En un mercado energético trastocado por la guerra en Ucrania, la OPEP reafirmó y extendió en 2022 su alianza con Rusia para defender los precios del petróleo, dando la espalda a Estados Unidos, aunque siempre con los ojos puestos en China.
Liderada por Arabia Saudí, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) entrará en 2023 con su oferta de crudo reducida fuertemente, gracias a un acuerdo que regirá todo el año.
El recorte en 2 millones de barriles diarios (mbd) anunciado en octubre desató la ira de los consumidores, pues supone la retirada de un volumen equivalente 2% del consumo mundial de «oro negro» en medio de la actual crisis económica y energética.
Junto a esa polémica decisión, la OPEP se comprometió además a extender por un año, hasta fines de 2023, su cooperación con Rusia y otros nueve productores de crudo.
¿Desaire a Washington?
El recorte del bombeo de la alianza OPEP+ cayó mal sobre todo en Washington, porque el presidente Joe Biden viajó en julio a Arabia Saudí justo para pedir lo contrario: aumentar la oferta para bajar los precios de la gasolina y frenar así la galopante inflación.
La reducción entró en vigor un mes antes de que la Unión Europea (UE) comenzó a aplicar su embargo al petróleo ruso que le obliga a buscar febrilmente fuentes alternativas.
La Casa Blanca reaccionó con abierto enfado y calificó la decisión como errónea y acusando a Riad de alinearse con Moscú, e incluso llegó a decir que se replanteará sus relaciones con el reino wahabí, hasta ahora un aliado de Estados Unidos en Oriente Medio.
Si bien la OPEP rechaza haber actuado por motivos geopolíticos, ajenos a la situación del mercado, para muchos analistas la decisión refleja que la geopolítica está cambiando la estructura del sector petrolero internacional.
La defensa de los precios
«La OPEP sigue empeñada en defender los precios del petróleo», explica a EFE Rafael Ramírez, exministro venezolano de Petróleo y expresidente de la estatal Pdvsa.
Recuerda que incluso guerras entre los socios, como la de Irán e Irak, no lograron romper al grupo petrolero.
«El gran secreto de la OPEP es que se ha mantenido cohesionada en la defensa del precio del petróleo, incluso si (sus socios) se matan entre ellos», subraya desde Roma.
Ahora, «la administración Biden o los países europeos presionan a la OPEP para que deje de lado a Rusia, o para que baje el precio del petróleo, pero la OPEP les dice que no», destaca.
«(Pero) la señal que envía es: no tenemos nada que ver con esa guerra (en Ucrania), esos no son nuestros intereses geopolíticos, más bien vamos a obtener un precio alto del petróleo y lo vamos a defender», asegura Ramírez.
A ello se añade que China es un gran mercado y Rusia un socio importante en la cooperación sellada en 2016 para hacer frente a la creciente oferta rival del petróleo de esquisto de Estados Unidos.
Producción limitada
Previo al fuerte recorte de la producción, la OPEP+ había aplicado un plan para recuperar lentamente su bombeo prepándemico, un objetivo que no se llegó a alcanzar por falta de capacidad técnica de la mayoría de los socios.
La producción real quedó muy por debajo de la cuota oficial cuando ésta aumentó hasta los 43,85 mbd en septiembre, desde los 40,49 mbd de enero (sin contar las extracciones de Venezuela, Irán y Libia).
Volatilidad extrema
Los precios se dispararon tras el inicio de la agresión rusa contra Ucrania, hasta superar el barril del Brent los 130 dólares, su valor máximo en 14 años, a principios de marzo.
Sin embargo, en medio de una volatilidad extrema, los precios han cedido, presionados a la baja por la desaceleración de la economía mundial y del consumo energético, sobre todo en China.
El Brent, por ejemplo, retrocedió el miércoles hasta los 78,15 dólares/barril, su nivel más bajo desde enero.
La extrema volatilidad de los precios refleja las turbulencias e incertidumbres que marcan el mercado tras un año lleno de medidas inéditas para superar la crisis energética.
Entre ellas destacan una gran liberación de crudo de las reservas estratégicas de Estados Unidos, el tope al precio del petróleo ruso impuesto este mes por la UE y el G7, o la relajación parcial de las sanciones a la producción de crudo en Venezuela.
En cambio, quedó frustrado el intento de resucitar el acuerdo nuclear con Irán para anular el embargo petrolero contra ese país.
Y mientras se enfrían sus relaciones con Washington, Riad se apresta a fortalecer los vínculos con China, mercado clave para sus ventas petroleras y donde compite con Rusia, ya que Moscú está redirigiendo a Asia los suministros que dejan de fluir a Europa.
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