Hubo un tiempo en el que los venezolanos hallaron en las criptomonedas un refugio para sortear la crisis económica. Fue hace por lo menos unos seis años en el que pagar con activos digitales empezó a convertirse en una herramienta común para resguardar dinero y sortear la desvalorización del bolívar.

Y es que, en la última década, las autoridades del país han hecho tres reconversiones monetarias para atajar la hiperinflación. Desde 2008, el Banco Central le ha eliminado 14 ceros al bolívar. La última fue en 2021, cuando se eliminaron seis ceros. En ese entonces, 100 millones de bolívares equivalían aproximadamente a 25 dólares, de acuerdo con datos recogidos por la agencia Bloomberg.

“Para 2021, el costo de un kilo de carne era de 6,5 dólares o 30’550.000 bolívares. Con la reconversión el costo quedó en 30,55 bolívares”, explica ese medio especializado en economía.

La crisis había hecho que el bolívar perdiera su valor frente a otras divisas y que la gente empezara a preferir usar dólares o las mismas criptomonedas. En este último caso, el bitcoin o el ethereum, por ejemplo, fueron una opción para eludir a una banca venezolana castigada por las sanciones internacionales.

Así las cosas, un venezolano que residiera en Colombia o Estados Unidos vivía todo un calvario para enviarle dinero a sus familiares en el país vecino. Y si bien era una opción arriesgada debido a la volatilidad de los criptoactivos -que podían perder o ganar valor en pocos días-, la operación era relativamente sencilla. El usuario debía tener en su celular una aplicación, también conocida como billetera digital, que le permitiera comprar, vender o enviarle a alguien más estas criptomonedas.

Para inicios de 2021, por ejemplo, un bitcoin costaba unos 40.000 dólares. Los usuarios podían adquirir solo una fracción para que fuera más asequible. Por ejemplo, comprar 0.01 bitcoins, lo que equivaldría en ese entonces a unos 400 dólares que se cargarían a la aplicación del celular como dinero virtual.

El bolívar perdió su valor frente a otras divisas y la gente empezó a preferir usar dólares o las mismas criptomonedas.
El bolívar perdió su valor frente a otras divisas y la gente empezó a preferir usar dólares o las mismas criptomonedas. Foto: Ana Rodríguez Brazón. El Tiempo

Y al no estar reguladas por un Banco Central ni sujeta a sanciones, cualquier persona con una billetera digital podía enviar o recibirlos al instante, lo que lo convirtió en algo práctico y útil.

Según el director asociado de la firma Control Risks, Theodore Kahn, se estima que un 10 por ciento de los venezolanos llegaron a utilizar el bitcóin u otras criptomonedas, moviendo cerca de 30 millones de dólares al año. Portales especializados, como ChainAnalysis, ubican a Venezuela en el top 10 de países donde más se utilizaban criptoactivos en 2021.

“La criptomoneda surge como una alternativa de reserva de valor y de hacer transacciones, en la que las personas tenían más confianza que la moneda oficial. Muchas tiendas empezaron a aceptar pagos en criptomoneda”, le dijo a este diario el analista.

Hasta el punto de que unos 3 millones de venezolanos llegaron a ser usuarios de estos criptoactivos y Venezuela vio florecer centros de comercio que aceptaban estas monedas y hasta cafés donde se hacían pedagogía para aprender a usar estos activos.

“En Venezuela la gente ha comprado neveras, televisores, carros y hasta inmuebles con criptos”, le cuenta a este diario Gustavo Guerre, analista blockchain y conocedor de este mundo.

Según analistas, en Venezuela la gente ha comprado neveras, televisores, carros y hasta inmuebles con criptos. Foto: Yuri Cortez. AFP
Según analistas, en Venezuela la gente ha comprado neveras, televisores, carros y hasta inmuebles con criptos. Foto: Yuri Cortez. AFP

En un recorrido por varios centros comerciales y establecimientos de Caracas, El Tiempo evidenció que hoy todavía hay usuarios que realizan operaciones a través de Binance, un aplicativo, conocido en este mundo como ‘exchange’, para enviar y recibir criptoactivos.

Por ejemplo, en la zona del famoso City Market, en el famoso bulevar de Sabana Grande, algunas tiendas aceptan estas transacciones, y sus clientes son expertos en el uso.

Incluso, muchos venezolanos llegaron a convertirse en “mineros”, como popularmente se les conoce a quienes se dedican a validar y registrar las transacciones de estos criptoactivos en la red, debido a las recompensas monetarias – también en monedas digitales- que otorga este trabajo.

Pero, aunque aún sigue habiendo usuarios que las utilizan, los recientes escándalos de corrupción en Venezuela tienen en declive este mercado que han desestimulado su uso como muchos usuarios lo han venido manifestando.

Ascenso y caída de los criptoactivos

El mismo gobierno chavista vio en este mundo una posibilidad para hacer negocios ante las dificultades que encara Venezuela ante las ya mencionadas sanciones internacionales de la banca. El mismo Nicolás Maduro impulsó personalmente el uso de criptomonedas. Incluso, su gobierno emitió el “petro”, una moneda similar al bitcóin.

El objetivo era el mismo que muchos venezolanos aprovecharon años atrás: evadir las sanciones y hacerle el quite la hiperinflación. Con esto en mente, el chavismo decidió incluso que la empresa estatal venezolana Petróleos de Venezuela (Pdvsa), cuya principal actividad se concentra en la explotación y comercio de crudo, empezara a hacer negocios, y vender sus productos, utilizando como respaldo las criptomonedas.

Sin embargo, en marzo pasado empezaron a circular denuncias de irregularidades por parte de la Fiscalía venezolana que señalaba malos manejos en los fondos de las operaciones petroleras realizadas con estos criptoactivos, que terminaron por sumir en un escándalo a este mercado y afectado, de paso, a sus usuarios dejándolos en un limbo de incertidumbre.

Ha sido tal el episodio, que Venezuela dejó de emitir este 15 de enero ese activo.  «La Plataforma Patria cerrará los monederos y billeteras en criptomonedas», anunció un mensaje del sitio web que gestiona bonificaciones y subsidios del gobierno venezolano, el único canal en el que este cuestionado criptoactivo era canjeable.

Las pesquisas indican que había un gran esquema de corrupción en el que supuestamente se utilizaron billeteras de criptomonedas para redirigir pagos adeudados a la petrolera estatal de Pdvsa a terceras personas.

Tras denuncias de la fiscalía de irregularidades en el manejo de fondos de operaciones petroleras realizadas con criptoactivos, el presidente de la superintendencia, Joselit Ramírez, fue arrestado en marzo, al igual que el jefe de operaciones de minería digital de la institución, Rajiv Mosqueda.

La trama también dejó a otra decena de funcionarios detenidos y derivó en la renuncia del entonces ministro de Petróleo, Tareck El Aissami, uno de los hombres de confianza de Maduro.

Pero no solo cayeron altos jerarcas del chavismo, sino que esto provocó un efecto dominó en el mundo de las criptomonedas venezolanas. Los mismos reguladores estatales ordenaron suspender la minería de criptomonedas en marzo.

La Superintendencia Nacional de Criptoactivos (Sunacrip), un ente creado para regular de cierta forma el mercado, también se vio envuelta en el escándalo.

Como consecuencia, inversores en criptomonedas aseguraron que desde Sunacrip se ordenó apagar las granjas de minería digital (donde se producen estos activos) así como las exchanges (plataformas de intercambio de criptos), lo que terminó paralizando el ecosistema de activos digitales que muchos venezolanos utilizaban.

La agencia AFP consultó hace algunos meses con fuentes judiciales sobre el número de granjas y exchanges afectados, algo que sigue sin respuesta hasta el momento.

“Están torpedeando la minería (de criptomonedas). Averigüen lo que tengan que averiguar, ¿pero por qué tienen que apagar todo?», se preguntó en diálogo con la agencia de noticias Humberto Quintero, directivo de la privada Asociación Nacional de Criptomonedas (Asonacrip) y de la plataforma especializada CryptoLand Venezuela, quien pidió en ese entonces mayor «transparencia» de parte de las autoridades.

La Superintendencia de Criptoactivos está ahora bajo control de una junta interventora, pero su sede permanece cerrada desde la detención de Ramírez. Incluso las letras metálicas plateadas del cartel de ‘Sunacrip’ a las puertas del edificio en el centro de Caracas fueron retiradas.

Según la agencia Bloomberg, se estima que en este tiempo 75.000 unidades para minar criptomonedas (el proceso para conseguir estos activos digitales) han sido desconectadas. Eso equivale a aproximadamente toda una flota de máquinas propiedad de una importante empresa minera que cotiza en bolsa.

Lo cierto es que todo este escándalo de corrupción deja en el limbo a cientos de miles de usuarios.

Si bien el mercado de las criptomonedas no tiene un banco central que las regule, y la gente puede utilizar otras plataformas, las recientes acciones del gobierno chavista están desestimulando su uso y provocando un ambiente opaco en el país.

Aaron Olmos, economista y usuario de criptomonedas desde 2018, le dijo a este diario que “al detenerse la minería, muchas personas ya no están aceptando tanto estas monedas como antes”.

Alexis Lugo, quien habló con Bloomberg y quien ha estado trabajando en activos digitales durante siete años y ahora lidera un criptoproyecto educativo llamado Criptoneros, declaró que es lamentable que después de pasar por tantos problemas para formalizar y hacer las cosas bien, ahora estén en esta situación.

«Todas las personas que trataron de legalizar su estado (ante la Sunacrip) quedaron expuestas», dijo en mayo pasado a la AFP Luis -nombre ficticio para proteger su identidad-, quien apagó dos granjas de minería de bitcoin en las que tenía unas 500 máquinas.

«Están mejor quienes lo hacían anónimamente», se queja. «Yo eliminé las granjas. Es un absurdo que vengan y te obliguen a apagar todo hasta nuevo aviso. Todo esto nos devuelve a un limbo legal», agrega.


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