La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) augura un 2023 de «mucho estrés» para la región, consecuencia de una «cascada de crisis» que van desde la inflación hasta el cambio climático.
«Si hacemos la lista de choques todos le han pegado muy duro a América Latina», dijo a la AFP José Manuel Salazar-Xirinachs, el nuevo secretario ejecutivo de este organismo de la ONU que promueve el desarrollo económico y social de la región.
«Hay un choque de deuda, un choque de tasas de interés, un choque inflacionario, el choque sanitario, el choque de las cadenas de valor. Y el choque del cambio climático a más largo plazo, que ahí está», dijo este costarricense que asumió el cargo en octubre.
La consecuencia será «un año de mucho estrés sobre los gobiernos, sobre las sociedades (…) con muchas demandas, con mucha impaciencia de las poblaciones, tanto de la población vulnerable y pobre como de las clases medias», agregó.
La Cepal estima que América Latina crecerá 1,3% este año, menos de la mitad que en 2022, y teme otra «década perdida» como la de los años 1980, con un crecimiento demasiado débil que supone «pérdida de oportunidades e incremento de pobreza».
Según datos de la institución, 32,1% de la población de la región vive en la pobreza, lo que representa 201 millones de pobres, entre ellos 13% de personas en pobreza extrema (82 millones).
Oportunidades de futuro
A este panorama complejo, se suma la inflación, con algunos países con 8% o 10% y «casos extremos como el de Argentina, que cerró el año casi 100%».
«La única buena noticia es que ya se ve que los precios de los productos alimenticios y del petróleo ya están en el punto de inflexión», apunta.
Sin embargo no todo es sombrío y la Cepal destaca oportunidades de futuro, como la relocalización de compañías o la economía digital.
«Mucha de esa capacidad productiva que estaba en China se está viniendo a otras regiones y América Latina está muy bien posicionada, cerca de Estados Unidos», apunta el secretario ejecutivo, algo que beneficia en particular a países como México, Guatemala o Costa Rica.
A eso se suman «grandes aéreas de oportunidad», como la economía de la biodiversidad o los centros de servicios digitales (la evolución de los centros de atención telefónica), que en países como Uruguay y Costa Rica generan cada vez más empleo.
Salazar-Xirinachs, con una larga experiencia en instituciones internacionales y de su país, remplazó en el cargo a la mexicana Alicia Bárcena y ha prometido dar un «golpe de timón» a esta institución creada en 1948.
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