Portando un desgastado uniforme de la Guardia Nacional Bolivariana, un hombre que no supera los 30 años de edad, entró en una panadería socialista, cerca del Palacio de Miraflores, con una paca pequeña de dólares para comprar su desayuno.
“Dame dos sobados”, expresó con tono cansado, mientras sacaba de su pantalón descolorido un billete de 10 dólares. Esperó por su cambio varios minutos y se retiró del lugar. Sus botas estaban descoloridas. Su cabello dejaba en evidencia que tenía meses sin cortarlo.
Al mismo tiempo, una ama de casa de 70 años de edad entró en un supermercado ubicado a escasos metros del palacio blanco. Lo primero que hizo fue preguntar por la tasa del día. Luego de hacer sus cálculos, sacó de su sostén varios dólares y canceló. Llevaba algunas hortalizas, cigarros y una botella de ron.
Estas historias se repiten con más frecuencia en la Venezuela socialista, donde sus ciudadanos siguen buscado alternativas que les permitan sobrevivir y mantener el valor de su dinero.
Para los comerciantes de la zona es normal que las personas paguen con moneda extranjera, lo que hace suponer que las divisas están reemplazando al bolívar devaluado.
“Esto refleja un fenómeno que se llama dolarización de facto”, dijo el economista Francisco Rodríguez a El Nacional.
Rodríguez aseguró que el fenómeno ocurre en medio de contextos hiperinflacionarios. A medida que las personas van perdiendo la confianza en la moneda nacional, migran al uso de otra moneda. Recordó que así sucedió en Perú, Argentina y Brasil, naciones que han padecido la hiperinflación.
Rodríguez explicó que la dolarización de facto se distingue de la dolarización completa, porque esta última se hace de acuerdo con la ley cuando se impone el uso de otra moneda como medio de pago en el país.
“Eso es lo que han hecho en Ecuador, El Salvador y Panamá. Adoptaron el dólar estadounidense”, señaló.
El economista Andrés Giussepe dijo que la sociedad venezolana esta adaptándose a la supervivencia ante la hiperinflación que atraviesa el país. Rechazó que en Venezuela no se hayan implementado políticas cambiarias que arrojaran resultados positivos.
Los apagones lo cambiaron todo
Desde que se registró el primer apagón nacional a mediados del mes de marzo, algunos comerciantes optaron por aceptar las divisas como método de pago, en el que fue el gran salto que tuvo la dolarización en el país.
Danilo Abreu, dueño de un abasto en el centro de Caracas, recordó que durante esos días, los clientes no tenían cómo pagar los productos que necesitaban por lo que optaron por transar en divisas.
Afirmó que “la gente se acostumbró” a pagar así, “hasta los borrachos saben cuánto vale el dólar”, comentó.
“Anteriormente, la gente reclamaba porque aumentaban los precios; ahora está pendiente de cuánto sube el dólar para saber qué tanto puede comprar sin quejarse”, refirió Abreu.
Incertidumbre y miedo
Maribel Quintero, educadora de 40 años de edad, refleja en su rostro la desesperanza y el temor de no saber cuál será el rumbo de la economía en Venezuela.
Parte del salario lo devenga en divisas. Sin embargo, asegura que no es suficiente para cubrir sus necesidades y las de su familia.
“Es incoherente e inaceptable. Tenemos un control de cambio con el que no se puede adquirir divisas. Es decir, todo se maneja por debajo de cuerda”, dijo Quintero.
“¿Cómo puede circular el dólar en un país en el que el gobierno quiere oficializar la moneda del «imperio»? No hay palabras para este desastre”, afirmó Gisela Ríos al ser consultada.
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