A casi una semana de la fecha considerada límite antes de un potencial default de Estados Unidos sobre su deuda, la Casa Blanca y la oposición republicana oscilaron este miércoles entre negociaciones y ataques, al tiempo que la agencia Fitch puso bajo vigilancia la preciada calificación AAA del país.
«La falta de acuerdo (…) sería una señal negativa para la gobernanza en general y la voluntad de Estados Unidos de cumplir a tiempo con sus obligaciones», dijo Fitch en un comunicado el miércoles.
La agencia ve con malos ojos el «partidismo político que está obstaculizando» las negociaciones, pero afirma que sigue «esperando una resolución a tiempo».
El Departamento del Tesoro insistió en que la decisión de Fitch debería servir como llamada de alerta.
«La advertencia de esta noche subraya la necesidad de una acción bipartidista rápida por parte del Congreso para aumentar o suspender el límite de la deuda y prevenir una crisis fabricada para nuestra economía», dijo en un comunicado la portavoz del Tesoro, Lily Adams.
La oposición y el gobierno llevan semanas negociando un aumento del límite de endeudamiento de Estados Unidos, sin el cual el Estado federal arriesga quedarse sin fondos para honrar sus compromisos.
«Es una crisis fabricada», reiteró el miércoles la portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, fustigando el rechazo de los conservadores del Congreso de votar un aumento del límite de endeudamiento de Estados Unidos, indispensable para evitar una moratoria.
Mientras las negociaciones entre gobierno y oposición continuaban, la vocera atacó más a la derecha del Partido Republicano.
«Dicen ahora en voz alta todo lo que pensaban en voz baja», acusó la portavoz, y reiteró por enésima vez que los republicanos toman «de rehén» la credibilidad financiera de Estados Unidos, en alusión a recientes declaraciones de un legislador republicano de la Cámara de Representantes.
Mientras tanto, el presidente Joe Biden ofreció congelar algunos gastos públicos en sus niveles actuales, lo cual reduciría el déficit fiscal en un billón de dólares adicionales en 10 años, informó el miércoles la secretaria del Tesoro, Janet Yellen.
Los ahorros propuestos por Biden deberían acortar diferencias entre los planes de republicanos y demócratas en materia de gasto público, centro del desacuerdo que tiene a Estados Unidos contando los días para un default.
Tic toc
La secretaria del Tesoro ha reiterado que el gobierno podría quedarse sin fondos suficientes el primero de junio.
«El plan presupuestal del presidente en realidad propone una reducción del déficit de 3 billones de dólares sobre 10 años», dijo Yellen en un evento del diario The Wall Street Journal el miércoles.
«En esta negociación, el presidente ofreció cambios que podrían resultar en una reducción adicional del déficit de otro billón de dólares», explicó.
Los republicanos sostienen que sus planes de gasto recortan el déficit en 4,8 billones de dólares en una década, sin rebajas para Defensa o seguridad fronteriza.
La Casa Blanca quiere distribuir cualquier recorte para no cargar a algunos sectores, y quiere subir algunos impuestos, algo a lo que se oponen los republicanos.
El líder republicano de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, quien encabeza las negociaciones previas con Biden y las demandas de recorte de gasto de la oposición, señaló que podría haber «progresos hoy», en alusión a las tratativas en curso durante la jornada. Sin embargo, volvió a acusar al gobierno de esperar a último momento para negociar.
Riesgo de default
Para eliminar el riesgo de un default, el Congreso debe aumentar el límite de endeudamiento del país. El Senado está controlado por los demócratas y los republicanos controlan la Cámara de Representantes.
El llamado «techo de la deuda», de más de 31 billones de dólares, se alcanzó en enero, pero el gobierno federal ha gestionado hasta ahora la situación mediante maniobras contables.
De no honrar sus obligaciones, Estados Unidos ya no podría pagar a los tenedores de bonos del Tesoro, refugio de las finanzas mundiales. El gobierno tampoco podría pagar subsidios ni pensiones, por ejemplo.
Las consecuencias para la economía mundial serían catastróficas, advierten economistas.
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