“Si le diste otra oportunidad a tu ex, ¿por qué no dársela al plástico? O al vidrio, las telas, lonas y cauchos”. De esta manera, Gabriel Santana y Alberto Alfonzo, fundadores de Taller Neo, despiertan la curiosidad de quienes, viendo sus productos, se preguntan cómo aplican el reciclaje en cada uno de ellos.
Contrario a lo que muchos pensarían, Taller Neo no se inspiró en el popular protagonista de la película Matrix. “Aunque debió”, dicen sus dueños. Tampoco en el perro de Gabriel, quien insiste en que sí pues comparten el mismo nombre. Se remonta al prefijo de origen griego ‘neo’, que significa nuevo o reciente.
Los amigos de infancia querían buscar maneras de hacer en Venezuela a través de metodologías de innovación. Pero siempre verdes. Sustentables. Y nunca con la intención de ser una empresa de almacenamiento y recolección de materiales reciclados, sino de transformación.
Así nació Neo, un taller de reciclaje que transforma desechos –o la mal llamada basura– en objetos de valor, aprovechando materia prima recolectada y que está subutilizada. El plástico, papel, cartón, vidrio, cauchos, telas y a fines, entonces, consiguen en este espacio una utilización final repleta de valor.
Desde el movimiento estudiantil
Todo comenzó hace 15 años, cuando Gabriel, 29 años, y Alberto, de 28, compartían salones en el Colegio Integral El Ávila. Pero también sueños. La vida los llevó por caminos distintos, pero el deseo de contribuir con Venezuela los unió nuevamente.
La inquietud por el cuidado del planeta los condujo, desde bachillerato, a crear el primer punto de recolección de reciclaje en su colegio. Esta experiencia marcó el inicio de un camino que los llevaría a desarrollar productos sostenibles y a generar conciencia sobre la importancia del reciclaje.
Gabriel recuerda: “En 2011-2012, mientras atravesaba un momento bastante difícil (navegó por el cáncer de colon de su padre, el rompimiento con la que se imaginó sería su esposa y un rechazo contundente de una beca preaprobada en la Universidad de Oxford), vi a unas personas derretir y transformar tapas plásticas en materos. Esa imagen, junto a la idea de Alberto, fue el germen de Taller Neo”.
En 2022, impulsados por una creciente conciencia ambiental y la inspiración de proyectos internacionales, decidieron transformar su pasión en acción. Así potenciaron sus planes y se centraron en generar un impacto positivo en lo económico, social y ambiental del país.
Si bien unos pequeños materos fueron el primer producto que imaginaron, fue la idea de crear lentes de plástico reciclado la que los impulsó a seguir adelante. Después de casi un año de trabajo, en abril de 2023, abrieron su taller y lanzaron al mercado su producto emblemático.
Cada creación de Taller NEO refleja su filosofía: transformar residuos en objetos útiles y hermosos, generando oportunidades económicas y fomentando una cultura de reciclaje en Venezuela.
Taller Neo: sustentabilidad entre lentes, bolsos y materos
El 90% de lo que hay en una bolsa negra se puede reciclar, según estadísticas y estimaciones independientes. En Venezuela, donde tan solo se recicla 5% de las 20.000 toneladas de residuos que se producen a diario, emprendimientos como Taller Neo se abren paso promoviendo iniciativas que fomentan la reutilización de materiales. Y si se generan ingresos en el camino, mucho mejor.
Se enfocan en la moda sostenible: en su catálogo de productos tienen bucket hats hechos con camisas de fútbol viejas, franelas 100% recicladas (con 50% plástico y 50% algodón reciclado), tarjeteros hechos con pendones y vallas de publicidad, y morrales confeccionados con lonas de camiones (tela encerada amarilla o naranja que cubre los transportes de verduras y frutas en los mercados).
“Pronto sacaremos una línea de zapatos hechos con uniformes de colegio dañados, de hecho. Pero el producto estrella son los lentes de plástico reciclado”, detalla Gabriel señalando a su vez a Alberto, quien tiene puestos unos adaptados con su fórmula de visión.
“Te puedes vestir de pies a cabeza con material reciclado gracias a Taller Neo”, agrega, especificando con humor que “lo único que no estamos ni desarrollando es ropa interior, aunque podríamos; así estaríamos en completa sintonía con el tema de la reutilización”.
El primer producto que hicieron, no obstante, fueron sus materitos, gracias a los cuales se dieron a conocer en el mercado y ganaron la visibilidad que les permitió seguir con su labor. “Están hechos 100% de plástico reciclado, material que no termina en El Guaire o en nuestras playas, cuyo fin es preservar una vida dentro”, destacan.
Aseguran que, a pesar de sus propuestas, aún les hace falta hacer de todo.
“Con el reciclaje el cielo es el límite. Hasta las mismas sillas donde estamos sentados pueden hacerse de este material”, dice Alberto. “Queremos transformar todo lo que podamos. De hecho, para el Caracas Design Week, donde nos presentamos, sacamos el prototipo de un sofá elaborado con madera plástica. Esa es otra vertical que queremos explorar en el futuro: crear muebles de mayor estética de hogar con material reciclado”, subraya.
También quieren transitar por el camino de la joyería y la reutilización de telas, aprovechándose del boom que tiene actualmente la industria textil y sus procesos contaminantes.
“La idea es industrializar al 100% nuestros procesos. Crear productos mucho más fácilmente, con precios mucho más accesibles y que reciclado no sea un lujo”, acota.
Para su producto final usan 2 tipos de plástico: polietileno de alta densidad y polipropileno, también vidrio para hacer vasos con botellas de vino cortadas, telas, retazos de lonas enceradas, vallas y pendones, caucho. Les faltarían, inquieren, probar con el aluminio. “Pero eso es otro proceso de maquinaria. Lo tenemos en la gaveta para 2025, queremos meternos de lleno en eso”, apunta Gabriel.
La educación verde: empresas y ciudadanía
Para los emprendedores, la educación ambiental en Venezuela, en parte, es un eslabón perdido. “Sabemos que es clave, pero no basta con transmitir conocimientos. Las personas necesitan ver un beneficio tangible en el reciclaje. Mientras persista la idea de que es un acto aislado sin consecuencias directas, será difícil generar un cambio real.
El llamamiento, entonces, es al poder del incentivo. Para Alfonzo y Santana es fundamental que el Estado implemente políticas que estimulen la idea del reciclaje.
“Cuando las personas vean cómo sus acciones impactan positivamente en la vida, y especialmente en sus bolsillos, estarán más motivadas a participar. Por ejemplo, al conocer que las botellas plásticas pueden convertirse en filamentos para impresión 3D o en materia prima para nuevas prendas, se fomenta una conexión entre el acto de reciclar y un producto final”, comenta Gabriel.
Para Alberto, la educación ambiental debe iniciarse desde la infancia para dejar de ser considerado un concepto esotérico. Los colegios son el terreno fértil para cultivar una conciencia ecológica y fomentar hábitos. Sin embargo, es necesario que sea el mismo Estado el que brinde las herramientas y recursos necesarios para que las escuelas puedan implementar programas efectivos.
Sobre el sector empresarial, aseguran que es un aliado clave. Empresas como Nestlé, Bigott, Iselitas, McDonald’s y Coca-Cola FEMSA, y aliados como Textiles Ruansa y Blue Note, han demostrado un creciente interés en la sostenibilidad y el reciclaje. Al asociarse con iniciativas como Taller Neo no solo reducen su huella ambiental, sino que también inspiran a otras a seguir su ejemplo.
La presión internacional y la creciente conciencia sobre la crisis climática están impulsando a las empresas venezolanas a adoptar prácticas más sostenibles. Al comparar sus prácticas con las de sus competidores de otras latitudes, las locales se ven motivadas a implementar medidas de reciclaje y a buscar proveedores como Taller Neo.
Taller Neo desde adentro
Dos personas asisten a Gabriel y Alberto en la producción de lentes y materos. “Pero Neo genera riqueza en varios lugares en simultáneo. Es decir, cuando tercerizamos la elaboración de, por ejemplo, los tarjeteros y bolsos, al igual que los zapatos, ganamos todos”.
Sus productos se venden a través de un catálogo online en sus redes sociales: Instagram, TikTok y WhatsApp, que también son el fuerte del taller en materia de mercadeo.
“Estamos trabajando en alianzas con otros negocios para que tengan acceso a nuestros productos. Aunque nuestro sueño es tener una tienda”, señala Gabriel, y describe la idea como un museo porque “no solo estás comprando objetos sino la historia que está detrás de la elaboración del producto”.
También tienen pensado impulsarse como espacio para que otros emprendimientos verdes, que no tengan tanta visibilidad, también puedan estar en Taller Neo. «Es nuestra responsabilidad. Queremos ser una ventana a este mundo sostenible que es más grande de lo que uno piensa, pero sigue siendo pequeño. Hay que apoyarnos. Queremos que el venezolano sea más consciente del consumo de los productos reciclados», acotan.
“Eso no se puede”
Desde ‘toyobobos’ hasta ‘tienen cara de padelistas’ les dijeron al comenzar a emprender. Las críticas les llovieron, pero eso no fue lo más difícil o desalentador de empezar un negocio en Venezuela, sino vencer la mentalidad negativa y la resistencia al cambio.
Al presentar su idea, se encontraron con un muro de escepticismo y frases que se resumían en «eso no se puede». Sin embargo, su persistencia y visión los impulsaron a seguir adelante.
Destacan, además, que la falta de financiamiento ha sido un obstáculo constante en su evolución.
“La crisis económica de Venezuela ha limitado severamente el acceso a financiamiento. Los bancos ofrecen préstamos a tasas de interés exorbitantes y con plazos cortos, lo que dificulta la inversión en proyectos a largo plazo como Taller Neo. También, la falta de capital semilla impide que muchos emprendedores puedan iniciar sus negocios”, rescata Alberto. Sin embargo, está consciente de que ser ‘un niño bien’, otro de los tantos señalamientos, les ha ayudado en el camino.
Otra barrera que se encuentran es la cultura del cortoplacismo que prevalece en muchos sectores. La prioridad, dicen los jóvenes, es generar ganancias rápidas, en lugar de construir relaciones a largo plazo y fomentar el desarrollo sostenible. “Esta mentalidad dificulta la adopción de prácticas sustentables y la inversión en proyectos innovadores”.
“Entendemos que actualmente hay empresas en el país que están trabajando en este tema verde desde hace 20 años, pero no de la manera en la que nosotros lo hacemos. Nuestra ventaja competitiva es hacerlo de forma industrializada, no artesanal, como la mayoría. Y esa visión a veces cuesta que la entiendan”, añade Gabriel.
Sobre Venezuela
A pesar de haber mantenido un diálogo constante con diferentes niveles de gobierno, Taller Neo aún no ha recibido el apoyo que necesita. Si bien las autoridades muestran interés y comparten datos relevantes, la colaboración se ha quedado en el ámbito de las buenas intenciones. “Ojo, tampoco es que lo estamos buscando”, aclara Santana. “Estamos bien así”.
Y a pesar de los desafíos que enfrenta el país, señalan que Venezuela ofrece un terreno fértil para la innovación y el emprendimiento pues las carencias representan una oportunidad única para desarrollar soluciones creativas y llenar vacíos en el mercado.
“Emprender en Venezuela es un desafío que requiere perseverancia, pasión y una visión a largo plazo. No es un camino fácil, pero es sumamente gratificante. Es importante tener claro que el éxito no llega de la noche a la mañana y que el fracaso es parte del proceso”, manifiestan.
Para Alberto Alfonzo y Gabriel Santana, los venezolanos tienen un espíritu emprendedor innato que los impulsa a buscar soluciones y a crear oportunidades. Esta característica, combinada con la creatividad y la resiliencia, es fundamental para superar los obstáculos y construir un futuro más sostenible.
Precios
Los lentes están valorados en 39 dólares, aunque varían según su uso: si son de filtro azul para las computadoras cuestan $45 y los de fórmula dependerían del grado de visión.
Los tarjeteros cuestan $10; los bolsos 30; los materos, depende de si se venden solos o con la matita. En el primero de los casos, están valorados en 5 dólares; en el segundo, en 10.
Al mayor tiene otros costos y dinámicas, así que se abaratan los costos.
Ubicación
Villa San Remo, Los Chorros, Caracas. A esta casa la llaman «centro de acopio o de multireciclaje», explica Gabriel Santana. En ella, a la que también se refieren como ‘comuna San Remo’, comparten espacio con otros movimientos que sueñan con un cambio en Venezuela como Fundación Viaja Verde, Alimenta la Solidaridad o Vístete de sueños.
Horarios
De 9:00 am a 5:00 pm, de lunes a viernes
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