«Me molesta cuando a mis hijas les toca caminar»
Son las 2:30 de la tarde y Gian Carlos Márquez no ha podido almorzar. Tiene más de dos horas caminando y haciendo cola en distintas zonas de la capital en busca de efectivo. Ese miércoles, en el que tuvo que saltarse su comida, había visitado varias instituciones para retirar los 10.000 bolívares diarios que le permite cada una. Pero en ninguna tuvo suerte. «Hoy tuve que recorrer cinco bancos para poder tener efectivo para el pasaje de mis hijas». La familia vive en El Llanito y las niñas estudian, una en Los Cortijos y la otra en el casco histórico de Petare, por lo que debe invertir varias horas en cola para darles el dinero que necesitan para pagar el pasaje de transporte. «Me molesta cuando a veces les toca caminar porque no pude conseguir el dinero. Llegan muy cansadas y cualquier otra alternativa de transporte es más cara». Trabaja de manera independiente como vendedor de
licor y tiene flexibilidad para invertir parte de su tiempo en lo que él denomina una «misión casi imposible». Su esposa, que es asistente administrativa, solo lo puede ayudar los fines de semana porque debe cumplir horario de oficina.
«Hay días en los que simplemente no paras de hacer cola»
A sus 52 años, Eriberto Urdaneta dirige junto a su hermano una empresa distribuidora de productos de limpieza. La falta de efectivo le he perjudicado su vida profesional y personal desde julio del año pasado. Bajo su liderazgo tiene nueve empleados, muchos de ellos viven en Guarenas y Guatire, lo que quiere decir que gastan 5.000 bolívares en cada viaje para ir a trabajar. «Todos nos ponemos de acuerdo y nos dividimos el horario para que tengamos tiempo de retirar efectivo». Considera «inhumano» prohibirle a cualquiera de sus trabajadores que tienen más de 15 años con él, no hacer una cola para buscar dinero. «Hay días en los que simplemente no paras de hacer cola». Agrega que inevitablemente el ritmo y la eficiencia para cumplir con el trabajo ha disminuido. «Es una cadena. Cuando voy a donde los fabricantes a buscar la mercancía, ellos están sacando plata. Y yo hoy estoy aquí en el cajero, llevo casi una hora de cola, porque tengo a mis dos camioneros en la gasolinera esperando porque no tienen efectivo para pagar la gasolina», expresó.
«No tenemos ni para recuperar el dinero que invertimos
La familia Rojas tiene más de 23 años con un negocio ambulante de perros calientes y hamburguesas en la avenida principal de Los Ruices. Pero por primera vez no tienen a quién venderle su comida. ³No hay efectivo, ni liquidez. Estamos flaquitos², dice Antonio, la figura paterna del hogar. Su esposa María y sus hijos Yenderson y Javier lo ayudan en el trabajo. Ellos estipulan que de los más de 500 clientes que consumían sus productos semanalmente, actualmente, apenas alcanzan los 100. No tienen punto de venta desde hace un mes. La mayoría de los usuarios tiene problemas al momento de realizar una transferencia y los pocos que se acercan al lugar y observan que el perro caliente esta en 7.000 y la hamburguesa en 15.000 bolívares comentan que no pueden gastar su efectivo en eso. «Esto es terrorífico. No tenemos ni para recuperar lo que invertimos», lamenta María. Pero entre todos intentan darse ánimos. A pesar de ser la hora de almuerzo y que no se observa a nadie saboreando un perro «con todo», los Rojas se rehúsan a quedarse en su vivienda. «Vamos a seguir luchando porque en la casa no vamos a hacer nada. Debemos seguir trabajando», aseveró Yenderson.
«Esta buscadera de efectivo me da mucha ansiedad»
Ambos viven en Petare. Oswaldo Manero, de 43 años, tiene tres hijos y una esposa. Pedro Peña, de 39 años, vive solo. Los dos son choferes de rutas de encomiendas y aunque salen a rodar por Caracas durante la mayor parte del día comparten el mismo problema: no tienen efectivo y tienen que dedicar buena parte del día a encontrarlo. El primero trabaja entre las zonas de Las Mercedes y las urbanizaciones que cruzan la avenida Río de Janeiro y el otro cubre rutas de entrega en Palo Verde. «Pierdo tiempo valioso de mi trabajo, gracias a Dios me dan permiso. Pero es que si no lo hago en mi casa no habría dinero en efectivo», dice Manero. Peña, a pesar de que termina temprano su trabajo y a las 2:00 de la tarde no tiene más compromisos, igual tiene que llegar tarde a su casa recorriendo la ciudad y parándose en distintos bancos solo para encontrar el dinero necesario para cubrir su propio pasaje de transporte. «Estoy cansado. En la tarde no trabajaba y aprovechaba este tiempo para hacer otras diligencias. Ahora no puedo. Esta buscadera de efectivo me da mucha ansiedad», manifiesta Peña.
Ganancia en la frontera
La extracción de billetes ha sido un factor señalado por el gobierno para explicar la falta de efectivo, pero economistas descartan que tenga un peso significativo porque el problema es la espiral inflacionaria
Jesús Molina trabaja como mototaxista en Santa Bárbara del Zulia. Viaja con frecuencia a la frontera con Colombia, principalmente por San Antonio-Cúcuta y Boca de Grita-Puerto Santander. A veces de pasajero, otras como ayudante en un camión que compra y vende productos del campo. Trayendo productos de Colombia para Venezuela, hace tiempo, conoció los vericuetos y detalles de
ese comercio. Últimamente ha obtenido mejores ganancias que cuando llevaba productos venezolanos regulados o cuando el año pasado traía alimentos y artículos de higiene de Colombia. Ha llevado efectivo y ganado hasta 40%.
«Si llevo 1 millón de bolívares, en billetes de 100, me depositan en mi
cuenta 1,3 o 1,4 millones, dependiendo de si llevo billetes de poco valor, como los de 100, o de los nuevos. En pocos días hago una ganancia que me sirve para resolver², explica. Una de las razones de esta diferencia se entiende con un ejemplo: si es un colombiano interesado en comprar productos venezolanos para revenderlos en Colombia con una ganancia de 300, 500 por ciento o más, pagar 40 por ciento por el dinero y algunas propinas para facilitar el paso es un costo relativamente pequeño para lograr un beneficio mucho mayor.
«Hay gente en Colombia que viene a Venezuela a comprar, hace pagos, tiene cuentas en bolívares, pero por alguna razón no utiliza esa cuenta para pagar las compras, prefiere hacerlo en efectivo y se lleva esos productos a Colombia, que allá le cuestan con una diferencia mucho más grande que el 40% que le deja a uno, más las propinas que seguramente deja por el camino», detalla Molina.
El jefe del Comando Estratégico Operacional, almirante en jefe Remigio Ceballos, recientemente dio cuenta del rescate en la frontera de más de 2 millardos de bolívares y la detención de quienes llevaban ese cargamento de dinero a Colombia.
Economistas como Herrera y Oliveros, sin embargo, descartaron que esta extracción de dinero tenga un peso significativo frente a la inflación, por ejemplo en la escasez de efectivo que agobia a los venezolanos. «Atribuiría a ese factor muy poca culpa, descarto que sea una causa importante en la escasez. El problema principal está la incapacidad del gobierno para contener la espiral inflacionaria», remató Oliveros.
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El billete que se negó a morir
Todos los días 20 de cada mes hasta septiembre de 2017, los venezolanos veían resucitar el billete de 100 bolívares que tenía sobre sí una sentencia de muerte súbita desde el 11 de diciembre de 2016. El presidente Maduro anunció la medida apenas cuatro días después de que el entonces presidente del Banco Central de Venezuela, Nelson Merentes, presentara la nueva familia del cono monetario. La premura de Maduro se sustentaba en que la decisión era «inevitable, necesaria, radical», porque buscaba atacar las mafias que
operaban desde Colombia para el contrabando de papel moneda. Junto a la medida de sacar el billete de circulación, el mandatario decidió cerrar la frontera por 72 horas «para que ahora esos papeles moneda que estaban en Colombia se queden allá».
El jefe del Estado advirtió en una alocución en cadena nacional que la salida de circulación del billete formaba parte de una operación que involucraba mafias internacionales y que el gobierno tenía dos años investigando esta operación. ³Es un ataque para dejar a Venezuela sin billetes», y explicó que el papel moneda era utilizado para falsificar billetes que pasaban por una red entre España, República Checa, Suiza, Alemania, Polonia y Ucrania, el dinero era triangulado por una ONG venezolana (que no mencionó) que presuntamente recibía el apoyo del Sistema de Reserva Federal estadounidense, el Departamento del Tesoro y la CIA.
El presidente Maduro dijo que 3 millardos de piezas de papel moneda salieron del país por contrabando. Pero los datos oficiales del BCV indicaban que durante los dos años en los cuales el gobierno estaba al tanto de estas mafias, el BCV triplicó la cantidad de billetes de 100 en circulación porque en 2014 había 1,3 millardos de piezas con esa denominación y entre 2015 y 2016 pusieron a circular casi 5 millardos de billetes más.
Bancos monitoreados
Las entidades bancarias viven asediadas, pero no solo por los ansiosos, decepcionados, críticos y a veces enfurecido usuarios, que van a buscar efectivo y se encuentran con el cajero fuera de servicio o una larga cola para recibir no más de 5.000, 10.000 o 20.000 bolívares en sus retiros por taquilla. También hay la vigilancia y el monitoreo de las autoridades del Estado sobre los movimientos de efectivo, según indicaron fuentes gerenciales de varias entidades financieras.
El primer punto es que la disponibilidad de efectivo en los bancos depende en parte de las entregas que le haga el Estado. El segundo es que incide en los límites que cada banco puede o debe entregar en cada retiro. Un tercero, llamativo, es que el poder central le indica a cada banco hacia cuál región o ciudad debe destinar sus remesas, una especie de guía de movilización como las empleadas para autorizar los movimientos de camiones con harina de maíz o ganado en pie.
Con base en sus sistemas de monitoreo y redes sociales, las autoridades bancarias deciden cambios de rumbo en los volúmenes de efectivo o instruyen a los bancos para que, por ejemplo, privilegien en el pago a los jubilados y pensionados, destinando para tal fin un porcentaje, generalmente alto, de las remesas. Eso lleva al banco a recortar los montos de retiros o pagos de cheques al resto de sus clientes.
Es una de las razones por las cuales los montos pagados por cheque son tan bajos, especialmente en los bancos grandes, que atienden a millones de clientes y usuarios.
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