Semejante a lo que hoy entendemos como un edificio inteligente, una ciudad inteligente o una oficina inteligente, los hospitales inteligentes son aquellos que utilizan los recursos de las nuevas tecnologías para cuatro principales objetivos: uno, alcanzar una gestión cada día más eficiente, en todas las categorías posibles; dos, prestar mejores y más rápidos servicios a una mayor cantidad de usuarios; tres, reducir el gasto de energía, el impacto ambiental, de los insumos y los medicamentos; y cuatro, establecer las bases para aumentar sus capacidades de respuesta, dado que, con el aumento de la población y el incremento del tiempo de vida promedio de la población -tasas de envejecimiento- es previsible que la demanda sobre los servicios hospitalarios aumentará en los próximos años.
Basta con detenerse en los datos disponibles de los procedimientos quirúrgicos por países, para comprender que ahora mismo la demanda sobrepasa con creces a la oferta disponible. En los países pobres y muy pobres, entre 1 y 2% de la población de la población mayor de 21 años, recibe alguna respuesta quirúrgica, con o sin hospitalización, por año. Todo ello sin sumar a las emergencias, que muchas veces requieren el uso de un quirófano. En países desarrollados, ese promedio puede aumentar hasta 8 y 9%, especialmente en aquellos que tienen un número considerable de personas mayores de 80 años: Chile, Argentina, Estados Unidos, España, Italia, Japón y otros.
Un hospital inteligente es una institución completamente interconectada, lo que permite a cada una de sus áreas planificar su actividad, desde el número diario de ingresos y egresos, hasta variables logísticas y operativas como la disposición de insumos médicos o la cantidad de desechos que generará en cada jornada. Ya hay hospitales en Estados Unidos que, con un error menor al 1%, conocen el número de visitantes que tendrán cada día, incluyendo a los acompañantes, el número de botellas de agua o de tazas de café que consumirán, o la cantidad de personas que harán uso de los baños en las áreas comunes.
Inteligencia proveniente de los datos
La característica más relevante del hospital inteligente es que la toma de decisiones ocurre fundamentada en la ciencia de los datos. De la recopilación y análisis de datos dependen, por una parte, la eficiencia de los procesos operativos, la reducción al mínimo de los tiempos de espera, la eliminación del congestionamiento de personas en salas de espera, la consolidación de la seguridad biológica dentro de las instalaciones, la optimización de todos los recursos del hospital: agua, electricidad, telefonía, papel, equipos e insumos del personal sanitario, alimentos e inversiones en mantenimiento. El hospital inteligente se concibe para recuperar la salud del paciente con más garantías, en menor tiempo y con un uso más controlado de los recursos.
Las mencionadas hasta aquí son una parte de las soluciones que la Big Data y la Inteligencia Artificial proveerán en el camino que convertirá los grandes y tradicionales centros de salud en instituciones hospitalarias de la era digital. También habría que añadir que contribuirán a reducir la escasez mundial de personal sanitario de todo nivel; a mejorar la flexibilidad operativa (por ejemplo, para atender una emergencia masiva o la aparición de una epidemia); para proteger los datos de los pacientes, con prácticas de ciberseguridad cada vez mejor blindadas; a hacer que los presupuestos gubernamentales sean menos deficitarios; para lograr que la estadía de los pacientes en el hospital, sea menos burocrática, más cómoda y amable.
Hacia ese modelo, que tendrá un carácter planetario, están avanzando los hospitales en decenas de países de Europa, Asia y América del Norte. Hacia ese modelo tiene que avanzar América Latina en las próximas dos décadas. De no hacerlo, la brecha con respecto a los países ricos continuará creciendo, y el castigo a los usuarios no podrá ser superado.
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La era del médico influenciador
El fenómeno que comenzó como unas puntuales secciones dedicadas al cuidado de la salud, en programas de radio y televisión, y que a continuación pasó a una segunda etapa, la de programas completos a cargo de médicos que, incluso, interactúan en vivo con radioescuchas o televidentes, ha entrado en una nueva etapa: la del médico que adquiere un alto protagonismo en las redes sociales. Médicos que tienen cuentas de mucha actividad en Facebook, Instagram, Twitter o en otras redes sociales, y que alcanzan un número muy alto de seguidores.
Que haya médicos, nutricionistas, psicólogos y otros especialistas dedicados a las redes sociales, no siempre es bienvenido: hay profesionales de la salud que rechazan el uso del espacios de carácter público, para el ejercicio efímero de la profesión: hacer consultas, diagnosticar y hasta sugerir tratamientos a quienes les formulan preguntas. Sostienen: es muy riesgo e irresponsable emitir opiniones profesionales sin contar con el perfil mínimo necesario del paciente.
Los defensores y hasta promotores de la figura del médico influencer sostienen que los beneficios superan a los riesgos: mientras más profesionales de la salud actúen en las redes sociales, mayor será la divulgación de una conciencia preventiva entre los seguidores de las redes sociales, especialmente si pertenecen a las capas más jóvenes de la sociedad.
El portal Salud Digital (www.SaluDigital.es) publicó un artículo en diciembre de 2019, ¿Cómo convertirse en un médico influencer?, en el que señala las características que debe tener el profesional de la salud que decida incursionar sistemáticamente en las redes sociales.
Destaca el portal el atributo de la Regularidad: las publicaciones deben ser constantes y periódicas. Dedicación, aspecto que es primordial: las redes demandan de tiempo. Interacción: los seguidores preguntan, opinan, debaten y tienen necesidad de recibir respuestas a sus preguntas. Enfoque, que se refiere al deber de adaptarse a las características de la red en la que decida actuar. Y, por último, Actualización: el profesional de la salud debe invertir parte de su tiempo en conocer las novedades y nuevas tendencias de su especialidad, para ofrecer contenidos que compensen la fidelidad de sus seguidores.
Si se piensa bien, el lector se percatará que entre el médico influenciador y el médico telemático hay una conexión en común: ambos son expresiones de una época, productos netos de la era digital.
La era digital trae sus propias enfermedades
Tienen una malévola desventaja: aparecen y ganan terreno en silencio. Son, en alguna medida, padecimientos asintomáticos, derivados de la incorporación de los dispositivos a nuestras vidas. Las pantallas -hay personas que pasan 10, 12 y más horas al día, expuestas a la luz azul-violeta de las pantallas-; el uso prolongado de auriculares con un alto volumen; el tiempo prolongado que pasamos en determinadas posiciones o la repetición indiscriminada de ciertos movimientos -por ejemplo, cliquear sobre el ratón, están creando nuevos padecimientos musculares, nerviosos, en la audición, en la vista o en la concentración. Veamos.
Entre las enfermedades de carácter muscular destacan la Cibertendinitis, dolencia también conocida como la artrosis de la costurera, que consiste en el desgaste del tendón del pulgar, resultado del sobreuso en los teclados, especialmente sobre aparatos móviles. El empeoramiento de la enfermedad conduce a la tenosinovitis, que es la proyección dolorosa hacia los tendones de las muñecas.
Otra dolencia en abierta expansión es la llamada Cuello Smartphone, que surge de la cantidad de horas en que las personas mantienen la cabeza inclinada hacia adelante, entre 50 y 70 grados. Durante ese tiempo, la zona cervical sufre desgaste y una sobrecarga: se quintuplica el peso que debe soportar. A veces se manifiesta con fuertes cervicalgias (dolor cervical). Muy relacionadas con las dos anteriores, está la cuestión de la obesidad. La adicción a las pantallas incita al sedentarismo, primera causa de la obesidad, la diabetes y las cardiopatías.
El síndrome del túnel carpiano deriva del uso prolongado del teclado y el ratón de los ordenadores. Es más frecuente en las mujeres y se origina por la presión excesiva sobre el nervio mediano de la muñeca, lo que provoca hormigueo, entumecimiento, debilidad y hasta la parálisis temporal de los músculos de la mano. El daño del nervio cubital -también denominado neuropatía cubital-, se origina tras la flexión habitual de los codos, en ángulos que superan los 90 grados (que es característica entre los video jugadores). También causa hormigueo, debilitamiento muscular y dolores.
En el ámbito de la afección de los sentidos, es imprescindible mencionar dos: el Bud Hearing (Oído Dañado), que afecta a personas -sobre todo, jóvenes y adolescentes- que pasan horas escuchando música con auriculares, en un volumen que supera los 80 a 90 decibelios. El impacto que produce no es otro que la pérdida paulatina de la capacidad auditiva. En el caso de los ojos, la fatiga ocular es una enfermedad cada vez más común, cuya prevalencia amenaza con seguir aumentando. Es potencialmente muy peligrosa porque la tensión ocular, la resequedad de los ojos y hasta los dolores de cabeza pueden ser un preámbulo del desprendimiento de la retina.
Estas y otras afecciones que se irán manifestando durante los próximos años, nos conducen a una doble conclusión, pantallas y dispositivos, que serán los grandes aliados de nuestra vida cotidiana, también se convertirán, por uso excesivo, en los enemigos de nuestra salud. Desde ya es posible estimar las consecuencias: se pondrán en camino restricciones -en las escuelas, en primer lugar- que limitarán el tiempo que dedicamos a los instrumentos digitales.