«Ser zapatero es un oficio que se lleva en la sangre y eso es lo que Woara, como marca, quiere recuperar: su importancia en la sociedad, sobre todo la actual». Así fue como Mariana Gómez y Daniel Cáceres, dos jóvenes de San Cristóbal con sueños colosales acerca del rescate de una profesión que parecía enterrada en el fondo del abismo y el desinterés, comenzaron a caminar por el sendero del emprendimiento en Venezuela.
Woara es un juego de letras que nació de la palabra Warao, la segunda etnia indígena y el grupo humano más antiguo del país. Eso, principalmente, fue lo que hizo que ambos tomaran la decisión, en un primer momento, de apropiarse del nombre.
Un error que debía ocurrir
«Elegimos Warao porque creemos en nuestra idiosincrasia como venezolanos. Exaltar el valor histórico de lo que somos como población nos pareció una forma adecuada de comenzar este negocio que vemos como un legado; algo a largo plazo», expresó Mariana. «Luego nos dimos cuenta deque habíamos cometido un grave error. Fuimos muy ingenuos», aclaró.
Nunca se detuvieron a pensar en que la suerte pudiese estar con ellos desde sus inicios y tan rápidamente. «Nuestro crecimiento y el mismo mercado nos fue sugiriendo un cambio; sobre todo a nivel de marca. Por eso terminamos construyendo una especie de anagrama», añadió Diego. «No queríamos cambiar mucho la esencia inicial del proyecto, pero sí nos sirvió de mucho aprendizaje el entender la importancia de la apropiación cultural preexistente y que, a futuro, pudo causar un daño irreparable al negocio», subrayó.
Ni la historia ni la ley estuvieron a su favor. Era de esperarse. Algo que ellos supieron agradecer rindiéndole tributo con un nuevo nombre, Woara, que seguía su propósito: resaltar la tradición fusionándola con un buen oficio y la calidad superior que el comprador se merece.
«No es un secreto para nadie que hay una gran ola de popularidad que se inclina hacia el mercado asiático, sobre todo el chino. Estaban, literalmente, adueñándose del interés del consumidor. Ahí es cuando aparecemos nosotros con Woara, con algo más original, muy bien confeccionado y de una calidad mucho mayor», rescató Cáceres.
Con su ya reconocida insignia, la W con pronunciadas curvas, comienzan entonces a construir una nueva historia.
60 años de experiencia avalan Woara
Mariana es Ingeniera en Producción y Diego es Ingeniero Civil, ambos se criaron entre comerciantes. «Nacimos con ese gen», señalaron. «La familia de Diego, por ejemplo, hace zapatos desde hace 60 años en el país. Son calzados tejidos estilo alpargatadas artesanales con los que, de hecho, comenzamos a hacer negocios», apuntó la joven de 28 años de edad.
Se conocieron en 2015, año en el que comenzaron su relación sentimental. Gracias a una cena romántica se daría inicio a lo que hoy terminó siendo Woara.
«Mariana fue quien propició la idea», apuntó el treintañero. «Comenzamos revendiendo los zapatos de mi familia, pero pronto nos dimos de cuenta que teníamos una sed personal que saciar. Cuatro años después y en plena pandemia, agarramos el vuelo y, desde entonces, no hemos tocado tierra… Estamos en plena aventura», subrayó Cáceres.
Proceso creativo
«Nuestro salto de fe lo hicimos en 2020», recordó Mariana. «Fue algo como un todo o nada. Recuerdo que teníamos nuestros propios diseños, pero hacíamos toda la confección en la fábrica de la familia de Diego», resaltó. «Sin embargo, no pasó mucho para que decidiéramos abortar esa misión y trasladarnos al patio trasero de mi casa para darle inicio a un nuevo proceso».
En San Cristóbal tienen acondicionado un espacio completamente equipado con las máquinas especializadas necesarias para la confección de sus piezas. «Es muy manual todo, cabe acotar. Pero eso no le resta importancia en cuanto a calidad y durabilidad con los que hacemos nuestro calzado», señaló Diego.
“Nos enfocamos en hacer zapatos para el día a día, que te acompañen de la mañana a la noche sin problema porque pueden camuflarse entre ambientes menos y más sofisticados»
Colaboradores y sector zapatero
Según la pareja, el sector calzado en Venezuela desde hace algunos años, ha sido muy maltratado. «Está abandonado y, con eso, también su gente», articuló Diego.
Según estadísticas, para el año 2016 en el país, el porcentaje per cápita de un calzado era del 0,5%. Entendiéndose que una persona compraba un par de zapatos cada dos años en promedio. «Con esas cifras, imagínate lo que pasaba con quienes elaboraban el producto y cuántas oportunidades perdían», declaró.
«Nuestra promesa fue, desde el día uno, ir rescatando los valores de esa profesión, generando empleos de calidad y un ambiente distinto, confiable. Queremos cambiar el estigma del zapatero porque es un trabajo digno, que vale su peso en oro. Es admirable», pronunció. «Nos enfocamos en generar una cultura empresarial apalancada en valores y oportunidades. Eso es lo único que crea el hábito del compromiso y del amor por lo que se hace».
Como cabezas del negocio, insisten en que la marca le debe todo a sus colaboradores porque son tan Woara como ellos mismos, si no más. Actualmente, el equipo está conformado por cuatro personas especializadas en sus áreas, quienes conviven en el taller de producción en San Cristóbal. Cuentan también con el apoyo de la mamá de Diego y la abuela y el padre de Mariana, quienes son responsables de dar apoyo en el área operativa desde la fábrica.
En existencia
La línea de producción de la marca comenzó con Euforia, sus plataformas del día a día. «Nuestra inspiración se basó en la falta de comodidad que existen en las sandalias. No en todas, pero en su mayoría. Sobre todo, las de tacón», atajó Mariana. «Quisimos hacer piezas que pudieran usarse para estar en la universidad o en el trabajo, pero luego para salir a una cita más formal», remarcó. «Además, no solo se trataba de comodidad sino de estilo. Como mujer, los tacones son importantes porque nos hacen sentir empoderadas. La actitud de una mujer cambia con los zapatos y eso es lo que yo quiero con los nuestros; que las mujeres que los usen se sientan seguras, bien consigo mismas y que, a su vez, nazca en ellas esa fuerza de me voy a comer el mundo», manifestó Mariana.
Las Euforia fueron su primer producto. «Son sandalia hechas con 6 centímetros de altura, mejor dicho, de actitud. Elevan, sí o sí, la actitud de cualquiera», enunció. En su catálogo, también poseen sneakers.
Cabe destacar que Woara apuesta por la intervención del cliente. Es decir, cuentan con un servicio de exclusivo de personalización que permite a los compradores elegir el color de su preferencia: rojo, negro, verde, marrón, blanco, entre otros. «Aquí, lo que quieres lo puedes hacer con nosotros», declaró.
Confirmaron que actualmente la línea de producción es bastante lenta. «Aún somos muy pequeños y, siendo sinceros, le ponemos mucho más empeño al tema de la calidad que a la cantidad», rescató Diego Cáceres. «Semanalmente pueden salir 20 pares. Los de cuero demoran más pues tienen un proceso más lento; esta producción es de 25 días», atajó Mariana. «Por eso es que cuando nos preguntan por el costo del zapato y nos dicen que es ‘elevado’ todo se resume en la calidad del mismo. Habla por sí sola. Cada zapato es hecho a mano, la costura, la pega, el montaje, el trenzado, todo. Es un proceso arduo», aclaró.
Materiales con sello Woara
Todos los sneakers están hechos de cuero. Sin excepción. «Hablando de diferenciación, creemos en la durabilidad y queremos que nuestras piezas persistan de 3 a 4 años intactas», subrayó Diego.
Por su parte, por temas de costo y para que sean más accesibles al público, las sandalias las trabajan con una tela agamuzada. Algunas tienen suela de yute, otras están hechas de un material especial denominado goma Eva, súper ligera y que eleva su nivel de juego en materia de calidad.
Una parte del cuero que usan para sus confecciones es de San Cristóbal; otra proviene de Colombia. Esto se debe a que algunos de los diseños requieren cueros no tradicionales como el blanco o negro, sino de tonos como el vino tinto, verde, rojo o craquelado. «Las plataformas también las traemos de Colombia y el pegamento es 100% venezolano. Son los mejores del mercado», destacaron.
¿Y para los caballeros?
Por ahora, no hacen zapatos para el género masculino pues aún no han logrado satisfacer al femenino y sus gustos. Eso los obliga a estar enfocados en el mercado de las damas, por ahora. «Hemos hecho algunas pruebas sin indagar en el mercado aún. Se necesita mucho tiempo y dedicación; por ahora solo lo tenemos para el público de las mujeres», señaló Diego.
El camino del emprendimiento
Ambos señalan que emprender es complicado, pero está lleno de muchos aprendizajes. «Y es que por muy difícil que se ponga la cosa, siempre terminamos enfocándonos en el propósito. Y eso es lo que nos mantiene fuertes», rescató Diego.
«Es difícil porque uno comienza haciéndolo todo, nosotros estábamos solos. El camino del emprendedor es saber el peso que tiene cada caja. Es un sacrificio pero, aunque suene cliché, vale la pena», añadió su novia.
Dato curioso. Los muchachos pagaron su universidad gracias al negocio pues independizándose muy jóvenes se hicieron cargo de sus escenarios de vida. «Y lo que nos pasó es exactamente lo que queremos brindarles a nuestros trabajadores: oportunidades, entendiendo que el sello venezolano lo vale; la mano de obra más y el comprar local se lleva la batuta de este emprendimiento», señaló Mariana.
Se puede decir entonces que la pareja está viviendo, hoy por hoy, de su negocio. «Y no solo nosotros sino nuestro equipo y familias», agregó. Además, están convencidos de que Venezuela es un país para emprender. «Las dificultades son gigantes, eso no lo puede borrar nadie, pero este es el momento de más oportunidades que se pueda encontrar en el país. Siempre hay espacios, pero pensándolo bien. Trabajando duro y no redundando en los que hay en demasía», aclararon.
Woara en una palabra
Magia define a la marca, según Diego, por el impacto que ha logrado en estos dos años. «No solamente hacia el cliente, sino hacia el rescate de una profesión que estaba abandonada; hacia la gente que trabaja con nosotros».
Por su parte, Mariana describe Woara como «Sí». «Es Sí. Sí lo logramos. Lo hicimos; sí pudimos. Sí a todo. Yo tengo el No dañado en mi diccionario; no lo escucho. Woara es sí, siempre sí», aseveró.
Para los emprendedores el único consejo que dan es no pensar tanto si se tiene una idea diferente. «Láncense. Así no esté perfecta, háganlo. En el camino lo irán corrigiendo. Pueden estudiar mil días seguidos el mar, pero eso vale menos que un día en que nos tiremos a explorarlo. ¡Es ahora o nunca!», concluyeron.
Precios
- Sandalias Euforia: precio estándar de $50 sin recargo por la personalización.
- Los sneakers de cuero cuestan $70.
Tienda y Delivery
La tienda en físico está ubicada en Novos, un espacio concebido como incubadora en la Universidad Metropolitana que apoya a los emprendimientos venezolanos. Abiertos de lunes a viernes desde las 10 am hasta las 6:30 pm. Los envíos en Caracas se hacen por delivery en el mismo horario. Tienen envíos a toda Venezuela en las agencias de preferencia del cliente.
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