Existe evidencia cada vez más notoria de que además de hacer gestos públicos llamativos a favor de Nicolás Maduro, que causan efectos poco contundentes, los lazos económicos entre Rusia y Venezuela se están resintiendo.
El periodista Anatoly Kurmanaev, quien estuvo un tiempo como corresponsal en Venezuela, acaba de publicar un trabajo en The New York Times en el que apoya esta afirmación desmenuzando esas evidencias. El reportero menciona dos gestos que el gobierno de Vladimir Putin hizo para expresar su respaldo al jefe del régimen venezolano. El primero, la ayuda de la empresa petrolera rusa Rosneft que resultó en el desvío de las exportaciones de Pdvsa hacia Asia en cuanto las sanciones de Estados Unidos entraron en vigencia. El segundo, los dos aviones que aterrizaron en Caracas con técnicos militares.
Bancos rusos, exportadores de granos, incluso la industria de armamentos ha restringido sus negocios en Venezuela, debido al colapso económico que observan en el país suramericano. Maximilian Hess, catedrático del Instituto de Investigación de Política Exterior de Londres, afirma que la realidad es que en los últimos años los vínculos económicos entre los dos países han disminuido. “Las políticas actuales son realmente de bajo costo, pero con ellas se obtiene mucho juego geopolítico”, recalca.
En lo económico, el gobierno de Putin se ha negado a extender líneas de crédito a Venezuela o incluso hacer nuevas inversiones. Ni siquiera ha implementado medidas para aliviar la carga de la deuda para facilitar la batalla que tiene Maduro con la oposición de su país. El Kremlin, al parecer, prefiere centrarse en gestos simbólicos.
En términos de números, Rusia exportó 36 millones de dólares en bienes a Venezuela en los primeros cuatro meses del año. Esta cantidad representa la mitad de lo que mandó hace tres años, de acuerdo con los datos de las aduanas rusas.
Maduro ha dicho en varias ocasiones que las importaciones de Rusia reemplazan lo que antes se traía de Estados Unidos. The New York Times cita como ejemplo el trigo; al finalizar la temporada de exportación rusa (en abril), las ventas del cereal alcanzaron un total de 187.000 toneladas, lo que representa una caída de 60% si se compara con el mismo período de 2018. Esta cantidad representa apenas 10% de la demanda anual del producto en Venezuela.
La situación bancaria
Las sanciones de Estados Unidos han hecho que los bancos rusos se rehúsen a manejar dinero del régimen de Maduro. En la economía rusa se usa ampliamente el dólar, lo que la hace vulnerable a las medidas del gobierno de Donald Trump. Ninguno de los 15 bancos rusos tiene algún crédito significativo pendiente con entidades del régimen venezolano. El banco estatal Gazprombank, que fue uno de los principales bancos europeos usados por Pdvsa, eliminó en abril casi toda su cartera crediticia.
Lo otro son las deudas. La falta de pago a empresas como Rostec, proveedora de material militar, de acuerdo con dos fuentes anónimas consultadas por Kurmanaev. La compañía no renovará ningún contrato de mantenimiento de armamento ni firmará nuevos proyectos hasta que el régimen no se ponga al día. Esto incluye la fábrica de fusiles kalashnikov en Maracay, estado Aragua, que quedó inconclusa luego de 12 años de comenzada la construcción.
En los dos últimos años, Rusia exportó 1 millón de dólares a Venezuela en productos codificados como “secretos” que incluyen armamento. “Nosotros oficialmente hemos vendido armas a Venezuela, pero no lo hemos seguido haciendo desde ya hace un tiempo”, dijo Putin la semana pasada.
Sin embargo, queda algún oxígeno. El Eurofinance Mosnarbank, un banco ruso venezolano con sede en Moscú, sigue procesando dinero de Pdvsa, de acuerdo con algunas transferencias a las que tuvo acceso The New York Times.
El propio embajador de Rusia en Caracas ha dicho que su gobierno está dispuesto a apoyar a Nicolás Maduro. En marzo, otro gesto simbólico, la inauguración de un centro de entrenamiento para vuelos en helicóptero tuvo ese efecto.
La cooperación de la empresa Rosneft ha sido significativa. En la primera mitad de mayo compró entre cinco y siete tanqueros de petróleo que tenía Pdvsa sin colocar. Insisten en que se trata de negocios, pero en la realidad los préstamos a la petrolera venezolana han caído más de la mitad en el último año, a 1,8 billones de dólares, de acuerdo con sus estados financieros. Sin embargo, los expertos aseguran que el respaldo de Rosneft no evitará el colapso de la estatal petrolera de Venezuela.
“Si yo fuera venezolano y estuviera pensando en cómo salvar mi futuro, no contaría con que Rusia viniera a rescatarme”, dijo Hess.
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