Apóyanos

Desafío 6 | Expandir la revolución agrícola

    • X
    • Facebook
    • Whatsapp
    • Telegram
    • Linkedin
    • Email
  • X
  • Facebook
  • Whatsapp
  • Telegram
  • Linkedin
  • Email

El recorrido del hombre, desde la antigüedad remota hasta nuestro tiempo, se debe a muchos factores. Pero hay uno que merece ocupar un escalón destacado en la jerarquía: los cereales. Especialmente tres de ellos, el trigo, el maíz y el arroz, que han representado un poco más de 40% de las calorías que los seres humanos necesitamos para vivir. Durante más de 8 mil años, esas tres fuentes fueron primordiales para garantizar la vida y la reproducción de la especie humana. Cada vez que la agricultura ha sido destruida por plagas, sequías, inundaciones, guerras o la acción deliberada y criminal de sujetos como Mao en China, y Lenin y Stalin en Ucrania, millones de personas han muerto. La agricultura ha sido, es y seguirá siendo el núcleo motriz que hace posible la continuidad de la existencia humana.

En épocas de prosperidad agrícola, las sociedades han aumentado la población. La intensificación de la agricultura ha sido frecuente a todo lo largo de la historia: ocurrió en la Antigua Mesopotamia, con la invención de la agricultura de regadío, pero también en la Inglaterra de comienzos del siglo XVIII, cuando de forma simultánea a la Revolución Industrial, nuevas técnicas y tecnologías lograron duplicar y triplicar el rendimiento de los cultivos.

Y así, de avance en avance, de innovación en innovación -los fertilizantes y pesticidas, entre ellos-, hemos llegado a este primer trecho del siglo XXI, con un abrumador desafío por delante: responder a la pregunta de dónde saldrán los alimentos para asegurar las vidas de los 10 mil millones de habitantes que seremos en el 2050, sobre todo si en el análisis incluimos otra variable demográfica, que nos advierte que, en los próximos 30 años, aproximadamente la mitad de la población rural abandonará los campos y se trasladará a vivir en las ciudades. Si esto es así, ¿quiénes sembrarán y recogerán las cosechas?

Respuesta: la tecnología

Las dificultades que la civilización afronta en una perspectiva de solo tres décadas no se limitan a la creciente falta de trabajadores en las zonas rurales. Los suelos experimentan un creciente agotamiento, el clima se ha vuelto prácticamente imprevisible, las variaciones en los precios de los alimentos se constituyen en factores de desestimulo  a la producción, distintos agentes contaminan o degradan la calidad de los alimentos, el suministro de agua se torna irregular o escaso. Una de las características determinantes de nuestro tiempo es la incertidumbre agrícola: no sabemos si los ciclos de producción podrán cumplirse con la regularidad que deben tener.

La revolución agrícola que debe provocarse en todos los países, de forma muy urgente en América Latina, no se limita a la adopción de nuevas tecnologías: incluye la formación de recursos profesionales; rigurosas medidas de protección del medioambiente; inversiones en infraestructura y servicios: modelos económicos que realmente retribuyan el esfuerzo de los productores; asesorías y equipos técnicos que potencien la rotación de los cultivos y, lo fundamental, incorporación de nuevas tecnologías, como la agricultura de precisión, el control satelital y otras, que logren el incremento de los rendimientos por hectárea.

El grial de la eficiencia

Y es que alimentar a una población de unos 10 mil millones será necesario duplicar o, un poco más, la producción: entre 50 y 60%. ¿Es esto posible? Técnicos e ingenieros del agro, empapados de los más recientes avances científicos, lo afirman categóricamente: es posible, si se hacen las cosas bien.

A las mencionadas Agricultura Sostenible de Precisión hay que sumar las herramientas que ofrece la Big Data, la automatización, la Inteligencia Artificial, los desarrollos biotecnológicos y las estructuras de sensores, que forman parte de la Internet de las Cosas. Dicen los expertos que, con estas herramientas a disposición de los productores, incluso hasta los más pequeños, podrán aumentar sus rendimientos de forma significativa.

Con estos instrumentos, los productores podrán hacer analíticas a los suelos, equivalentes a los exámenes de sangre que se realiza cualquier paciente, para así tomar decisiones de mayor precisión, sobre tratamientos y fertilizantes, a menor costo y mayor eficiencia. La humedad, presencia o escasez de nutrientes, la temperatura, la presencia de agua o el nivel de resequedad, el potencial de aparición de hongos, bacterias y plagas, así como otros factores claves, serán objeto de continuas mediciones. En la medida en que distintos agricultores, ubicados en una determinada zona, compartan sus datos, y esos datos sean sometidos al análisis por parte de expertos, en esa medida, la capacidad de anticipar los problemas, se potenciará, a extremos hoy impensables. El aporte de imágenes satelitales permitirá prever las amenazas climáticas, la conformación de condiciones para la diseminación de plagas, así como también, informar sobre el potencial de cada cosecha, antes de su aparición.

La incorporación de tecnologías de geoposicionamiento -situar las plantaciones productivas en su específico escenario cartográfico- facilitará el rediseño de los sistemas de riego y drenaje, lo que permitirá reducir el consumo de agua, al tiempo que se logra que el mismo genere mejores resultados; hará posible seccionar las fincas y establecer estrategias de simultaneidad y rotación de cultivos, que impidan el agotamiento de los suelos.

Drones, satélites, Big Data, mapas de precisión, softwares que procesan masas de datos de distintas fuentes, estos serán algunos de los elementos llamados a producir una nueva revolución agrícola, cuyo resultado más ostensible será el aumento de la productividad, la mejoría de los alimentos que se produzcan bajo esos controles, el abaratamiento de los precios, la optimización de las operaciones en las fincas, el ahorro de costes de todo tipo -incluyendo el de la energía necesaria para la movilización de tractores y otras maquinarias-, el desarrollo de prácticas más eficientes de recolección, así con la utilización de herramientas cada vez más seguras para los trabajadores agrícolas.

El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!

Apoya a El Nacional