Respaldado por el éxito de taquilla de su filme Sound of Freedom (Sonido de libertad) y sin querer valorar en las polémicas políticas en que se ha visto envuelto, el director mexicano Alejandro Monteverde destaca en una entrevista con EFE que la cinta es «una odisea cinemática» y que, pese a la dureza de su temática, «es un vehículo de inspiración».
«Es una odisea cinemática que explora una temática fuerte, pero el vehículo es un vehículo de inspiración, de esperanza. Es una película que, al terminar, te deja en un estado de reflexión y te invita a ser parte de un diálogo social, a partir del cual podríamos crear un cambio», comenta a EFE durante una reciente visita a Argentina, con motivo del estreno del filme en varios países latinoamericanos.
El tráfico de niños en América Latina es el tema principal de esta película, que tiene al actor estadounidense Jim Caviezel en el papel de protagonista, que está producida por el polémico actor mexicano Eduardo Verástegui y que fue estrenada en Estados Unidos a comienzos de julio.
«Una travesía»
Sound of Freedom está basada en hechos reales, a partir de un operativo hecho en Colombia por el activista y antiguo agente especial del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos Tim Ballard para rescatar a jóvenes de una red de esclavitud sexual.
Rodada en 2018 y posproducida en 2019, la película tuvo muchos problemas de distribución, ya que, pese a un acuerdo inicial con Fox Internacional, la compra de esta compañía por parte de Disney -que no la consideró apropiada para su público- dejó sin fecha su salida al mercado.
Finalmente, la entrada de la compañía independiente Angel Studios en el proyecto permitió su lanzamiento este 2023.
«Salimos contra Indiana Jones y Misión: Imposible y hasta hoy creo que sobrepasamos las dos. Ha sido una travesía. Esto es surreal», explica el realizador mexicano.
Monteverde (Tampico, 1977), cuya primera película, Bella, tuvo un gran éxito en el Festival de Cine de Toronto en 2006, resalta que «lo más importante en un proyecto de este tipo» era generar en la audiencia «un estado de reflexión» y que, según la opinión de los espectadores, «se logró».
«Quería recordarle a la audiencia constantemente: ‘Estás viendo una película’. Es como crear una ópera sobre algo intenso, oscuro; y para mí la cinematografía en esta película era vital», comenta acerca del «gran trabajo» desarrollado por el español Gorka Gómez en la dirección de fotografía.
Para el director, la participación de Caviezel en el filme fue algo muy personal, ya que, aunque él no lo consideraba apropiado para recrear a Ballard -por las diferencias físicas entre ambos-, la «emoción fuerte» que sintió el protagonista de La delgada línea roja (1998) o La pasión de Cristo (2004) cuando hablaron sobre el trabajo le sirvió para darse cuenta de que «no había nadie mejor para hacer este papel».
«Él, como buen actor, se agarró mucho de Tim para aprender», explica Monteverde, quien agrega que así pudo «interpretarlo lo más genuino» posible. «Fue muy interesante», asevera.
La polémica
El perfil ultraderechista de Verástegui, que mantiene estrechos vínculos con el expresidente estadounidense Donald Trump y con el candidato libertario a la Presidencia argentina, Javier Milei, así como las convicciones ultracatólicas de Caviezel, cargaron la película de una polémica que al director le «dolió mucho».
«Yo no sabía que el tráfico de niños y el tráfico de seres humanos le pertenece a ningún grupo político», comenta el realizador mexicano, quien agrega que «cuando la película salió quisieron etiquetarla», pero «el público rompió esas etiquetas».
Monteverde apunta que él no participa «en política» y se aferra a la taquilla, en la que su película ha recaudado ya 180 millones de dólares -frente a los 15 que costó su realización-, para comentar que «demuestra que las etiquetas están completamente equivocadas», ya que «no puedes llegar a esa taquilla solamente con un grupo».