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Mi hijo suplente: «El peor de los pesares para un adulto mayor en Venezuela es el olvido”

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La imagen que tiene la sociedad del adulto mayor, de la vejez como fenómeno social y el envejecimiento como proceso y estado demográfico está asociada, generalmente, con un estado de dependencia. Culturalmente, ha prevalecido una visión de la senectud que tiende a identificarla como una población inactiva, poco productiva, que, sobre todo, demanda y necesita atención. Considerando esto último nació Mi hijo suplente.

Gran parte de los estudios sociológicos se realizan desde un enfoque asistencialista y excluyente. Se centran, mayormente, en el impacto para las familias y los aspectos que relacionan la vejez con una carga presupuestaria que trae pérdidas económicas.

Hoy día, carece de justicia y veracidad que una persona, por el simple hecho de cumplir años, pierda la capacidad de llevar a cabo cualquier actividad. Esto se llama «edadismo» y es una forma de discriminación. Este acto ha ido poco a poco incorporándose socialmente desde el mundo laboral y ha sido transmitido a través de la cultura.

¿Es necesario eliminar estos prejuicios? Para Gabriela Chalbaud y Yanet Calderón, fundadoras de este del empredimiento Mi hijo suplente, es vital.

Gabriela Chalbaud y Yanet Calderón, fundadoras de Mi hijo suplente | Foto Jesús Navas

¿Cómo nació Mi hijo suplente?

Gabriela Chalbaud, psicopedagoga con maestría en Psicología Conductual, rescató que este proyecto vio luz hace 4 años gracias al apoyo que, por un tiempo, le prestó a allegados y familiares. «Los amigos de mi mamá o vecinos, ya avanzados de edad, necesitaban ayuda con sus medicinas, el mercado o una que otra diligencia de importancia como bancos o trámites legales. Fue algo netamente voluntario que hoy, mi socia Yanet Calderón y yo, convertimos en emprendimiento», expresó. «Claro está, entendiendo que no venimos a sustituir a nadie, mucho menos a la familia, sino que suplimos la presencia de los hijos que no pueden encargarse físicamente de sus padres», aclaró.

Esto sucedió justo cuando Venezuela atravesaba una de sus peores crisis económicas en la que se vieron afectados, en su mayoría, los ciudadanos de tercera edad. «Había demasiada gente sufriendo las consecuencias de un país que se ahogaba en serios problemas. Además, estaban solos. Gritaban ayuda de solo verlos, preguntándose qué hacer o a dónde ir en cualquier cola de farmacias, bancos o supermercados», recalcó Chalbaud. «Mi hijo suplente fue pensado como una solución a ese problema. Es así como, desde el voluntariado, nos llenamos de solicitudes que tuvimos que convertir en un modelo de negocio», agregó.

Le deben un gran parte de lo que son al Iesa, más específicamente al Programa Emprende. Ellos fueron los primeros en creer en el proyecto, tanto así que las becaron para convertirlo en un negocio rentable. No obstante, el reconocido Concurso Ideas Venezuela fue parte fundamental de su nacimiento; gracias a ellos pudieron darle forma a la conceptualización de Mi hijo suplente.

Un amigo invisible involucrado en la historia

Mauricio Arcas, exintegrante de de Amigos Invisibles, tiene tanto protagonismo en la concepción de Mi hijo suplente como sus cofundadoras. Él y Gabriela estudiaron juntos en el Colegio Santiago de León de Caracas. Eran adolescentes, sí, y pasó el tiempo (él entregado a su música y ella a su profesión). Pero tenían muy claro que querían aprovechar al máximo los recursos que existieran a su alrededor para poder ayudar a otros, comenzando por sus familiares.

Cuando su amiga le comentó la idea, Arcas, pasando por una situación complicada con su madre que, para ese momento, padecía Alzheimer, le dijo: «Vamos a hacerlo, es hora de ayudar». Y con esa premisa nació un negocio que acompañaría y reportaría el estado de estos adultos mayores.

¿Hasta que punto se involucró Mauricio con el proyecto? Desde su concepción hasta la búsqueda de talento para apoyarse en redes sociales y página web, logrando así impulsar, en el mundo digital, los servicios. Logró un posicionamiento inicial de la marca en medios y buscó la manera de involucrar a amigos que pudiesen replicar, desde sus perfiles reconocidos, lo que se hacía en el negocio. También contribuyó con capital para poder darle un primer empujón al negocio.

Mauricio Arcas, exintegrante de Los Amigos Invisibles, fue clave en el nacimiento de Mi hijo suplente

Sin embargo, hoy día, no está involucrado como quisiera en Mi hijo suplente. «La palabra abandonar, no sería la correcta de cara a la realidad actual del negocio. Siento que es un emprendimiento que necesita que los socios estén activos día a día con los pacientes, hacerles un seguimiento continuo de calidad, como se lo merecen», apuntó. «Estando fuera de Venezuela desde hace tantos años, para mí sería algo imposible y no me parece justo no estar al 100% alineado con la misión principal: el acompañamiento», subrayó.

De igual forma, Arcas sigue apoyando en lo que se necesite y le sea posible. «Porque Mi hijo suplente es un emprendimiento necesario. Cuando uno se ve en esa necesidad y obtiene una solución como esta, es una bendición», agregó. Finalmente, el artista expresó que le gusta sentirse aún con un pie en Venezuela. «Tener algo que me ata al país es un alivio para mí y eso es lo que significa Mi hijo suplente; algo que me conecta con lo que soy mientras ayudamos a quien lo necesita», expresó.

Un equipo profesional

Gabriela y Yanet (esta última cofundadora y administradora de profesión, pero con formación en atención de adultos mayores y emergencias) son acompañantes. Junto a ellas, en Caracas, prestan el servicio 3 expertos más en el área de la psicopedagogía. Todos hacen el trabajo por hora o dependiendo de lo que necesite el cliente: ir al médico, hacer compras y llevarles medicinas; hacerle refuerzo cognitivo al paciente para trabajar su memoria, atención y concentración; planificación de actividades físicas o entretenimiento. Todo puede variar.

«Actualmente, no existen padecimientos con los que no trabajemos. Pero insistimos en que, a veces, no es suficiente tener solo un acompañante», aseveró Chalbaud. «Por eso ofrecemos el servicio de entrenamiento y ubicación de enfermeras expertas en el área del cuidado y atención», señaló Gabriela.

Cuentan también con servicios especializados de fisioterapeutas y terapeutas ocupacionales, algo que el acompañante, siendo profesional en el área, también puede replicar durante su sesión de trabajo.

Ofrecen terapia de refuerzo cognitivo acompañada de un programa especial para trabajar las funciones ejecutivas del cerebro como la atención, concentración y memoria. Todo esto, a través de ejercicios especialmente diseñados por Chalbaud y Calderón.

Si se presentan emergencias, estarán junto al paciente 24/7. «Normalmente, no trabajamos en las noches, pero nos han tocado ingresos a clínicas y hasta fallecimientos», comentaron. «Hemos sido puente para papeleos, gestiones funerarias y legalidades. Nos han autorizado para cremaciones y entregas de apartamentos. En Mi hijo suplente hacemos de todo, y con todo el cariño», señalaron.

Gabriela Chalbaud. una de las fundadoras de Mi hijo suplente, con una de las personas a la que le prestan apoyo | Foto Jesús Navas

Vejez… hacia allá van todos

Desde un punto de vista biológico, el envejecimiento es el resultado de la acumulación de una gran variedad de daños moleculares y celulares a lo largo del tiempo. Esto lleva a un descenso gradual de las capacidades físicas y mentales, a un mayor riesgo de enfermedad y, en última instancia, a la muerte. Estos cambios no son lineales ni uniformes, y su vinculación con la edad de una persona en años es relativa.

Entre las afecciones más comunes, se citan la pérdida de audición, cataratas en los ojos y errores de refracción; dolores de espalda y cuello, osteoartritis, neumopatías obstructivas crónicas, diabetes, depresión y demencia.

También se pueden presentar diversos estados de salud complejos que se conocen habitualmente por el nombre de síndromes geriátricos. Por lo general, son consecuencia de múltiples factores subyacentes que incluyen, entre otros, la fragilidad, la incontinencia urinaria, las caídas, los estados delirantes y las úlceras por presión.

¿Por qué usar los servicios de Mi hijo suplente?

«Porque son un bien necesario», atajaron las fundadoras de Mi hijo suplente. Recalcaron que la parte emocional es la raíz de muchos de los padecimientos que presentan sus clientes, sino los adultos mayores en general. «Y nosotros estamos dispuestas a darles el cariño y el contacto físico que, tal vez, sea sinónimo de ocupación e interés para ellos», aseveraron.

“La soledad hace que las personas se enfermen, eso es un hecho. Es el 90% de lo que enfrentan nuestros viejitos’ en el país»

Actualmente, Mi hijo suplente maneja una plantilla de 17 clientes, de los cuales solo uno tiene familiares en Venezuela. Los demás viven en Estados Unidos, Europa y Latinoamérica.

Los hijos creen que deben atender ciertas necesidades básicas. La realidad, sin embargo, podría ser diametralmente diferente. «En el camino, nos damos cuenta de que el adulto mayor vive de una manera distinta a la que se pensó en principio», dijo Chalbud. «Pero de cara al abanico de servicios que tenemos disponibles, combinamos ambas necesidades y vamos negociando para saber qué va a permitir el paciente hacer junto a nosotros», aclaró. «Lo mejor de esto es que después que nos van conociendo, agarran confianza. Es un servicio que se va construyendo con cada familia; no es algo estándar. Sí, hacemos cosas estandarizadas pero cada adulto mayor tiene su dinámica», señaló.

El aprendizaje lo vale

Para quienes trabajan en Mi hijo suplente es de suma importante sensibilizar sobre las injusticias que sufre este grupo y alertar sobre el riesgo intergeneracional de desigualdad vinculado a la vejez.

«No le enseñamos a nuestros hijos a tener empatía con los adultos mayores. Eso es un grave error», señaló Chalbaud. «En el trabajo vemos no solo lo lindo sino el lado que nadie quiere ver. El abandono, por ejemplo, es lo peor. Aquí es cuando nos damos cuenta de que son muy vulnerables a todo lo que pasa a su alrededor», manifestó.

«No solo no nos han enseñado a ser empáticos, sino que tampoco hemos aprendido a visualizarnos en un futuro al que posiblemente llegaremos todos», añadió Yanet Calderón. «Si hablamos de Venezuela, podemos decir con certeza que no hay cultura del envejecimiento».

¿Será por eso que, tal vez, no se ven tantas casas de acogida para adultos mayores en el país? «Definitivamente. Es algo netamente cultural. Nuestros adultos mayores están desatendidos aquí. Muchas de las casas hogares que aún siguen en pie están subsidiadas por el Gobierno, pero eso claramente no basta. El servicio no prolifera como en otros países», señaló. «Y claro, hay otros hogares privados muy buenos pero el costo es impagable para la mayoría», describió.

Costos

Los especialistas y profesionales de Mi hijo suplente cobran por hora de servicio. Todo dependerá también del paquete de horas, pues este varía según su especialidad. Sin embargo, la inversión oscila entre 14 y 20 dólares la hora. Eso incluye todos los traslados.

Yanet Calderón junto a una de las personas a la que le prestan el servicio de Mi hijo suplente | Foto Jesús Navas

Baches en el camino

Emprender con un negocio como este, y cuya misión actual es la expansión, requiere mucha paciencia, según señaló Yanet Calderón. «Nuestro deber es aprender también. Actividades por las que apostamos serían las más solicitadas, no lo fueron ni lo son. Esto ha hecho nos manejemos mejor en infinidad de ocasiones».

Pero hay algo de lo que están claros en Mi hijo suplente: la travesía más complicada es el convencimiento y la confianza en los servicios que se ofrecen. «Es hacerle entender a la gente que el vecino de al lado o el amigo cercano que le echa un ojito a los viejitos no siempre es la mayor opción», advirtió. «Existen quienes pueden hacerse cargo gracias al perfil profesional que manejan y esos somos nosotros, algo que no todo el mundo entiende de primera mano».

Además, agregó, no es fácil que alguien que esté en Suiza, dé las llaves de su casa para que visites a su mamá. «Es un proceso paulatino; una especie de prueba», rescató la especialista. «Primero nos piden una compra, luego otra; te van conociendo y dándote responsabilidades más grandes hasta que, literalmente, eres parte de la familia», reveló.

Para las compañeras de labores, lo reconfortante del asunto es que una vez que prueban el servicio, no pueden dejarlo. Mi hijo suplente se entrega completamente. Hay mucho nivel profesional y compromiso emocional. Nos involucramos del todo».

¿Es rentable ayudar a los adultos mayores?

«Una y mil veces sí», señaló Calderón. «La idea desde un principio siempre fue monetizar. En estos 4 años hemos ido avanzando en muchos aspectos y eso incluye el económico. Sin embargo, y con toda la responsabilidad que nos atañe, todo lo que estamos recibiendo está destinado a la reinversión. Queremos expandirnos y seguir evolucionando porque creemos en la labor que hacemos y, por supuesto, en su importancia», agregó.

Para el último trimestre de 2023, Gabriela y Yanet esperan inaugurar Mi hogar suplente, una residencia de retiro. El proyecto que está en etapa de desarrollo. Allí los adultos mayores podrán vivir sus días en paz, haciendo actividades recreativas, leyendo, pintando, compartiendo en comunidad y disfrutando de su vejez de una manera digna y tranquila.

«Para nosotros, Venezuela fue -y es- un país para emprender porque las oportunidades siempre están a la orden del día», aclaró Chalbaud. «Jamás imaginé que el servicio de acompañante pudiese funcionar como ahora. Las familias estaban aquí; no hacía falta. Pero luego pasó lo de la migración masiva y la pandemia, muchos no pudieron irse con sus familiares mayores y esta ventana se abrió para nosotros», concluyó.

Mi hijo suplente es un emprendimiento afectivo, emocional. De servicio y vocación. Es un proyecto en crecimiento cuyas fundadoras trabajan arduamente para que la cultura del envejecimiento se convierta en prioridad, siempre con la idea de fortalecer los lazos solidarios entre las generaciones e impulsar la revaloración de los adultos mayores, estimulando su plena inserción en la vida familiar, social, comunitaria, económica y política del país.

Llegó la hora de entender y comprender que en todo el mundo, estadísticamente hablando, las personas viven más tiempo que antes. Hoy, la mayor parte de la población tiene una esperanza de vida igual o superior a los 60 años y todos los países están experimentando un incremento tanto de la cantidad como de la proporción de personas mayores en la población. En 2030, una de cada seis personas en el mundo tendrá 60 años o más. Se prevé que el número de personas de 80 años o más se triplique entre 2020 y 2050, hasta alcanzar los 426 millones.

Para más información sobre Mi hijo suplente, ingresar a su página web oficial o a sus redes sociales: Instagram.

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