Poder escoger el puesto favorito en los salones de clases de Venezuela es una tarea que, poco a poco, cuesta menos hacer. Desde tempranas horas de la mañana la creciente inasistencia de los alumnos queda evidenciada por algunos pupitres vacíos, cuyos asientos pasaron a formar parte de la decoración de las aulas.
El incremento acelerado del precio de las listas escolares ha hecho que para los representantes sea imposible pagar los implementos escolares para sus hijos, por lo que los préstamos de textos que utilizaron familiares o amigos sea una opción a implementar para el nuevo año escolar. Miradas de resignación acompañan a los padres que entran a las librerías para preguntar por el costo de los útiles.
“Ya no sé qué pensar”, comenta Marjorie Parrales mientras sostiene las listas de sus dos hijos, uno de preescolar y otro de bachillerato. Tachones azules descartan los productos que la representante ya adquirió, aún falta más de la mitad.
Suspira al recordar cómo era su vida años atrás. “Antes te alcanzaba para comer todo el día en la calle, comprar zapatos, ropa… ahora ni siquiera podemos cubrir este gasto”, explica Parrales.
El bolívar: agua entre los dedos
La madre de dos niños se arrepiente de no haber comprado un juego de morral y lonchera hace tres meses, cuando la etiqueta aún marcaba Bs 20.000.000. Ahora, el precio del bolso más sencillo ronda los Bs 45.000.000, mientras que aquellos de marca pueden alcanzar los Bs 340.000.000 dependiendo del modelo.
El costoso producto es necesario para transportar otros que también suponen un gasto difícil de cubrir: el precio de un texto escolar puede llegar a los Bs 54.000.000, mientras que el de los cuadernos varía entre los Bs 5.000.000 y los Bs 15.000.000.
Dejar por escrito los conocimientos adquiridos requiere un esfuerzo mayor, debido a que el precio de una caja de 12 lápices alcanza los Bs 9.000.000 y el de una caja de colores puede llegar a los Bs 16.120.000. Sacarles filo con un sacapunta supone unos Bs 2.614.000 adicionales y borrar su trazo otros Bs 200.000.
Infografía: Adriana Fernández
El precio de los materiales para hacer manualidades incrementa el costo de la lista escolar: un silicón líquido mediano está en Bs. 6.000.000, un rollo de tirro cuesta Bs 4.400.000, una pega de barra llega a los Bs 1.900.000 y un block de cartulina alcanza los Bs 2.000.000.
La resma de papel, requisito en la mayoría de los planteles educativos, requiere de unos Bs 22.000.000 del presupuesto familiar.
Amaranta Campos, madre de dos niños en edad preescolar, dice que es absurdo cómo el precio de los útiles ha incrementado en solo un año. “Con lo que me cuesta una resma de papel ahorita, compré toda una lista de útiles de uno de mis hijos el año pasado”, explicó.
Señala que han podido cubrir gran parte del gasto escolar gracias a los viáticos que recibe su esposo por los viajes que realiza. Conseguir los útiles ha sido su principal inconveniente.
“Siempre hay problemas con los materiales. No hay foami del color que les piden. El papel contac es súper caro, entonces no lo puedo comprar completo y no lo puedo forrar todo”, detalló.
En 2016 una lista de útiles costaba cerca de Bs 155.000, mientras que en 2017 el precio aproximado aumentó a Bs 500.000. Para el actual periodo escolar, la cifra estimada alcanzó los Bs 140.000.000, sin incluir el uniforme escolar ni artículos como el morral, lo que representa un incremento de 27.900% en relación con el año anterior.
El monto resulta alarmante cuando se compara con el salario mínimo, que no supera los Bs 3.000.000.
Infografía: Adriana Fernández
Una alternativa ante la crisis
Algunos planteles educativos son conscientes de la dificultad para continuar con los estudios en el país. Reducir la lista escolar y flexibilizar la normativa del uniforme son parte de las medidas que han tomado algunas instituciones.
Al igual que Parrales y Campos, Carmen Fernández también tiene dos hijos, quienes también reciben educación en una institución privada en Chacao, Caracas.
Fernández explicó que en el lugar se realizó una feria para que los representantes intercambiaran los textos escolares entre sí, con lo que lograron facilitar el acceso a los libros.
“Les dicen a los representantes que quienes quieran donar sus libros los entreguen. Si donaste cuatro libros te daban tickets por esa cantidad para que después recogieras los de los años siguientes que te correspondían. Eso lo estaban haciendo tanto en bachillerato como en primaria”, dijo.
Aquellos pupitres que hoy son ocupados, mañana podrían sumarse a los que ahora solo decoran los salones. El número de estudiantes que cruza los marcos de las puertas cada mañana para recibir formación académica merma con cada día que pasa, no solo por el alza de los útiles sino por las fallas en servicios como el agua, transporte y la carencia de alimentos.
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