Restaurantes, centros comerciales y tiendas de lujo le cambiaron la cara a Caracas en los últimos meses. La capital venezolana pasó de ser una ciudad deprimida con cientos de locales cerrados a retomar el bullicio de una aparente normalidad.
Si bien parecía ser el inicio de las “mejoras económicas” que tanto vaticinaban a finales de 2021 y que se sintieron al comienzo de 2022 con el fin de la hiperinflación, con el paso del tiempo cobró fuerza la hipótesis de quienes comentaban que esa realidad iba a ser poco sostenible si no se tomaban medidas eficaces luego de una caída de más de 80% del PIB.
De ahí que Venezuela llegue al fin de 2022 con un crecimiento desigual y un estancamiento, a pesar de los esfuerzos de los empresarios por salir a flote.
En octubre, la inflación cerró en 14,5%, según el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF). Además, el bolívar se devaluó 43%, solo en noviembre, arrastrando al piso los sueldos de los venezolanos que se ubica hoy en unos 10 dólares mensuales.
A principio de año, el dólar se mantuvo en la barrera de 4,30 bolívares, pero hoy ya supera los 13 bolívares en el mercado negro y los 10,9 bolívares por dólar, según la tasa del Banco Central de Venezuela (BCV), que le impuso a todos los comercios el uso de ese precio.
Esto parece poco real frente a los pronósticos que organismos como la Comisión Económica para América Latina (Cepal) han hecho sobre Venezuela, proyectando un crecimiento de 12% durante este año y 2023.
El economista y profesor José Guerra cree que para 2023 habrá un menor crecimiento a menos que se incremente la producción petrolera que hoy se ubica en 700.000 barriles diarios.
Guerra, integrante del OVF considera que el próximo año, el tipo de cambio se va a depreciar de forma importante sin aumento de la demanda de bolívares, un serio problema para una expansión monetaria y fiscal a su criterio: «Tal vez es el problema macro más serio, que los venezolanos no quieren los bolívares», insistió.
En paralelo, los pequeños avances que ha dado la economía venezolana, que según Nicolás Maduro buscan diversificarse del petróleo, se ven marcados por las brechas de desigualdad que se sienten cada vez más.
La reciente Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) arrojó que aunque la pobreza había disminuido por primera vez en 7 años, ubicándose en 50% la pobreza multidimensional y 53,3% la pobreza extrema, en materia monetaria, el dato más importante es el incremento de la desigualdad.
«Venezuela ya es, por lo menos para este 2022, el país más desigual del mundo desde el punto de vista del ingreso (…). Esa situación de desigualdad no va a poder corregirse solamente con crecimiento económico», sentenció el investigador del estudio, el sociólogo Luis Pedro España.
Los economistas insisten en que las mieles de la recuperación económica y de la famosa «Venezuela se arregló», que resuena incluso en las fronteras y ha hecho que algunos migrantres decidan volver, es solo para un reducido grupo de la población.
De allí que se mencione lo que sería una recuperación ‘en forma de K’. «Es una recuperación ‘en forma de K’ porque se ve una sociedad muy desigual con niveles de inequidad. El ingreso nacional se está concentrando en un 10% de la población”, le explica al diario colombiano EL TIEMPO Luis Crespo, economista y profesor de la Universidad Central de Venezuela.
Según el OVF, en octubre los rubros que mostraron mayores aumentos de precios fueron servicios con 19,7%; comunicaciones, 17,2%; alimentos y bebidas no alcohólicas, 12,5%; esparcimiento, 10,2%, y transporte, 8,2%.
El Observatorio también hace un recuento del costo de la Canasta Alimentaria. En octubre de 2020 tenía un precio de 234 dólares, en 2021 de 344 dólares y en este 2022 de 383 dólares.
También hubo otros incrementos significativos como: gas doméstico 56%, agua 27% y aseo urbano 27%. Las comunicaciones quedaron así: la telefonía fija subió 19%, la móvil 19,5%, internet 11% y transporte 8,2%.
A esto hay que sumarle las colas por gasolina que aún persisten para obtener el beneficio del subsidio. Es decir, el combustible subsidiado tiene un valor de 0,1 bolívares el litro, mientras que a precio internacional tiene un precio de 0,50 dólares el litro. Esto hace que en las estaciones de subsidio persistan las colas para obtener el insumo.
El contraste
Hay quienes siguen defendiendo la tesis de que las cosas se han arreglado. Ciertamente luce mejor la ciudad, pero en contraste hay familias pidiendo en las calles o viviendo debajo de puentes, como el que está en Plaza Venezuela, el icónico punto céntrico de la capital.
Ahí, se observan familias debajo de las ciclo rutas y niños bañándose en las fuentes de la Plaza. Vendedores ambulantes de caramelos y golosinas.
«Yo pasé mi vida vendiendo medias y con eso pude subsistir», le dice a El Tiempo Carlos Aguirre, un señor de casi 80 años que reposa sentado en un banco luego de caminar todo el famoso bulevar de Sabana Grande ofreciendo medias y paños de cocina.
Carlos, quien aún está un poco desorientado con el alza del dólar, también tiene pensión de vejez, que son unos 130 bolívares, no más de 10 dólares. «No me gusta que me den nada, vivo en la miseria y a esta edad todavía tengo que trabajar para medio comer, porque ni medicinas compro».
También algo confundido por el aumento del dólar, Jesús Castro intenta vender incienso y artesanía en el bulevar. «No se vende como antes. La gente tiene es para medio comer, no para comprar incienso. El dólar sube y sube pero dicen que Venezuela se está arreglando».
En Sabana Grande la gente va de un lado a otro buscando ofertas pero son pocos los locales en los que se ve a los clientes pagando, la mayoría solo pregunta y sigue.
Según el OVF, en Caracas, hasta el mes de septiembre el salario promedio del sector privado se situó en 126,5 dólares mensuales. Los cargos de gerencia se ubicaron en 278,5 dólares, profesionales 176,3 dólares y obreros en 116 dólares, aun distante del costo de la canasta alimentaria.
Al hablar de educación, se hace más cuesta arriba para los venezolanos. Estudiar en una universidad privada en Caracas puede tener un costo entre 1.000 dólares hasta 2.500 dólares la matrícula de un semestre, por eso mucho jóvenes estudian y trabajan para costearse los estudios con ayuda de los padres y en algunos casos obteniendo becas.
Según la Encovi, efectivamente ha habido una mejora en la actividad económica. Sin embargo, así como ha bajado la pobreza también ha crecido la desigualdad, ubicándose en 60% y comparándose con países como Namibia, Mozambique y Angola.
En el más reciente Economaratón 2022, actividad realizada por el OVF en conjunto con la Universidad Central de Venezuela, los economistas coincidieron en que el país necesita cambios institucionales más profundos para avanzar.
El economista Asdrúbal Oliveros aseguró que los cambios institucionales siendo rápidos, llevan tiempo. Creciendo a 9%, a tasa implícita, para volver a la economía del año 2013, el país necesitaría unos 18 años. «Crecer a 3.2% tardaría 48 años», concluyó.