Alexander Apóstol tiene una mirada aguda que le permite decodificar los discursos del poder y proponer debates. No lo ha hecho solo con la política. En su trabajo de años se ha paseado por temas históricos, sociales, de género, la masculinidad, el arte, la arquitectura, entre otros, para generar pensamiento y reflexión acerca de la humanidad.
El artista nacido en Barquisimeto, estado Lara, en 1969, acaba de entrar a la colección del Museo Reina Sofía, de Madrid, donde vive, con una serie en la que desmontó el lenguaje de las tarjetas de partidos políticos venezolanos desaparecidos para quedarse con un lenguaje que, concluyó, tenía un diseño muy constructivo vinculado con la herencia cinética y consultiva del período democrático del país.
De esta serie, titulada Partidos políticos desaparecidos, el Museo Reina Sofía ha adquirido 30 fotografías y dos murales diseñados especialmente para la institución de la capital española.
«Lo que me interesaba era cómo de alguna forma esos emblemas que representaban todo tipo de pluralidad política, porque eran partidos de todo tipo de corrientes, de alguna forma eran parte de una identidad casi personal y vernácula del venezolano», explicó Apóstol desde Bogotá, donde inauguró el 15 de marzo en el Museo de Arte Moderno de Bogotá (Mambo) la muestra Postura y geometría en la era de la autocracia tropical, que ha estado itinerando en espacios como la Fundación PROA de Buenos Aires o el Museo Universitario de Arte Contemporáneo de México (MUAC).
Explicó que al despojar los tarjetones de elementos como fotografías o textos se quedó con una base cromática que dejó un reflejo fiel de la identidad venezolana y su espíritu. Luego, con esos emblemas, realizó una serie de pinturas para generar una relación manual y cercana con la historia democrática del país.
Una vez listas las pinturas, las fotografió: «Hacer una fotografía de cualquier cosa, el hecho fotográfico en sí mismo, es fotografiar algo que deja de existir. Cuando tomas una foto lo que fotografiaste deja de existir en ese instante. Luego de tomar las fotos destruí las pinturas. De esa forma ejemplificaba la desaparición absoluta de ese partido y la desaparición del sistema de partidos. Era como una doble metáfora».
La serie la ha mostrado de dos formas. Una es la fotográfica, que fue la manera en la que la empezó, y la otra es con murales que instala adecuándolos al espacio físico donde esté trabajando.
Partidos políticos desaparecidos forma ahora parte de la colección del Reina Sofía gracias a una selección realizada por el director de la institución, Manuel Segade, quien previamente se encargó de la curaduría de la exposición itinerante de Apóstol cuando pasó por el Centro de Arte Dos de Mayo, en Madrid.
«Él estuvo muy cerca de esas piezas. Cuando esa muestra acaba y empieza a viajar, a él lo eligen director del Reina Sofía y postula mi trabajo para que fuera adquirido. Finalmente fue ratificado por el patronato y adquirieron esa cantidad de piezas», dijo el artista larense.
Para Apóstol, cuya obra se encuentra en instituciones como el Guggenheim de Nueva York, el Pompidou de París o el Tate Modern de Londres, ha sido significativo llegar ahora al Reina Sofía puesto que Madrid es una ciudad en la que reside desde hace años y este es, además, el principal museo del mundo hispano.
«Me complace mucho que sea bajo la gestión de Manuel Segade, con quien tengo criterios similares en cuanto al tipo de obras que nos interesa. Por eso estoy muy contento», afirmó.
Ha habido una constancia en las piezas que se exhiben en Postura y geometría en la era de la autocracia tropical, con cambios según el espacio dispuesto. En el caso del Mambo, se podrán ver las obras Régimen: dramatis personae, la pieza central de las exposiciones; Avenida Caracas, Bogotá, Le Corbusier quemado en Bogotá, Los cuatro jinetes, Documental, Jamaica Letter, Avenida Libertador, Ensayando la postura nacional, el video Them as a Fountain y los dos murales de Partidos políticos desaparecidos.
Apóstol señaló que en las muestras aborda problemas políticos y de poder a través de la historia del arte o la arquitectura o a través del mundo LGBTIQ+.
«De alguna forma tomo elementos que emocionalmente están involucrados conmigo. Para mí entender el poder, entender la calle, entender el lugar al que perteneces, entender la ciudad y entender el país no pasa por una línea directa. Yo, tú y cualquiera logramos percibir a través de un background que evidentemente está condicionado por nuestra edad, género o nivel sociocultural», dijo el artista.
En el contexto actual global, con la proliferación de imágenes en Internet, la transgresión de la privacidad o los discursos de poder moviéndose a gran velocidad en las redes sociales, el arte permite generar una discusión y debates tomando ideas específicas, opinó Apóstol.
La idea, continuó, puede ser a través de un libro o de un trabajo propiamente de arte: «Lo importante es crear una idea que pueda ser debatible, discutible y que pueda generar un impacto y modificar, si cabe, el pensamiento sobre otra persona».
Aunque le interesa seguir mostrando su trabajo en Venezuela y confrontarlo con la escena local, como ha hecho en la galería Beatriz Gil, el artista dijo que su obra puede resultar incompatible con un museo nacional tomando en cuenta que cuestiona las líneas de poder, no solamente actuales, sino de la democracia o la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.
«De alguna manera lo que vivimos hoy día es herencia, o la suma, de lo que vivimos previamente. De alguna manera todos son momentos sobre los que se puede debatir y cuestionar cosas. El hablar de poder y cuestiones del poder actual me parece que es incompatible en espacios controlados por ese poder», expresó.
Recordó, no obstante, como un momento especial la exposición 40 modelos políticos pintados en la pared, que se realizó en la galería Beatriz Gil en 2022: «La receptividad fue tremenda, increíble, pero de alguna manera no deja de ser un sector de la ciudad y en un espacio muy limitado. Lo suyo (lo de esta exposición) sería en espacios más grandes que pudiesen manejar una audiencia más global. Pero de momento quedé muy satisfecho con la exhibición en Caracas».
Subrayó que en una oportunidad consideró esta exposición como la «muestra más hermosa que he tenido en una galería».
En la Bienal de Cuenca
Recientemente Apóstol participó en la Bienal de Cuenca, Ecuador, donde obtuvo el Premio Adquisición por su obra Ser latino es estar lejos, en la cual abordó las distintas rutas migratorias que hacen tanto venezolanos como latinoamericanos por el continente.
Su idea fue plantear que los verdaderos mapas no son los físicos sino los orales, es decir, a medida que las personas atraviesan las rutas deben comunicarse entre sí para obtener los contactos necesarios que les permitirán llegar a la meta.
«De alguna manera te apoyas en los contactos que llevas personalmente. Esos contactos se obtienen a través de múltiples negociaciones que hay en esas rutas. Dificulto que sea a través de un plano en la mano, sería a través de resolver pequeñas rutas por medio del contacto humano, de la negociación diaria y de la oralidad que permite todo ello», dijo.
Preguntado sobre si será posible verlo de nuevo en la Bienal de Venecia, Apóstol indicó que espera que algún día el Pabellón de Venezuela vuelva a darle cabida al arte contemporáneo, «de una manera regular, consensuada y seria, como fue muchísimas veces en períodos anteriores».
Señaló que le parece muy bien que este año vaya Juvenal Ravelo, cuyo trabajo considera loable y destacó su compromiso social. Pero opinó, asimismo, que este evento debería ser entendido como un lugar en el que se debaten las últimas tendencias del arte contemporáneo.
«Todos los países tratan, y digo tratan debido a que es irregular porque son escogencias de cada país, de hacer envíos que giren alrededor de esa idea y la exposición central siempre gira en torno a esa idea: discursos que realmente tensionen la historia del arte contemporáneo», expresó.
En ese sentido, concluyó, muchos de los envíos al Pabellón de Venezuela en los últimos años han ido en una dirección contraria. «No cuestiono para nada el trabajo de Juvenal ni su figura, sino la pertinencia de lo que busca esa cita en Venecia».