La pesadilla de la hiperinflación terminó para Venezuela. En la teoría, el país ha transcurrido un año con cifras de inflación mensual por debajo del 50 por ciento lo que da la despedida a un tramo de 37 duros meses. Ahora se asoma el camino de una recuperación aún vista con cautela.
Durante los últimos años, Venezuela registró una caída del PIB del 80 por ciento. Su principal ingreso -el petróleo- también se vio afectado y pasó de percibir 100 dólares a 34 dólares por barril.
En 2014, unos meses después de la llegada de Nicolás Maduro al poder, la situación comenzó a deteriorarse y en 2017, con las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos, se llegó al foso.
Aún quedan en la memoria aquellos días en los que se debía hacer fila por uno o dos kilos de harina de maíz, las trifulcas a las afueras de los supermercados y las imágenes de las personas que morían por infartos en las filas esperando su turno para comprar.
Aunque esto ya se superó, todavía se mantienen las filas por conseguir gasolina, así como las personas que buscan comida en la basura. Sin embargo, este 2022 se prevé un crecimiento de 8,6 por ciento con respecto al 2021.
Este dato lo aporta el informe de coyuntura del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (IIES UCAB), el cual estima un mejor año para el país, a pesar de que la pobreza extrema cerró por encima del 90 por ciento, según cifras de esta misma institución.
El avance económico se centra al estimar que la producción petrolera podría ubicarse en 950.000 barriles diarios. Así, el PIB petrolero crecería 39 por ciento con un aumento del cinco por ciento.
¿Cómo cambiaron las cosas?
Henkel García, director de la firma Econométrica explica al diario colombiano El Tiempo que todo comenzó a partir del 2018, cuando se dio un cambio de postura del gobierno nacional al comenzar a bajar el hostigamiento al empresariado y a toda su política de controles.
Aunque para García, esto no es suficiente, en este momento se evidencia una desaceleración de la inflación y de contención del tipo de cambio.
“Si se sigue esta tendencia de disciplina fiscal y monetaria que ha tenido el gobierno, podríamos terminar con una inflación de dos dígitos en este 2022”, puntualizó.
El estudio de la Universidad Católica coincide con las apreciaciones de García, quien participó en el foro Análisis de la situación actual de Venezuela y perspectivas para el año 2022 organizado por el portal web La gran aldea.
El documento detalla que las medidas implementadas por el gobierno de Nicolás Maduro, como la “estabilización monetaria y fiscal” llevada adelante por el Banco Central de Venezuela (BCV), han tenido efectos positivos.
Los investigadores creen que la inflación llegaría a 225 por ciento anual, por debajo de ese 686 por ciento que tuvo en 2021, y aún más baja en comparación con el 2.960 por ciento del 2020 y los 9.586 por ciento de 2019. Sin embargo, esa tasa de 225 por ciento sigue siendo inflacionaria.
Según analistas, esta recuperación iniciada formalmente en el segundo semestre de 2021, se obtuvo también por el aumento en la producción y exportación de petróleo a mercados asiáticos, logrando evadir las sanciones.
En ese sentido, la estabilización cambiaria permitió cierta libertad en el mercado de las divisas reduciendo el encaje legal de 85 a 73 por ciento. Además, la recaudación de impuestos ha aumentado y el déficit fiscal disminuido. Si no se modifica este contexto, el camino continuará mejorando.
Otro aspecto que destaca la investigación es que las remesas que envían los migrantes, estimadas en 2,7 mil millones de dólares en 2021, para 2022 serían de 3,5 mil millones de dólares, lo que representa incrementos de 26,1 por ciento en 2021 y de 30 por ciento en 2022.
Recuperación sin el FMI
“Venezuela se fue adaptando a las sanciones estadounidenses y encontró nuevos mercados para orientar sus exportaciones. Eso nos permite afirmar que la economía venezolana se está comenzando a recuperar”, explica a El Tiempo el economista Francisco Rodríguez.
No obstante, Rodríguez alertó de que los niveles de vida seguirán siendo bajos en comparación con el pasado.
El también fundador de Oil for Venezuela, al ser consultado sobre si es necesaria o no la intervención del Fondo Monetario Internacional (FMI) tomando en cuenta que el país caribeño no ejecutó este procedimiento, el experto resalta que con el FMI “todo hubiese sido más fácil”.
“Sin duda, habría sido positivo para el país haber contado con el apoyo del FMI porque hubiese impedido que la contracción de importaciones fuese tan fuerte”, enfatiza Rodríguez. Para él, el panorama es peor porque aunque no hay deuda con el FMI, sí la hay con privados alcanzando un monto de 170.000 millones de dólares.
Eso implica que aunque esta deuda está en default por razones vinculadas a las sanciones, cuando la nación se inserte en la economía mundial y finalicen las sanciones, va a tener que resolver el problema de reestructuración de deuda.
“Son acreedores que están dispuestos a demandar a Venezuela, a quitarle activos, a embargar pagos por efectos del petróleo y la deuda se acumulará más rápido”, advierte Rodríguez.
De ahí que todos coincidan en que estas muestras de recuperación venezolanas son comparables con una persona que padece una grave enfermedad, que aunque va mostrando signos de recuperación, le quedan secuelas que no son tan fáciles de sanar.
Un crecimiento desigual
La otra cara es la de la gente del común. Pese a que los datos dan cuenta de visibles mejoras, el poder adquisitivo del ciudadano común continúa siendo una pesadilla. Un empleado que depende de la administración pública, o los pensionados con el mínimo, apenas cuentan con 2,5 dólares mensuales de ingresos. Eso sumado la gran mayoría no tienen acceso a servicios públicos de calidad.
Sin embargo, el jueves, Nicolás Maduro anunció que el salario mínimo se ubicará en medio Petro (moneda digital creada por el gobierno), que equivale a 126 bolívares (28 dólares), más una propuesta de 45 bolívares en bono de alimentación, que serían unos 10 dólares.
Si esto se ejecuta, pues el mandatario no indicó cuándo entraría en vigor, en Venezuela se hablaría de 40 dólares de salario, que representan un aumento de 1.700 por ciento respecto a los 10 bolívares que cobran los trabajadores actualmente.
Para el analista en finanzas Henkel García, es importante tener en cuenta que si la contracción económica fue del 80 por ciento, para recuperar el nivel que tenía el país, se necesitaría un crecimiento del 400 por ciento. De ahí que la gente no sienta del todo las mejoras de las que el mismo Maduro ha hablado.
“El comercio se está recuperando mucho más que la producción de áreas como la manufactura, por ejemplo. En ese crecimiento desigual vemos aún salarios muy deprimidos”, afirma García.
La emergencia humanitaria aún persiste. Para Susana Raffalli, nutricionista pública, Venezuela se ubica todavía entre los países con emergencia de mayor intensidad. En la región, la acompañan Guatemala y Colombia, este último con un riesgo incrementado precisamente por cuenta de la migración venezolana.
Y pese a que el gobierno intenta esquivarlas, las sanciones también han pesado en este panorama. “Hoy, 14.000.000 de venezolanos tienen necesidades humanitarias. Según la ONU, 7,8 millones de venezolanos están subalimentados”, destacó Raffalli.
Los analistas coinciden en que, además de las medidas ya adoptadas, sería beneficioso mejorar los servicios básicos, expandir el crédito bancario, incrementar la producción petrolera y la exportación.
“Si se deroga la ley de precios justos eso daría un piso institucional a la apertura económica que estamos viendo”, resaltó García, quien también concuerda con la necesidad de la flexibilización de sanciones.
Todo apunta a que la economía venezolana seguirá basándose en los ingresos petroleros sumado a la recaudación fiscal. Con esos 950.000 barriles diarios que alcanzaría la producción, habría un crecimiento del 75 por ciento en la principal industria del país, que actualmente no supera los 543.000 barriles diarios. “Además, la exportación podría ubicarse en 760.000 barriles diarios”, dice el informe de la UCAB.
Y ante los precios del crudo en alza, el gran beneficiado es Maduro que tendrá cómo demostrar que le encontró forma a uno de sus puntos más débiles: la estabilidad económica. Algo que le significaría a su vez estabilidad política.
De mantenerse esta progresión, al menos hasta 2024, cuando ocurran las presidenciales, la administración actual encontraría una anhelada estabilidad con medidas como la reducción del encaje legal y el empeño del BCV por mantener atado el tipo de cambio para evitar el alza del dólar.
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