El presidente ruso, Vladimir Putin, aseguró este jueves que su país contaba con los inversionistas extranjeros, aunque los recientes arrestos de empresarios planean sobre un foro económico que tiene lugar en San Petersburgo.
Conocido como el «Davos ruso» en tiempos de bonanza económica, el Foro Económico Internacional de San Petersburgo se ha visto afectado estos últimos años por las sanciones occidentales, a las que se suma el caso de Baring Vostok, un importante fondo de inversiones cuyos dirigentes están en la mira de la justicia.
Vladimir Putin se ha implicado personalmente en este foro, con un programa lleno de reuniones con dirigentes extranjeros y representantes empresariales, para demostrar que Rusia no está aislada y sigue abierta a los inversionistas internacionales, pese al difícil contexto.
Como reflejo de una de las prioridades de Moscú, el invitado de honor del foro es el presidente chino, Xi Jinping, quien se expresará en público el viernes junto con Putin y el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres.
Para diversificar la economía y hacerla más innovadora, «está claro que antes que nada contamos con atraer inversiones, nacionales y extranjeras», reconoció Putin.
El mandatario ruso se mostró conciliador con algunos asuntos internacionales, especialmente con los europeos, al asegurar que no era «un problema» no haber sido invitado a las ceremonias del 75º aniversario del desembarco del 6 de junio de 1944 en Normandía, o pidiendo «pasar página» en las ásperas relaciones con Reino Unido.
En cambio, se mantuvo firme en sus críticas a Estados Unidos, que no asistió al foro, sobre Venezuela o el desarme, advirtiendo que Rusia está «preparada» para dejar expirar en 2021 el importante tratado de control de armas atómicas START.
Rusia necesita capital privado para conseguir los objetivos anunciados por Putin en el inicio de su cuarto mandato, con ambiciosos «proyectos nacionales» que se tienen que financiar, a pesar de un ambiente tenso en los negocios.
El costo de esos proyectos –divididos en 12 categorías, entre ellas la sanidad y las infraestructuras– es de aproximadamente 400.000 millones de dólares, de aquí a 2024, de los que 115.000 millones tienen que proceder de inversiones privadas, rusas o extranjeras.
Choque para la economía
Estos proyectos son esenciales, pues la economía rusa sufrió una fuerte ralentización a principios de año. En 2017 volvió a crecer después de dos años de recesión debido a la caída de los precios del petróleo y las sanciones por la crisis ucraniana.
Una serie de medidas, presentadas como necesarias, pero muy impopulares, como el aumento del IVA o la reforma de la jubilación, han hundido además la popularidad de Putin. «Si no hacemos nada, podemos entrar en recesión de aquí a 2021», advirtió el ministro de Economía, Maxim Oreshkin, citando los riesgos vinculados a «la burbuja de los créditos al consumo».
El presidente del Tribunal de Cuentas, Alexéi Kudrin, ex ministro de Finanzas y una figura muy escuchada en los círculos empresariales, advirtió que el objetivo del Kremlin de superar 3% del crecimiento anual no se lograría sin «reformas estructurales suficientemente enérgicas».
Kudrin citó el sistema judicial, puesto en duda por haber detenido a inversionistas del fondo Baring Vostok en un caso vinculado, al parecer, con discrepancias comerciales. El arresto y la detención provisional en febrero de su cofundador, el estadounidense Michael Calvey, y de su colega francés Philippe Delpal, supuso un balde de agua fría en el sector de los negocios. Michael Calvey se encuentra actualmente asignado a residencia; Philippe Delpal en cambio sigue detenido.
Acusados de un fraude de al menos 2.500 millones de rublos (cerca de 33 millones de euros), ambos se declaran inocentes. Ese caso ha supuesto un «choque para la economía» y ha contribuido a duplicar las fugas de capitales de Rusia, desde inicios de 2019, alertó Kudrin, quien lamentó que no haya «reglas estables».
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