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Para producir una tonelada de cemento se necesitan otras 10 de arena. Pero este granuloso recurso no es solo alimento para el voraz apetito inmobiliario del planeta: es el componente principal del vidrio, todo objeto de cerámica ha sido hecho con arena, los ordenadores, tabletas y móviles están repletos de arena, desde el sílice de microchips hasta la fabricación de pantallas. Al papel lo dota de más cuerpo y lo hace más blanco.

La arena puede parecernos inagotable, cada vez que vamos a la playa o vemos los increíbles desiertos del Sahara en National Geografic. Pero no lo es. El Serivicio Global de Alerta Medioambiental (GAES, por sus siglas en inglés) de la ONU divulgó en 2014 un informe donde se advertía que el volumen extraído excede su capacidad de recuperación natural. El boom inmobiliario marcó un hito en consumo de arenas y gravas: 485.5 millones de toneladas de áridos se consumieron en 2006, de los cuales 97.1 millones eran arena.

Según La Vanguardia, 75% de las playas está desapareciendo. Si las cosas siguen como van, en 2100 no quedará ni una sola. Ahora bien, lo más grave de este asunto es que hay mafias que matan con conseguir arena, hay contrabando. Indonesios, Indios y Malasios defenderán a tiros sus costas si no cambia esta realidad. Una de cada cuatro playas del mundo ya muestra los efectos de la extracción masiva de arena.

Un reporte de International Union of Geological Sciences pondera que cada año el tráfico de arena remonta hasta las 18 mil millones de toneladas. Es un bien más preciado que el mismísimo petróleo. La cantidad antes referida es seis veces superior al consumo de petróleo, de unas 3 mil 400 millones de toneladas. Esto nos da una idea clara de las dimensiones del problema.

Un artículo publicado por el World Economic Forum (WEF) relata que si bien los científicos se esfuerzan por cuantificar la forma en que los sistemas de infraestructura de carreteras y edificios afectan a los hábitats que los rodean, nunca se han planteado los impactos de la extracción de minerales para la construcción como la arena y la grava.

Según el documento del WEF en 2010 fueron extraídas en el orbe 11 mil millones de toneladas de arena solo para construcción. Las tasas de extracción fueron más elevadas en Asia y el Pacífico, seguidas por Europa y Norteamérica. En EEUU, el uso de arena y grava de construcción alcanzó un valor de US$8.900 millones, en 2016.

Sumado a lo anterior, y si bien tradicionalmente ha sido un producto local, la escasez regional y la prohibición de la extracción en algunos países, han hecho de la arena un producto globalizado que ha aumentado su valor casi seis veces en 25 años, además de que –como ya se dijo- existen grupos criminales en India, Italia y otros lugares que hacen transacciones ilegales en suelo y arena.

El vector esencial que da sentido a la pujanza de la demanda de arena es, por supuesto, el auge de la construcción. Hay países como China, India, Turquía y Brasil, que inciden en el aumento de la demanda de arena de modo sustantivo. Por desgracia, pocos conocen este tema. Hay que divulgarlo siempre que se pueda.

2100: un mundo sin playas

Denis Delestrac es francés. Se trata de una realizador de documentales que se sumergió a fondo, durante 3 años, en el problema de las arenas. En 2013 lanzó el documental Sand Wars (La guerra de las arenas). Allí, Delestrac plasma una cruda denuncia en torno a la sobre explotación de la arena en el mundo, y las muy sensibles consecuencias que tiene para el planeta.

Sand Wars ha sido un documental varias veces premiado e, incluso, fue el punto de partida para que la ONU, en el marco de programa de medio ambiente (UNEP) publicase un informe, con base en la investigación del realizador francés, titulado: “Arena, más escasa de lo que pensamos”. Allí, la ONU alerta sobre la situación, a la cual califica como una “emergencia”.

La reportera Cristina Sáez, de La Vanguardia, entrevistó a Delestrac. “Vamos a la playa, ponemos la toalla, tomamos el sol, tal vez hacemos un castillo de arena con nuestros hijos. Y nos vamos tan contentos, sin plantearnos nada. Pero, el 75% de las playas del planeta está desapareciendo. En el 2100, de seguir así, no quedará ni una sola. Hay mafias que matan por conseguir arena, hay contrabando. Y si la voracidad de ciertos países continúa, acabaremos viendo a indonesios, indios o malasios defendiendo a tiros sus costas a no tardar”, declaró Delestrac, en torno a Sand Wars.

Otras creaciones de este cineasta son The Shadow of Gold (sobre la minería de oro), Banking Nature (sobre la creciente monetización del mundo natural) y The Nomad Spirit (sobre cómo la economía de mercado ha transformado a la sociedad de Mongolia). En Sand Wars hizo el rol de director, escritor y productor asociado.

“Hay ladrones que van por la noche a playas paradisíacas de Malasia o Indonesia y se llevan toneladas de arena de la costa en pequeñas barcas. Luego van al puerto de Singapur, donde la venden, sin que la policía los intercepte”, añadió Delestrac a La Vanguardia.

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¿Empeorarán las zonas ya afectadas?

Un estudio de la Universidad de Carolina del Norte, Estados Unidos, establece que existen 36 países que están sufriendo las consecuencias de la explotación de arena. Países como Jamaica, Cabo Verde, Indonesia, Malasia, India, España, Marruecos y otros.

Pongamos un ejemplo. Singapur. Se trata de uno de los países que más arena consume en el planeta. Es uno de los países más ricos pese a su pequeño tamaño. Es un “hub” financiero internacional, y para mantener tal estatus ha aumentado 60% su superficie desde los años 60. ¿Cómo? Echando tierra al mar. Para ello ha importado arena desde Indonesia, Vietnam y Malasia.

Luego estos tres últimos países cayeron en cuenta de que sus costas estaban devastadas y prohibieron la exportación de arena. Entonces llegó la actividad ilegal. El tráfico ilícito de arena. Por otro lado, en algunas comunidades del océano Índico, los efectos del terremoto y posterior tsunami en 2004 fueron peores por la extracción de arena.

Dubái, en los Emiratos Árabes, es otro feroz consumidor de arena. Hay un boom de construcción de rascacielos, entre ellos la Torre Jalifa, el más alto del mundo. India es uno de los principales proveedores de arena para tales hazañas de la industria inmobiliaria. En el país del sur de Asia, la mafia de la arena es la organización más poderosa. Empresas de construcción y material, así como políticos y policías están detrás del robo de playas enteras.

Marruecos, de su lado, tiene como despensa el Sahara. Este país exporta cada año unas 50.000 toneladas de arena que vienen de territorios ocupados. La ONU ha dictado que el comercio de este recurso es ilegal, pero sigue su marcha como si tal cosa.

En Cancún, durante 2009, un hotel vació una playa de otra zona turística para rellenar su propia playa. En Cádiz, en fecha reciente, la ONG Ecologistas en Acción denunció el robo de arena de la playa de Valdevaqueros, que fue vendida a Gibraltar.

La intensificación del ruido

Un avión cruza tu cielo, un coche hace sonar –estridente- la corneta, un perro ladra prolongadamente muy alto, en la calle el progreso hace repiquetear la metralla de un taladro en una construcción. Ruido por todos lados. Y si bien la contaminación acústica es un fenómeno predominantemente urbano, si vamos a la playa todos los estéreos se han vuelto locos, y suenan a todo volumen al mismo tiempo. Nadie parece querer oír el sonido del mar.

Hay unos parámetros para considerar un sonido como contaminación sonora. La Organización Mundial de la Salud (OMS) caracteriza como ruido todo sonido superior a 65 decibelios (dB). Ese ruido se torna dañino si supera los 75 dB y es doloroso desde los 120 db. Por esto, la OMS sugiere no superar los 65 dB durante el día e indica que -para que el dormir sea un proceso realmente reparador- el ruido ambiente nocturno no debe superar los 30 dB. Un ejemplo que puede resultar muy elocuente: en Europa, según datos de la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA), el ruido ocasiona 72 mil hospitalizaciones y 16 mil 600 muertes prematuras.

Ahora bien, ¿cuáles son las causas de la contaminación sónica o acústica? Hay varias: el tráfico automotor, el tráfico aéreo, las obras de construcción, los restaurantes y el ocio nocturno, los animales, entre otros. ¿Y cuáles son las ciudades más ruidosas? Las que siguen: Guangzhou (China), Nueva Delhi (India), El Cairo (Egipto), Bombay (India), Estambul (Turquía), Pekín (China), Barcelona (España), Ciudad de México (México), París (Francia) y Buenos Aires (Argentina).

La contaminación acústica tiene diversos tipos de consecuencias. Estas son las más frecuentes: psicopatológicas, psicológicas, incide en el sueño y la conducta, afecta la memoria y la atención, entre otros.

Pero, ¿qué se puede hacer ante este gran problema? Entes de recalada internacional, como la OMS, concuerdan en que la concientización de la ciudadanía es crucial para ganarle la guerra a este enemigo que no podemos ver, pero incluso mata. ¿A qué nos referimos? Diversos aspectos como realizar actividades de ocio sin generar ruido excesivo, evitar el uso del automóvil y decantarse por alternativas como la bicicleta o el auto eléctrico, ejecutar obras domésticas en los horarios recomendados, aislar las casas con materiales aislantes de ruido, etcétera. Para esto, también es capital fomentar la educación ambiental entre los niños.

Los gobernantes, asimismo, pueden optar por la toma de decisiones para una correcta gestión ambiental del ruido, que sume puntos a favor de reducir la contaminación auditiva. Por poner algunos ejemplos: proteger determinadas zonas -áreas de campo, espacios de interés natural, parques urbanos- del ruido, fijar normas que consideren medidas preventivas y correctivas -distancia obligatoria entre zonas residenciales y focos de ruido como los aeropuertos, multas para aquellos que rebasen los límites de ruido-, aislar acústicamente los edificios de nueva obra inmobiliaria, crear zonas peatonales con horarios de circulación restringidos para la carga etcétera. Grave problema, cada vez más acusado, al que pocos prestan atención.

Las cinco ciudades más ruidosas

El Mimi Hearing Technologies GmbH, llamado The Worldwide Hearing Index (el índice mundial de audición), logró identificar las ciudades que más sufren de contaminación acústica. El estudio combina data obtenida por Mimi con las cifras sobre contaminación acústica de la OMS y los números de SINTEF, una organización de investigaciones con sede en Noruega. Acá presentamos un resumen de las primeras cinco ciudades más ruidosas del orbe:

-Cantón (Guangzhou), China. Está en el sur de la República Popular China. Es la capital de la provincia de Cantón. Tiene una población de 3.2 millones habitantes en la zona urbana y 13.1 millones de habitantes en la zona metropolitana. Los pobladores de esta ciudad escuchan, en promedio, como una persona entre 17-18 años mayor. La pérdida de audición media es de 0.82.

-Nueva Delhi, India. Hablamos de la capital de la República de la India, ubicada en la metrópolis de Delhi: es uno de sus nueve distritos. La ciudad más poblada de la India y una de las más pobladas del mundo. Tiene la mayor extensión urbana del país: alrededor de 1500 kilómetros cuadrados. “En promedio, los habitantes de esta ciudad asiática escuchan como una persona 20 años mayor. La pérdida de audición media es de 1 y los niveles de contaminación acústica fueron de 0.72, para un Índice Combinado de Pérdidas Auditivas de 1.72”.

-El Cairo, Egipto. La capital de Egipto es la más grande ciudad del mundo árabe, de Oriente Próximo y de África. Sus habitantes escuchan como una persona, alrededor de 18 años mayor. La pérdida de audición media es de 0.89 y los niveles de contaminación acústica fueron de 0.81, para un Índice Combinado de Pérdidas Auditivas de 1.7.

-Bombay, India. “Es la capital del estado federal de Maharashtra, en la India y la ciudad portuaria más importante del subcontinente con cerca del 40% del tráfico exterior del país”. Sus habitantes oyen como una persona18.58 años mayor. La pérdida de audición media es de 0.98 y los niveles de contaminación acústica fueron de 0.69, para un Índice Combinado de Pérdidas Auditivas de 1.67.

-Estambul, Turquía. La ciudad más poblada de Turquía, es además el centro histórico, cultural y económico del país. Los habitantes de esta ciudad oyen como una persona 18.33 años mayor. La pérdida de audición media es de 0.93 y los niveles de contaminación acústica fueron de 0.64, para un Índice Combinado de Pérdidas Auditivas de 1.57.


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