Yo empecé limpiando eso y me ha costado. Todavía hay cosas que uno tiene que recordarles, como los gestos que hacen o los movimientos tan exagerados de las manos. Eso pasa porque el actor siempre está buscando y empieza a hacer todos esos gestos, yo lo llamo muecas. Eso es lo que ha sido difícil, limpiar todo eso para luego entender lo importante del texto”.
Barazarte se ha formado como director en tres talleres de dirección. Estuvo en la Caja de Fósforos con Orlando Arocha, luego hizo un segundo taller en Rajatabla. Por último, vio un taller con Guillermo Díaz Yuma en el Centro de Formación Artística TET. “Yuma fue el único que nos enseñó los vicios que tienen los actores. Me cambió la vida porque ahora no puedo dejar de notar cuándo el actor tiene el vicio de moverse de más en medio de su búsqueda. Es terrible y fascinante a la vez”.
En ese último proceso de formación comprendió la importancia de trabajar el texto antes de proceder al montaje. Yuma le enseñó sobre las respiraciones, las comas y cómo decir las líneas. También le enseñó sobre el subtexto y qué gracias se deben o no permitir de los actores. “Ha sido un proceso maravilloso y es lo que más me ha permitido entender qué está bien y qué está mal según mi visión como director”.
Leer y entender primero
Barazarte hizo un trabajo de lectura del texto con los actores durante dos meses. Aunque Carolina Rincón como productora ya tenía la escenografía lista, Barazarte se enfocó primero en que los actores se prepararan antes de ir a escena. “Ellos querían de una ir a escena, uno de ellos vino incluso con la letra aprendida. Ese ha sido todo el proceso. Los actores se han comportado”, comenta.
Destacó el valor de Rincón como productora: desde el primer día no solo les dio un lugar para ensayar sino también ya tenía fotos y todo lo que usarían en el montaje. Ya se tenía una imagen y la promoción pensadas. “Eso demuestra el valor de una productora. Es alguien ya tenía todo listo”, asegura.
Rincón entiende la producción como una persona que junta a un equipo para que suene la música de una orquesta. “Como productora siempre mantengo el compromiso con el espectador. No me interesa traer solo comedias de risa fácil, sino textos en los que el espectador entre en la convección de un dramaturgo que busca llevarte al pensamiento, a la filosofía y a ser mejor persona. Por eso escogí este texto, para tener en Venezuela a uno de los grandes dramaturgos del mundo”, señala la productora.
Tras dos meses leyendo, el equipo de Amistad estuvo dos semanas dedicado a la puesta en escena, de una forma muy puntal y rápida, para luego estar otras dos ensayando enfocados en la interpretación. Fue un proceso de cuatro meses en los que que Barazarte asegura que ha madurado como director. “Me enfoco en lo que ellos van a decir, cómo lo dirán, que se entienda y que el público recoja bien la información”.
Nunca alejados del país
El proceso de montaje de Amistad coincidió con la situación política que se vivió en el país tras las elecciones del 28 de julio. En ningún momento el equipo de la obra se desconectó de lo que estaba pasando, pero tampoco abandonó el proyecto. “Esta obra nos sacó del hueco. A todos nos pegó la situación, estábamos en hueco. Al segundo día de que todo pasara, yo escribí por el grupo: muchachos, los extraño. Y todos dijeron lo mismo. Nos vimos para ensayar. Y sí, la calle estaba como estaba pero nosotros ensayábamos. Es más, todos estábamos devastados y cuando hablamos por el grupo, lo agradecimos. Entendimos que esta obra y este proyecto era nuestra salida”, recuerda Barazarte.
Con él coincide Rincón. Insiste en que en ningún momento pensaron en abandonar el proyecto. “Se pueden estar cayendo las paredes, nos puede estar cayendo el país encima y la única razón para querer continuar es que el teatro es nuestra respiración. Es nuestro aire, nuestro nutriente. El teatro venezolano tiene demasiados años de no parar porque el arte está por encima de lo político”.
Amistad es, además, ese tipo de teatro que al equipo que conforma el proyecto le gustaría ver en las tablas. Así lo afirma Barazarte, consciente de que como director se entrega en cada montaje. Por eso va un proyecto a la vez. “Hemos entregado mucho y la dirección desgasta. Uno dirigiendo tiene que apagar muchos fuegos para hacer equipo. El fuego de la casa del otro, del metro, que son cosas externas pero que tienen que resolverse para funcionar”.