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El tráfico será un gran negocio

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Las políticas para limpiar el aire y cuidar lo que va quedando de biodiversidad en el planeta, ocupan a planificadores y gobernantes en numerosos países. En el nudo de esta problemática -uno de los factores clave del cambio climático-, están los centros urbanos y las emisiones contaminantes que producen los vehículos en los grandes centros poblados.

La demanda mundial de petróleo se concentra en el sector del transporte: más de 50%, especialmente de los transportes por carretera: vehículos particulares y comerciales. La gran mayoría de los esfuerzos relacionados con los motores de combustión interna alternativos, intentan disminuir el consumo de combustibles, para así reducir las emisiones tóxicas.

Lejos de vaticinar la muerte del automóvil, el proceso en curso puede describirse como un conjunto de esfuerzos por reestructurar, adaptar e innovar, todo esto dirigido al objetivo de alcanzar cero emisiones, en un período de tres décadas.

Más allá de las diferencias económicas entre la gasolina y el diésel, y del modo en que uno y otro impactan en el ambiente, la meta general consiste en disminuir el consumo de ambos, de forma paulatina, hasta erradicar su uso por completo, y sustituirlo por electricidad.

El cambio de parámetro generará un nuevo paisaje dentro del negocio en el campo automotor, que promete hacer crecer el mercado y la entrada de divisas.

Normativas que cambiarán el escenario

Si se asume que la situación actual es de emergencia, las medidas a tomar obligan a cambiar la normativa que ha permitido medir con cierta precisión, los niveles de toxicidad que se generan en las distintas categorías de transporte.

Los factores de emisión son la cantidad promedio de tóxicos generados por un determinado tipo de vehículo. Estos se expresan en términos de masa de contaminante emitida por unidad de distancia recorrida o por unidad de combustible consumido. La determinación de estos factores ha representado un complejo desafío para las autoridades ambientales y nuevos horizontes para los actores comerciales involucrados.

Eléctricos: un negocio de bondades ecológicas

La conclusión de estudios, estadísticas y proyecciones, es que la solución alternativa real a la contaminación generada por los combustibles fósiles, es el vehículo operado con energía proveniente de suministro eléctrico.

Los beneficios que se anuncian de los automóviles eléctricos son diversos. Además de las bondades medioambientales; de la reducción de la contaminación urbana y, por tanto, de la incidencia de enfermedades respiratorias, la posibilidad de dar inicio a unos años donde el parque automotor del mundo sea remplazado por otro completamente distinto y nuevo, desata las más altas expectativas de negocio entre fabricantes, concesionarios, vendedores de autopartes y demás empresas del universo automotriz. Son millones y millones las personas a las que alcanzarán las bondades de todo ese flujo económico que se desatará en los tiempos que vienen.

El auge del negocio automotriz, que sin duda causará impacto en las petroleras, no solo producirá un auge entre los fabricantes de vehículos y de baterías, también será necesario construir una infraestructura de puntos de recarga, que ameritarán inversiones y la creación de estaciones de servicio, que operarán bajo otros parámetros, para uso de grandes, medianos y pequeños vehículos como bicicletas con motor eléctrico, patinetas o motocicletas.

En los sueños de algunos expertos en el futuro, está dibujado un escenario, idílico si se quiere: puntos de recarga alimentados con energía solar, sin costo para los usuarios. Una noble idea, sin duda. Pero para ella todavía falta mucho tiempo.

Aunque el ideal de futuro sea la instalación de puntos de recarga gratuitos que funcionen con energía solar, mientras no contemos con esta alternativa, habrá que apelar a la tecnología de recarga.

Gasolineras no, electrolineras

Todavía no hay país en el mundo donde la oferta de estaciones de servicio o puntos de recarga sea mínimamente satisfactoria. En Europa, por ejemplo, es deficitaria. Los propietarios de vehículos eléctricos difícilmente pueden arriesgarse a recorridos extraurbanos o interurbanos, puesto que no tienen certeza de que encontrarán, a tiempo, el lugar para hacer la recarga.

Además, las tecnologías de fabricación de las baterías no han avanzado todavía, de modo significativo. Producto del uso, la batería pierde capacidad de almacenaje, y demanda recargas con mayor frecuencia. Un chiste del mundo automotriz dice que, cuando la batería falla y te deja botado en cualquier lugar de la carretera, lo único seguro es llamar a una grúa, siempre que funcione con gasoil.

Otra dificultad que presentan los eléctricos, para quienes no viven en casas (que tienen la libertad de instalar el módulo de recarga donde quieran), sino en edificios, es que la instalación de puntos de recarga puede constituir una dificultad si, por ejemplo, requiere de la aprobación por parte de los vecinos para instalarlo en el estacionamiento, o si se vive en un edificio sin estacionamiento.

Hasta ahora, la solución prevista es un tanto onerosa: crear puntos de recarga de mayor potencia.

Las baterías, en el núcleo de la competencia

Tener un coche eléctrico representará un conjunto de beneficios para sus propietarios: baja tasa de emisiones, disminución de la cantidad de ruido por automóvil, una disminución de la inversión promedio en mantenimiento. Lo que todavía no ha sido aclarado será lo relativo al costo de la baterías de repuesto, que tenderán a un incremento sustantivo de sus precios.

Y es que ha comenzado una carrera, en la que participan no solo los fabricantes históricos, sino también muchas otras empresas e inversionistas, que están trabajando de forma acelerada para conseguir este objetivo: una batería relativamente liviana, fácil de manipular, que no se desgaste aceleradamente, capaz de almacenar carga suficiente para garantizar una autonomía de circulación lo más larga posible -equivalente a unos 400 kilómetros o más-, y que se pueda recargar en un tiempo de uno o dos minutos, en el caso de vehículos de pasajeros, y no más de cinco minutos en el de grandes camiones.

En esta afiebrada búsqueda de una batería perfeccionada están participando también universidades, centros de investigación, empresas creadas para ese fin, y también las grandes tecnológicas. Los primeros que logren construir estas baterías perfeccionadas, alcanzarán una doble recompensa: la de haber hecho una contribución histórica a la reducción de la contaminación, y de haber entrado a un negocio que generará inmensas ganancias.

tráfico

Foto: Pixabay

La IA tomará el control de calles y carreteras

Todas las proyecciones coinciden en esto: la descongestión de los centros urbanos es una política que tiene un carácter mundial. Los alcaldes de la gran mayoría de ciudades, medianas o grandes, comparten este propósito. Las políticas, ahora mismo en curso, que promueven limitar la circulación de automóviles, la peatonalización de las vías públicas y las campañas para promover el uso de bicicletas, se están en produciendo en Europa, Asia, Norteamérica y en algunas ciudades de América Latina. Este es el marco donde entra en juego la Inteligencia Artificial.

La inteligencia Artificial será el factor fundamental para gestionar la circulación de peatones, vehículos, patinetas, motos y bicicletas en el espacio urbano. Evitará los congestionamientos, guiará a los conductores por las vías despejadas, avisará a las autoridades cuando se produzcan emergencias, tomará el control de semáforos y otras señalizaciones, avisará de la presencia de infractores -los identificará-, guiará a bomberos y ambulancias hasta sus objetivos y, en un sentido general, contribuirá a facilitar la circulación de peatones, especialmente de adultos mayores, madres y padres con bebés, y de personas con alguna dificultad para trasladarse de un lugar a otro.

La idea es crear, ciudad a ciudad, una red interconectada, que incluiría las cámaras de seguridad de comercios y edificios residenciales, semáforos inteligentes y otras señalizaciones digitales, sensores que miden la fluidez del tráfico de vehículos y personas, todo ello interconectado en tiempo real con un centro de control, que permitirá a las autoridades, las 24 horas del día, para evitar accidentes, disminuir el tráfico, gestionar con eficiencia las emergencias que puedan producirse.

Sin el recurso de una red de Inteligencia Artificial diseñada para tales fines, no será posible dar paso a la circulación de coches autónomos. Dicho al revés: la posible circulación de coches autónomos solo será posible si hay una estructura, debidamente soportada en redes 5G o 6G, que garantice la circulación segura de toda clase de vehículos, incluyendo los que no tengan conductor.

Vehículos conectados a las ciudades

La principal novedad será que todos los vehículos estarán conectados a las redes urbanas y viales de Inteligencia Artificial. Será un proceso paulatino, que podría requerir de tres o cuatro décadas. Así, el movimiento de cada vehículo, de ser necesario, podrá ser monitoreado y controlado. Solo así será posible regular el tráfico vehicular, para que en el mismo, la circulación de los coches sin conductor sea segura. La llamada ‘nueva movilidad’ dependerá 100% de dos factores: de disponibilidad de acceso a un internet de alta velocidad, y de que los vehículos dispongan de sistemas de conexión permanentes.

Para equipar la infraestructura y superficie de las vías se requiere, según el informe “Road Tech: afrontando los retos del crecimiento del tráfico”, elaborado por Economist Intelligent Unit, la actuación comprometida de los gobiernos que permitan la adopción de las nuevas tecnologías viales. Hacen falta políticas, inversiones y legislaciones.

Unos veinte expertos consultados para el informe coinciden en que la próxima década será crucial para la toma de decisiones y que para empezar se necesitan políticas claras aplicadas al desarrollo de normas comunes para el nuevo modelo inteligente, así como también la creación de disposiciones de regulación para el intercambio de datos y la ciberseguridad.

Con la migración del auto de combustible al coche eléctrico, el déficit de financiamiento para infraestructuras de carreteras podrá ubicarse, según la consultora McKinsey, en $11,4 billones, de aquí a 2030. Entre las necesidades que habrá que satisfacer están los servicios para coches eléctricos, en ciudades y carreteras.

China controlará la fabricación de eléctricos

Desde que en 2016 China superó a Estados Unidos en la producción de vehículos de nueva energía, incluidos híbridos y otros, su récord no ha mermado. La industria automotriz china aún depende en gran medida de subsidios del gobierno. En el 2010 el gobierno chino declaró a la de autos eléctricos como una “industria emergente estratégica”, para sí atraer inversiones con ventajas fiscales.

Además de otorgarle a la fabricación de vehículos de nueva energía la cualidad de contribuir a la reducción de la contaminación urbana, apoya también al sector para que invierta en la producción nacional.

El norte de Pekín sigue siendo mantenerse en la delantera de la producción global.

La iniciativa Made in China 2025 (MIC2025), estableció objetivos de cuotas de mercado para empresas nacionales, en diez sectores empresariales. El desarrollo de los autos eléctricos de marca china se propone captar entre 65 y 70% del mercado: nada menos que lograr que, al menos dos de las diez empresas principales de fabricación de estos autos, sean propiedad de China en 2025.

La promoción de coches eléctricos fomenta y fortalece también la producción de baterías de iones de litio, a fin de construir un mercado de alcance global en este rubro. De acuerdo a Goldman Sachs, el negocio de baterías tendrá un ascenso económico de 400 millones de dólares en 2025. Así, el dominio de estas dos áreas de producción harán de China el reino de los autos eléctricos, además de hacer surgir a pequeñas y medianas industrias locales dispuestas a hacer el acompañamiento.

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