El año 2019 fue uno de los más difíciles para la economía venezolana. La contracción económica de 28%, las sanciones internacionales y la hiperinflación encontraron equilibrio con las actividades ilícitas del régimen. Además de las remesas en el exilio.
Así coincidieron analistas en entrevista con El Nuevo Herald. Señalaron que las actividades ilícitas del régimen se han convertido en unos de sus pilares de sostenibilidad. Esto debido a que permiten mantener contentos a los generales para seguir ejerciendo control sobre las fuerzas armadas.
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Juan Fernández, experto económico y ex gerente de Planificación y Control de Finanzas de Petróleos de Venezuela, afirmó que se ha formado «una especie de burbuja económica que ha permitido a Maduro mantener la lealtad del estamento militar».
Actividades ilícitas para evadir sanciones
Dichas actividades ilícitas (contrabando de oro y el lavado de dinero) ayudan a la administración de Maduro a sortear el impacto de las sanciones estadounidenses, indicó Fernández.
Explicó que las restricciones americanas en paralelo al gradual colapso de la producción petrolera propinaron un duro golpe a las exportaciones de crudo del país, que en el pasado alimentaban más de 90% de los dólares que eran vendidos en Venezuela.
No obstante, la economía venezolana se encuentra dolarizada y la moneda estadounidense está siendo utilizada libremente para la compra de bienes y servicios. Lo que hace preguntarse a muchos: ¿De dónde salen los dólares?
El lavado de años de corrupción
Las ventas de oro en el exterior, la producción ilegal y contrabando del metal son algunas de las razones. Pero también está el hecho de que el régimen convirtió a Venezuela en una gigantesca operación de lavado de dinero, aseguró Fernández.
«Las gigantescas fortunas de jerarcas chavistas en el exterior (que suman varias decenas de miles de millones de dólares) comenzaron a enfrentar dificultades para ser movilizadas debido a las sanciones. Por ello, sus dueños comenzaron a trasladar ese dinero a Venezuela, donde está siendo lavado. Es dinero de toda índole, desde el de la droga y el contrabando hasta de la corrupción acumulada durante años», dijo Fernández.
Por otro lado están las remesas de dinero. Estas se han convertido en una importante tabla salvavidas para la atribulada economía venezolana, a propósito de los millones de venezolanos que se encuentran en el exterior y que comienzan a enviar ayuda a sus familiares.
No hay números exactos de los montos que entraron en 2019 al país. Pero estimaciones colocan la cifra en cerca de 4.000 millones de dólares.
Falsa sensación de bienestar
Esta situación ha estado generando cierta sensación de bienestar pese a la terrible contracción económica.
Pero eso es solo para un pequeño sector, dijo el economista Alexander Guerrero.
«Aquí se crearon dos mercados, uno que está dolarizado y uno que está bolivarizado. Quienes ganan en dólares compran en dólares, y ellos no tienen problemas de escasez ni de inflación, porque la inflación de ellos es cero. Y estos suman entre 20% y 25% de la población», agregó.
La realidad
Señaló que la diferencia de los venezolanos que no ganan en dólares son quienes reciben en bolívares un salario mínimo de 5 o 6 dólares al mes, y son los que viven revisando la basura para comer.
Francisco Ibarra, director de la firma Econométrica, dijo que el efecto de la dolarización informal ha ayudado a reducir la escasez en el país.
«La situación sigue estando bastante mal, pero el país ya no atraviesa por el mismo grado de escasez que había estado padeciendo a lo largo de los últimos dos años. No hay una gran diversidad de productos, pero el país sí está hoy mucho más abastecido», afirmó.
Y aunque el país sigue inmerso en la hiperinflación, el escenario inflacionario ha disminuido. Pasó de los niveles cercanos al millón por ciento que vio en 2018, a una comparativamente menos tenebrosa de 20.000%, según cálculos de Económetrica.
Ibarra dijo que la desaceleración de la inflación se debe a un notable cambio en la política económica.
«El régimen lo único positivo que hizo fue que desistió en la política suicida de los aumentos salariales descomunales que estuvo decretando. Cada vez que lo hacía, esto tenía una incidencia porque aumentaba de inmediato los costos y las empresas trasladaban esto a los precios. El gobierno finalmente aprendió eso y por eso la situación cambió, aunque seguimos registrando una hiperinflación», concluyó.