Alexander Apóstol,artista multidisciplinario que utiliza principalmente la fotografía y el video como medios de expresión, ha alcanzado, sin duda, un notorio proceso de madurez que lo sitúan como uno de los creadores venezolanos más destacados de la escena global del arte. Su sólida trayectoria revela, en la continuidad de su práctica artística a lo largo de tres décadas, una atención consciente de las variables que determinan la compleja construcción de las identidades, considera Ruth Auerbach.
En su texto curatorial Auerbach explica que 40 modelos políticos pintados en la pared presenta el desarrollo de dos cuerpos de trabajo autónomos, cuyas formas transitan lenguajes visuales ubicados en las clásicas antípodas de la figuración y la abstracción. Ensayando la postura nacional (2010) y Partidos políticos desaparecidos (2018) se muestran por primera vez en Venezuela. En esta ocasión, ambas series comparten el mismo espacio expositivo, en un singular ejercicio museográfico que demanda, en su recorrido, la activación del espectador. Las imágenes se enfrentan y se relacionan en una gradual experiencia dialógica, desafiando la interpretación lineal del contenido para proponer un ensayo visual cruzado que problematiza la noción de autoritarismo y otros mecanismos de poder de nuestra tradición sociopolítica.
Cada una de las propuestas, producidas a casi una década de distancia, señala la curadora, cuestionan los conceptos de historia, nación, identidad y política, manifestados entre tiempos y coyunturas distintas. Por una parte, reconstruye un relato nacional alterno, que se formaliza a través de la apropiación autoral de pinturas y murales asociados al régimen militar del dictador Marcos Pérez Jiménez (1952-1958). Por otro lado, emprende una representación decodificada de las tarjetas de votación de los partidos políticos pequeños, que nacidos en democracia, fueron desapareciendo de forma paulatina durante el ejercicio de los últimos gobiernos democráticos, extinguiéndose definitivamente con la llegada de Hugo Chávez al poder. Desde sus extremos, estas series protagonizan los signos distintivos de dos períodos autocráticos, mediados en el tiempo por una delusoria e inconsistente democracia.
Al referirse a la serie Ensayando la postura nacional Auerbach dice que Apóstol se vale de la extensa iconografía nacionalista que desarrolló a mediados de los años cincuenta el pintor y dibujante Pedro Centeno Vallenilla, cuyo momento de mayor auge lo erige en el artista oficial del régimen de Pérez Jiménez. Los postulados ideológicos del gobierno, basados en la doctrina del Nuevo ideal nacional, se manifestaron en un marcado progreso socioeconómico y en un ambicioso deseo de modernizar la infraestructura nacional, mediante obras públicas vanguardistas de gran envergadura. Simultáneamente, el ideario del régimen, sustentado en un conservador pensamiento positivista, se enfocó hacia la enunciación de una “épica fundacional identitaria”, fundamentada en el mestizaje y en el desmedido culto a la figura del héroe, personificado en la imagen mesiánica de Bolívar.
Partidos políticos desaparecidos (2018), su trabajo más reciente, documenta las imágenes gráficas de los partidos minoritarios que participaron de una democracia profundamente desencantada. En éste -continúa la curadora- recurre a una estrategia pictórica en la que traslada sobre una tabla, que luego desecha, los colores base y las estructuras geométricas de cada tarjeta electoral y elimina toda simbología, lema o texto distintivo. En consecuencia, el resultado de esta desarticulación gráfica nos devuelve una amplia paleta cromática, ahora vaciada de contenido, que resuena con el fracaso y la pérdida de una necesaria diversidad política.
El equívoco y el enigma, artificios propios del entrenamiento epistémico de Apóstol, hace percibir a primera vista, la presentación de sencillas construcciones geométricas autónomas y convencionales, herederas formales de la tradición pictórica moderna. No obstante, al desplegar en un amplio y fragmentado mural la transcripción de códigos identificables con la estética abstracta, cada una de estas piezas reivindica su individualidad en el desengaño colectivo, en la caducidad y en el olvido, pues representan versiones corrompidas y desgastadas por el desmontaje de su malograda identidad.
Para Auerbach 40 modelos políticos pintados en la pared apela a la noción de lo pictórico como estrategia para la representación artística del poder. Si en la serie Ensayando la postura nacional se apropia de obras alegóricas para reeditarlas a partir de la acción performática de sus “modelos” en impecables registros fotográficos, en Partidos políticos desaparecidos desarticula la imagen gráfica preexistente y la “re-pinta” sobre soportes descartables para finalmente construir un relato a partir del medio fotográfico.