Cuando Jerry Maguire, la película de Cameron Crowe, recaudó más de 270 millones de dólares y recibió cinco nominaciones a los premios Oscar, el guionista y director firmante obtuvo la libertad para hacer su película más personal: Casi famosos, una crónica de sus aventuras de los principios de los setenta, cuando era un escritor adolescente para Rolling Stone, y entrevistaba a artistas como David Bowie, Led Zeppelin, Joni Mitchell y otros. «Jerry Maguire me dio una línea de crédito», recuerda Crowe por teléfono desde su casa de Los Ángeles. «Y pensé: ‘Voy a usarlo, porque nunca más voy a poder hacer esta película, es ahora o nunca. Esta es muy personal, y voy a tratar de no gastar mucho dinero'».
Casi famosos llegó a los cines en 2000, y a pesar de los elogios de la crítica y las cuatro nominaciones a los Oscar, no tuvo éxito en la taquilla. «Todo el mundo fue a ver un relanzamiento de El exorcista en esas semanas», dice Crowe. «Fue como si el largo brazo del 73 hubiera vuelto para darnos una cachetada». Pero veinte años después, Casi famosos se transformó no sólo en un filme de culto, sino en una de las películas más adoradas de su época. «Teníamos todas las de perder, pero ganamos apoyo con los años», dice. «Nunca fue tan popular como ahora».
Crowe ha estado trabajando en una adaptación de la película para Broadway. Ahora que Casi famosos cumple 20 años, el director y guionista la recuerda con una mezcla de orgullo y nostalgia: «Está escrita desde la perspectiva de decir: ‘Tengo la oportunidad de hacer esto, como tuve la oportunidad de hacer periodismo y quiero izar una bandera por toda la gente que me ayudó y me allanó el camino, como el amante de la música que yo era’. Creo que la gente la descubrió y conectó con su propio amor por la música, y eso es lo que más orgullo me da».
—Me imagino que al principio la gente sintió escepticismo por Casi famosos.
—Peter Frampton recuerda que nosotros solíamos juntarnos a criticar a todos los que intentaban hacer una película sobre rock desde un punto de vista supuestamente auténtico. Así que cuando le dije «ven a trabajar con nosotros en esta película, se trata sobre ser joven en la escena del rock de 1973», me dijo: «¿Qué? ¡Te volviste uno de ellos! ¡Vas a tratar de capturar algo que no se puede capturar!». Mientras hacíamos la película, tenía esa idea en la cabeza.
—Casi famosos apareció en una época de películas sobre adolescentes y películas de acción con mucho presupuesto. ¿Sentías que ibas contra la corriente?
—Absolutamente. Cuando a la película no le fue bien en los cines, no me sorprendió. Pero la idea era que esta era un regalo por Jerry Maguire. Steven Spielberg estaba empezando en DreamWorks y dijo: «Filma cada palabra». Y después, cuando perdimos a Brad Pitt (quien iba a interpretar el papel que luego hizo Russell Hammond), no tuvimos ninguna presión para encontrar a otra estrella. Spielberg dijo: «La estrella es el guion».
—Cuando hacías esas entrevistas para Rolling Stone, ¿alguna vez pensaste que serían buenas para una película?
—Jamás. Porque en ese momento mi sueño era publicar una nota en Rolling Stone. Estuve trabajando en un libro de memorias de aquellos años en San Diego, así que estuve revisando mucho cosas viejas. Encontré una agenda de 1973. ¡Está repleta de cosas! Cosas como: «Jimmy Page entrevista telefónica. John Prine, Bonnie Raitt». Todos los días, para mí, poder entrevistar a estas personas cuya música yo adoraba era como ser un niño suelto en una tienda de golosinas.
—Pero no sólo los adulabas. Les hacías preguntas bastante difíciles.
—Cuando desafías a alguien como Joni Mitchell, cuanto más dardos haya en una pregunta, mientras respete la música, mejor para ella. A ella le encanta responder cosas así. Me gusta que te haya llamado la atención eso, porque yo siempre me sentí muy orgulloso de las investigaciones. En esa época especialmente (más que ahora), había mucha gente que cubría música y que dudaba de la investigación. Mucha gente criticaba a Led Zeppelin. Así que abrías una revista, incluyendo la Rolling Stone, y siempre había alguien a quien no le gustaba. Por eso, cuando veían a alguien que tenía un cuaderno grueso repleto de preguntas escritas a mano, piensan: «OK, bueno, al menos ahora hay alguien que conoce nuestra música».
—¿Hubo algo que hubiera ocurrido en los setenta y que fuera demasiado loco como para incluirlo en Casi famosos?
—Hay muchas cosas que no pasaron en 1973; yo armé un compuesto con todo, una mezcla de cosas. Yo no manejé hasta los 18 años de edad. Así que cuando cubrí a Bowie para la revista y para Playboy, iba en el auto de él. Él se quedaba toda la noche grabando Station to Station y después, en un Volkswagen amarillo, me llevaba con el tráfico de la mañana a la casa de Neal Preston, el fotógrafo, donde yo paraba. Yo miraba a mi alrededor, y ahí estaba Bowie, con el pelo teñido de rojo, en un pequeño escarabajo amarillo viajando al lado de abogados camino a la oficina. No es una imagen de los excesos del rock, pero es algo que no te imaginarías. Pasaban muchas cosas así, en las que yo pensaba: «Nadie me va a creer esto, pero está pasando ahora». Estuve escuchando algunas cintas de la entrevista con Bowie. Durante la entrevista, él compone una canción para mostrarle al periodista de Rolling Stone cómo compone una canción. Y en la cinta hay una canción que nadie había escuchado antes, y que él compuso para mostrarme cómo hacía su trabajo. Esos momentos son invaluables.
—¿Cuáles son las principales diferencias entre tu y William Miller, tu personaje en la película?
—Yo podía ser, a veces, un poco payaso. Pero dudo que fuera tan poético como Patrick (Fugit, quien interpretó a Miller) en el sentido de abrirme al mundo y sentir la maravilla de la vida. Yo me sentía de la manera que Patrick actuó. Era alguien que trataba de encajar y que encuentra un lugar en el mundo en el que encaja. El personaje es eso.
—La película tiene muchas canciones de Led Zeppelin. Viajaste a Londres para mostrársela a Jimmy Page y Robert Plant. ¿Cómo reaccionaron?
—Sabíamos que corríamos un riesgo. Había cuatro canciones de Led Zeppelin. Danny Bramson (el productor de la banda de sonido) se aseguró de que la comunicación fuera buena. Fuimos a ellos como quien pide limosna. Lo sincronizamos para que ocurriera un día del año en el que Jimmy y Robert se reunían, y revisamos viejas cintas de Zeppelin y hablamos. Al final del día, vinieron a ver la película en el sótano de un hotel. Éramos Joe Hutshing, el editor, Danny y yo. Estábamos en la última fila, y Jimmy y Robert en fila tres, juntos. Se inclinaban para decirse cosas y nosotros veíamos el contorno de sus cabezas hablando en privado, y pensábamos: «Oh, estamos jodidos. Deben estar pensando en cómo bajarse del proyecto». Después vino la escena de «I Am a Golden God», y Plant se rió. Una risa genial. Y nosotros nos miramos y dijimos: «¡Dios mío! Seguimos bien. Estamos bien». Después vino la escena en la que Jeff Bebe dice: «Russell, te tienen ahí arriba diciendo: ‘Soy un Dios Dorado’. Y Billy [Crudup] dice: «Yo no dije eso, ¿o sí?». Y Plant dice: «¡Lo dije yo!». [Risas] Nos chocábamos los cinco en silencio. Cuando termina la película, los dos estaban sonriendo. Plant camina por el pasillo, llega hasta nuestra fila, y dice [Crowe hace una perfecta imitación de Robert Plant]: «Cameron, ¿tu mamá era así en serio?». Yo le dije: «Así, y más». Se rió, miró a Jimmy y dijo: «Tengo una botella de quaaludes desde los setenta. Creo que voy a ir a casa a tomármelos».
—¿Cómo se aseguraron los derechos de la música?
—Nos llevaron a un bar en la otra cuadra. Dijeron: «Bueno, ‘Stairway to Heaven’ tenemos que decir que no, porque es demasiado. No hacemos nada con ‘Stairway to Heaven'». Y pensamos: «Ooops». Y Page dice: «Pero me gustaría darles otra canción que tiene una onda acústica. Esa se la damos gratis». Reemplazó «Stairway to Heaven» por «Bron-Yr-Aur». Esa nos la dio gratis, para que la película tenga textura, lo cual fue fantástico. Y después salimos a caminar por la calle. El resto de la reunión hablamos de cuánto nos gustaba Jeff Buckley. Fue, oficialmente, la noche más cool de mi vida, o la menos, no lo sé. Fue un verdadero salvavidas, porque sin Led Zeppelin, no sería la misma película.
—Neil Young tenía originalmente un papel, ¿no?
—Neil iba a venir al camerino en Cleveland con una esposa joven. Él es Harry Hammond, el padre alejado de Russell Hammond. Elogian el show, pero la esposa joven mira a Crudup, y él la mira a ella; y se da cuenta de que el padre está perdiendo, que está subiéndose al éxito de su hijo. Es un momento descorazonador ver lo que el éxito le hace a un padre distante. Era una linda escena. Betsy Heimann había armado el vestuario de Neil Young, tenía ropa y todo, y nos canceló el mismo día. Pero nos dio la acústica «Cortez the Killer» y revisó sus archivos para encontrar la toma perfecta, la mezcló y nos la cedió. Nos dio y nos sacó.
—¿Por qué piensas que la escena de «Tiny Dancer» conecta con tanta gente en Casi famosos?
—Primero, por Herb Ault (jefe de máquinas) y Randy Woodside (iluminador principal), y porque el equipo de cámaras le puso al bus un aparato para poder filmar desde el techo. Podíamos flotar entre la gente, y por eso no tiene tantos cortes, y parece como un sueño. También, la película trata sobre el amor por la música, y es la música lo que los reúne.
—Es difícil creer que las frases: «Me tengo que ir a casa» y «Ya estás en casa» hayan sido improvisadas.
—Ahí yo les grité: «Prueben eso». Es una lección, lograr tanta comodidad en el mundo como para que la película y los personajes estén simplemente hablando. Uno siente lo que ellos podrían decir.
—»Tiny Dancer» no era tan popular como ahora.
—No era un hit establecido, pero capturaba muy bien su época. Hay que reconocer que, cuando Elton John vio la película, dijo: «Es tan cool. Siempre me encantó ‘Tiny Dancer’. Esto es muy importante para mí». Y cuando toca la canción, nos da un crédito enorme. «Esto es por la película Casi famosos«, decía. Y nadie hace eso, pero él sí. El es genial.
—¿Alguna vez pensaste en el futuro de Stillwater? ¿Tuvieron un período de hair-metal o un disco con Rick Rubin?
—Farrington Road (el tercer disco de Stillwater) era el principio de su expansión. Como esos discos en los que en la tapa no aparece el grupo. Creo que después de eso, probablemente harían un disco conceptual, su Tales From Topographic Oceans, gracias al éxito de «Fever Dog» y «Love Thing». Después hacen un disco doble, liderados por Jeff Bebe, pero con muchos temas instrumentales de Russell. No lo compra nadie. El grupo se disuelve durante muchos años. Intentan varias reuniones, quizás un disco en los ochenta. Después hacen una gira con House of Blues y otros grupos pequeños, como la banda del baterista Silent Ed. Silent Ed se transforma en Stillwater. Y Bebe sigue una carrera solista. No sé todavía Russell. Quizás se une a los Eagles. [Risas] Es como el Joe Walsh de otra banda.
—Al ver Casi famosos ahora, ¿piensas que hay una doble nostalgia, nostalgia por el año 2000 y por tu vida adolescente?
—Sí, y además hay una tercera capa, por la obra de teatro. Así que viví esto tres veces. Creo que es hora de parar. [Risas] No. Es hora de madurar. Con esa película y esa historia yo siento que estoy devolviendo algo. Es un gran «Gracias». Es un mensaje puro para los amantes de la música. Y para el periodismo, porque Jann Wenner me dio libertad con Led Zeppelin. Y también para mi mamá y mi papá. Gente que confió en mí. Yo traté de hacer eso para otros en mi vida. La película es una versión de eso.
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