Por Waldo Contreras
En el presente milenio, los cambios que se han venido generando en el sistema educativo han estado estrechamente interconectados con la evolución tecnológica que ha experimentado la sociedad informática, circunstancia que ha exigido la tarea de buscar alternativas que permitan lograr un óptimo aprendizaje a través de la innovación sobre la base del avance tecnológico, logrando así grandes y significativos cambios en el proceso educativo.
Autores como Citton (2016), ya se habían adelantado, al declarar que en estos últimos veinte años, la expansión de la demanda de servicios de consumo terciario, la toma de conciencia del agotamiento de los recursos naturales, los efectos negativos de la industrialización, las nuevas formas de organización, distribución de la información, junto a la cada vez más sofisticada e innovadora oferta de productos y servicios informáticos, han dado lugar al advenimiento de la llamada sociedad digital, ha producido una importante y profunda transformación de los procesos de producción económica, de la cultura, formas y patrones de vida de los ciudadanos y de las relaciones sociales.
La misma autora refiere, que entender la naturaleza del desarrollo tecnológico no es una tarea fácil, debido al papel que ha jugado en la historia de la humanidad, y en efecto, para entender la naturaleza del desarrollo tecnológico, es preciso considerar su impacto en la sociedad, y su necesidad, ya que hoy día no se puede percibir la vida del ser humano sin el uso de la tecnología.
Es evidente la implementación de las Tecnología de la Información y la Comunicación (TIC) en los procesos educativos, y supone ya un pilar fundamental en el impulso de cualquier actividad educativa, pero dependerá de una adecuada gestión de estos nuevos activos tangibles e intangibles, conformados por equipos y programas especializados que posibilitan el éxito de las TIC en la educación.
Sin duda, en un mundo dinámico en cual se desenvuelve el ser humano, se hace necesaria la preparación de un individuo que pueda recibir y procesar cualquier información de manera consciente, y que fortalezca el capital intelectual dentro de las instituciones, en especial las educativas, que contribuyan a formar los individuos para enfrentar todos los fenómenos que suceden a su entorno.
Según la Unesco (2018), en las instituciones universitarias el impacto de la Tecnología de la Información y la Comunicación, han ido más allá de la simple transmisión de conocimientos; en efecto, es una actividad compleja que requiere para su ejercicio, la comprensión de la gestión tecnológica presente. Aporta herramientas para el desempeño de la organización en forma efectiva, por lo que es preciso hacer énfasis en los aspectos metodológicos y prácticos que van a determinar el éxito de una organización basada en la preparación del docente universitario en torno al uso eficiente de las TIC.
Es importante señalar, que es difícil concebir la posibilidad de emprender marcha atrás, por cuanto la adopción de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación, es imparable y necesaria, dado que los esfuerzos siguen siendo indispensables, pues aun cuando un gran número de instituciones educativas ya forman parte de esta tendencia, muchas están aún atrasadas. Por tanto, las tecnologías en la sociedad de la información aparecen como un auténtico motor de las instituciones de educación universitaria, en las cuales recae en gran medida la obligación de gestionar el cambio para dar posibilidad a los recursos humanos de desarrollar sus habilidades creativas e innovación, por ello, la administración pública o privada tiene el papel de concienciar a la sociedad en su conjunto sobre el uso adecuado de la tecnología su importante e impacto en el desarrollo de la sociedad. Aquí, la importancia de iniciativas privadas como TETRA, que están impulsadas a orientar y minimizar esta premisa.
Este impulso tecnológico, impresiona todos los espacios de la vida y a miembros de la colectividad, y en el futuro inmediato se vislumbra que su influencia sea mayor. De ahí, que los actuales estudiantes como ciudadanos del siglo XXI, tengan unas debilidades motivacionales y una actitud hacia las TIC completamente diferentes a los de hace tan solo unos años.
Aunque ha sido lenta la aceptación de este impulso tecnológico (Valiathan, 2014), también es cierto que en la actualidad los centros educativos se revelan razonablemente eficaces en los procesos de socialización, integración, educación afectiva, formación ética y valores. Sin embargo, los procesos, los materiales y las herramientas de aprendizaje aún se pueden optimizar para adaptarse a esta nueva realidad. Por tanto, la universidad venezolana necesita actualizar sus modelos pedagógicos y curriculares para afrontar este gran reto. Su gran impacto, destaca Castells (2017), como medio de comunicación e información en todos los ámbitos de nuestra vida, hace difícil que podamos actuar eficientemente prescindiendo de ellas; de hecho vivimos inmerso en esas tecnologías.
Por consiguiente, en la sociedad del conocimiento persiste la búsqueda de implementar en todos los contextos y en todas las culturas, nuevos canales de comunicación y extraordinarias fuentes de información, haciendo de ello, el motor de impulso para las grandes sociedades que cada día experimentan las innovaciones tecnológicas a pasos agigantados.
Como consecuencia de lo anteriormente señalado, habrá que diferenciar con claridad el uso educativo que se le da a las TIC, como un aspecto clave para mejorar la actividad universitaria, ya que son importantes para optimizar la mediación, producción, difusión de los conocimientos, generados en las diferentes casas de estudio.
De esa manera, en el último siglo, la ciencia y la tecnología se han desarrollado de manera vertiginosa, en muchos sectores, como el productivo, el de las comunicaciones y fundamentalmente en el sector educativo, en donde en los países desarrollados el uso de las tecnologías es más frecuente y efectiva, siendo las universidades las más habituadas a su uso minimizando la brecha digital, entre las poblaciones y facilitando el acceso a la información.
Es por eso que, los estudiantes de las instituciones universitarias necesitan herramientas nuevas para prepararse, compartir sus experiencias, debatir problemas y buscar soluciones que agilicen y faciliten su labor. Estas herramientas deberían facilitar el paso de un trabajo individual, del conocimiento enclaustrado, al trabajo colaborativo y las comunidades de aprendizaje, modelo que se ajusta más a la nueva realidad social. De ésta manera, se hace obligatorio explicar lo que ocurre a nivel internacional, reconociendo que en otros países el sector educativo está a la vanguardia en las tecnologías de punta, progresando con las TIC, beneficiando la educación continua, al brindar herramientas que permiten la aparición de entornos virtuales de aprendizaje, el cual se contextualiza como espacios de acceso delimitados, concebidos y diseñados para las personas que convengan a él, para desarrollar procesos de incorporación, libres de las limitaciones del tiempo y del espacio que exige la enseñanza presencial tradicional.
Dentro de esta perspectiva, se consideran los entornos virtuales de aprendizaje como ambientes basados en la Web, donde los estudiantes comparten las experiencias de aprendizaje con otros en un espacio de comunicación telemática que promueve la cultura de la participación, colaboración, diversidad y otros.
Cabe destacar, que en el ámbito educativo universitario, acota González (2011), la cantidad de información que se genera a diario es muy vasta, los profesores se ven forzados a modificar su rol, colocando la aparición del docente como generador de material digital de altísima calidad difusor de cultura asociada a la tecnología.
En consecuencia, las universidades venezolanas requieren de estudiantes con nuevas habilidades, que accedan, cada vez más rápido a la información, cuestionando seriamente los métodos de enseñanza tradicionales, los cuales limitan la expansión de esas habilidades. Por consiguiente, parece indiscutible que las instituciones educativas, cualquiera sea su naturaleza, no pueden permanecer al margen de esta nueva realidad, si quieren cumplir una función relevante. Esta posición revela un proceso de modernización como valor en sí mismo, con la que se confía a las TIC la solución de los grandes problemas. Incluso, los profesores se ven imposibilitados de interactuar de forma asincrónica con sus estudiantes a través de estos entornos, pues los estudiantes presentan evidentes debilidades en cuanto a las competencias para acceder a ellos, requiriéndose por tanto un conocimiento más preciso sobre los diferentes aprendizajes que éstos propician: e-learning, b-learning, los cuales permitirán la construcción de saberes, aun cuando se encuentren ausentes del aula de clase; razones suficientes para destacar la importancia de los entornos virtuales de aprendizaje en los procesos de modernización curricular de las instituciones educativas universitarias, en sintonía con las demandas de la sociedad mundial, y de eventos o momentos trascendentales, como los que vivimos en la actualidad con pandemias nefastas, que obligan a las personas a quedarse en casa, sin dejar de avanzar y actualizarse. Venía el lobo, y el lobo llegó.