Cuando aparecen tecnologías nuevas que tienen la capacidad suficiente como para tener protagonismo en nuestro día a día, también surgen dudas sobre cómo afecta la proliferación de dispositivos impulsados por IA y si está acelerando el ritmo al que se genera basura electrónica. Este fenómeno plantea a priori una situación de desafío para el medioambiente, y la pregunta que queda en el aire es si se puede gestionar esta tecnología de forma responsable y sostenible. ¿Quieres saber la respuesta? Te contamos algunas claves para que puedas conocer un poco más sobre esta inquietud.
1. ¿Por qué la IA incrementa la basura electrónica?
La IA necesita procesadores especializados, chips avanzados y dispositivos de almacenamiento capaces de manejar grandes cantidades de datos en tiempo real. Para soportar el peso de estas demandas, las empresas invierten constantemente en hardware de última generación. Sin embargo, la vida útil de estos dispositivos es limitada, y una vez obsoletos, terminan en vertederos como basura electrónica. Esta aceleración impulsa un impacto medioambiental importante, puesto que muchos de estos componentes contienen materiales tóxicos que, si no se gestionan correctamente, pueden contaminar suelos y aguas subterráneas.
2. Impacto en la producción de dispositivos y el medioambiente
La demanda de dispositivos electrónicos no solo aumenta debido a la IA, también lo hace por la rapidez con la que se lanzan nuevas versiones. El ciclo de vida de un dispositivo que incorpora IA puede ser tan corto como unos pocos años. Según algunos estudios, la producción de basura electrónica podría multiplicarse hasta por mil en los próximos años debido a la aceleración en el desarrollo de la IA. Tampoco es algo que sorprenda, porque es la consecuencia que conlleva prácticamente cualquier dispositivo electrónico que usamos en casa: lavadoras, televisores, teléfonos móviles… todos comparten un ciclo de vida más corto que largo, y se suman a una larga lista de objetos contaminantes en mayor o menor medida.
3. ¿Es posible una IA responsable?
Como ocurre con cualquier tecnología o aparato tecnológico, hay que tener la capacidad de desarrollar su potencial beneficioso y tratar de reducir al mínimo su huella contaminante. La IA sí puede aplicarse de manera responsable para mejorar la vida de las personas. Las aplicaciones que más benefician son aquellas que no necesariamente dependen de ciclos cortos de actualización tecnológica. Un ejemplo concreto es su uso en el sector de la salud, donde la IA ayuda a diagnosticar enfermedades y personalizar tratamientos sin la necesidad de generar grandes cantidades de dispositivos desechables. Otro caso interesante es su aplicación en el sector del entretenimiento, como en ocurre en el casino online de Betsafe, donde la IA permite a la marca personalizar la experiencia de usuario, ajustando la oferta de juegos en función de las preferencias individuales sin recurrir a dispositivos físicos extra.
4. ¿Qué se puede hacer para minimizar el impacto?
Para enfrentar este reto, las empresas y los gobiernos tienen ahora el deber social de fomentar políticas de reciclaje de componentes electrónicos, así como incentivar el desarrollo de hardware más duradero. Algunas alternativas pueden ser la creación de dispositivos modulares, que permitan sustituir componentes específicos sin necesidad de desechar el aparato entero. De la misma forma, la industria de la tecnología debería explorar materiales biodegradables o reciclables para la construcción de dispositivos de IA, reduciendo así su impacto ambiental a largo plazo.
5. La IA puede ser parte de la solución
Curiosamente, la IA misma puede aportar soluciones para el problema que genera. Existen proyectos en los que la IA se utiliza para optimizar el reciclaje de basura electrónica, mejorando la clasificación de materiales y facilitando su recuperación. Además, la IA ayuda a prever la demanda de nuevos dispositivos, ajustando la producción y minimizando el desperdicio innecesario. Esto es un recordatorio de que la tecnología, bien empleada, puede volverse una aliada en la gestión de sus propios efectos.