Un artículo del profesor de Biología y Geología, Marcos Morales Peláez, en el portal www.bbvaopenmind.com, nos recuerda que vivimos en un mundo en permanente cambio. La extinción de las especies es uno de esos cambios de los que no nos percatamos, aunque siempre están ocurriendo. Pero ocurre que hay momentos en que se producen extinciones masivas, que afectan a un número considerable de especies.
“Según los paleontólogos, para que se dé una gran extinción en masa debe de perderse más de 75% de las especies presentes en un intervalo de tiempo corto. Según los mismos, esto se ha dado 5 veces en los últimos 540 millones de años por diferentes desastres naturales. No pararemos a relatarlos todos, pero sí citaremos el último de ellos, y quizá el más conocido, que dio lugar a la extinción de los dinosaurios durante el cretácico por el impacto de un meteorito”.
En ese caso, se trató de un hecho de aplastante evidencia. Pero, se pregunta el autor, ¿las extinciones ocurren a consecuencia de factores tan categóricos e inequívocos? ¿Es posible que la sexta extinción esté ocurriendo sin que ella sea visible para nosotros?
“Ya en 2011 el artículo Has the Earth’s sixth mass extinction already arrived?, publicado por la revista Nature, presentaba un detallado estudio comparativo de la tasa de extinción de procesos pasados, frente a la posibilidad de que en la actualidad se estuviera dando uno mediante análisis de datos. La conclusión de dicho artículo era clara, la tasa de extinción actual era mayor a la esperada en función del registro fósil”.
En otro artículo, de cuatro años más tarde, esta tesis fue ratificada. “En 2015, la revista Science Advances publicaba Accelerated modern human–induced species losses: Entering the sixth mass extinction. En este revelador artículo, los autores realizaron un exhaustivo análisis de los datos proporcionados por la IUCN sobre la extinción de vertebrados desde el año 1500. Los resultados del trabajo fueron desoladores. Según esta información, desde 1500 se habían extinguido un total de 338 especies de vertebrados. Además, se contaba con un total de 279 especies que se encontraban en la categoría de “extintas en libertad” o en la de “posiblemente extintas”. Es decir, un total de 617 especies de vertebrados de las cuales la mayoría se habían extinguido en los últimos 114 años. Con un rápido cálculo, los investigadores establecieron que dicha tasa de extinción es 100 veces mayor a la habitual, lo cual supuso una prueba irrefutable para establecer que nos encontramos en un proceso de extinción en masa.
¿Qué ha provocado este declive de la biodiversidad?
La respuesta a la pregunta la ofrece el catedrático de Paleontología de la Universidad de Zaragoza, Eustoquio Molina: “La causa de la sexta extinción son los humanos, o mejor dicho, la actividad humana, responsables de tres procesos: “El primero de ellos sería la gran distribución que los humanos tuvieron por todo el planeta hace 100 mil años y que mediante la caza acabó con los grandes mamíferos del pleistoceno. En segundo lugar, el desarrollo de la agricultura hace 10 mil años y su expansión a nivel global menguó notablemente la biodiversidad de muchas regiones, las cuales fueron deforestadas para realizar plantaciones de monocultivos. En tercer lugar, la revolución industrial, y consecuentemente, el calentamiento global, que puede culminar con un gran nombre de especies incluyendo entre estas a la nuestra”.
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¿Dejaremos de consumir carnes rojas?
¿Cuánto impacto tienen los alimentos en la emisión de gases de efecto invernadero? Veamos las siguientes cifras: 25% de todas las emisiones globales vienes de alimentos; de ellas, 58% procede de productos animales; y 50% de las emisiones proviene de los ganado vacuno y ovino.
Un despacho de BBC News Mundo explica que “cambiar la producción de alimentos es esencial para salvar al planeta de una catástrofe climática. La advertencia es de los autores del Informe sobre uso de la tierra, divulgado por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés)”. El citado dossier fue producido por más de 100 científicos. Allí se sostiene que el alto consumo de carne vacuna y productos lácteos, de modo particular en los países de mayor ingreso, está alimentando la crisis climática.
“No le estamos diciendo a la gente que deje de comer carne. En algunos sitios no tienen otra opción. Pero es obvio que en Occidente estamos comiendo demasiada carne”, señaló Pete Smith, catedrático y uno de los autores del informe.
Pero, ¿cómo incide la producción de carne vacuna en el cambio climático? El ganado libera metano, un potente gas de efecto invernadero, y la desforestación, por ejemplo en la Amazonia, está asociada en muchos casos a la expansión de tierras para ganadería.
El IPCC pone sobre el tapete otros factores que están empeorando el calentamiento global: el mal manejo de los suelos en la agricultura, el cual disminuye su capacidad de absorber carbono, y la desforestación. No será suficiente reducir la quema de combustibles fósiles para enfrentar el calentamiento global.
“La disponibilidad de tierra es limitada, la población humana se expande, y todo esto sucede con el factor sofocante de una emergencia climática. Los ecosistemas terrestres nunca estuvieron ante una amenaza tan grande”, expresó Dave Reay, profesor de la Universidad de Edimburgo y uno de los expertos que revisó el texto del IPCC.
De hecho, una de las conclusiones más espeluznantes de este documento es que el suelo, del cual depende la supervivencia de la humanidad, se está perdiendo a un ritmo 100 veces más veloz que la tasa a la cual se está formando. “En zonas agrícolas que no abren el terreno con arados, sino que utilizan otras técnicas como siembra directa, el ritmo de pérdida es mucho menor, entre 10 y 20 veces mayor que el de formación”, indica BBC News Mundo.
Pero atajemos el asunto acá. ¿Cuáles podrían ser las soluciones viables? Entre los cambios en el uso de la tierra recomendados por los científicos están los que siguen:
-Proteger el bosque primario natural, especialmente en los trópicos, y regenerar áreas de bosque.
-Comer menos carnes rojas y más vegetales.
-Mejorar el manejo del suelo, con prácticas agrícolas que permitan almacenar la mayor cantidad de carbono.
-Restaurar y proteger tierras que podrían potencialmente liberar grandes cantidades de carbono.
Estas medidas y otras, de aplicarse, podrían encaminar a la sociedad a un estatuto de consumo sostenible de carnes rojas. De lo contrario, podríamos estar avanzando a un escenario de restricciones y hasta de prohibición de producción de los ganados vacunos y ovinos.
Animales con derechos
Qué debemos entender por derechos de los animales o derechos animales? Muy sencillo: se trata de las diversas vertientes de pensamiento según las cuales los seres animales deben estar bajo resguardo de la ley para evitar tratos crueles, y –además- no deben ser ponderados como objetos de consumo. O sea que los animales no humanos, se considerarán sujetos de derecho más allá de su especie.
A lo largo de ese vasto proceso que llamamos Historia, la humanidad ha limitado la categoría legal de sujeto de derecho para personas naturales y jurídicas solamente, si bien en algunos casos, en ciertos lugares y períodos de tiempo, se ha llegado a negársele a ciertos grupos humanos, como esclavos, mujeres, entre otros. Estos casos de discriminación han generado su correspondiente lucha histórica, y la de los animales tiene la suya, que es el Movimiento de Liberación Animal, con todas sus vertientes.
Pero, ¿cuáles son las motivaciones que impulsan al establecimiento de los derechos animales? Se trata de corregir la tendencia a estimar afectivamente a los animales dependiendo de su utilidad para el hombre, su grado de domesticación (como animales de compañía -los clásicos son perros y gatos-), o su belleza.
Los animales que no son socialmente valorados por esas y otras causas, sirven como comida, vehículo de transporte, de carga o sujeto experimental, sin poner en la balanza que tienen derecho a una existencia libre de dolor, encarcelamiento o tratos poco éticos.
Hay una gran variedad de organizaciones nacionales e internacionales que se afanan en esta lucha, por lo cual se celebra el Día Internacional de los Derechos Animales en todo el mundo, cada 10 de diciembre, desde 1997. Conviene recordar en este contexto, que en 1978, la ONU y la Unesco aprobaron la Declaración Universal de los Derechos de los Animales, que contiene afirmaciones como estas:
-Todos los animales nacen iguales ante la vida y gozan de los mismos derechos a existir.
-Ningún animal será sometido a malos tratos ni a actos crueles.
-Si es necesaria la muerte de un animal, deberá ser instantánea, indolora y no generadora de angustia.
-Todo animal salvaje tiene derecho a habitar en la naturaleza y a reproducirse naturalmente.
-Toda privación de libertad de un animal salvaje, incluso si es con fines pedagógicos, constituye una violación al derecho animal.
Ahora bien, ¿de dónde nace la necesidad de los derechos animales?
Se debe a la empatía humana, pero asimismo al respeto hacia toda forma de vida, además de herencias filosóficas y religiosas de distinta naturaleza. Filósofos como el inglés John Locke (1632-1704) se enfrentaron a la tradición de pensadores como el francés René Descartes (1596-1650), para quien los ani- males solo eran máquinas biológicas.
Locke aseveraba que la brutalidad hacia los animales es un terrible ejemplo para las generaciones venideras, que luego la replicarían no sólo con los animales, sino con las demás gentes. Ya lo dijo Mahatma Ghandi: “Una civilización se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales”.
La protección de los animales es una tendencia creciente que marcará el futuro. Sin duda, somos mejores seres humanos si tratamos debidamente a los animales.
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