El 12 de agosto, Páramo Café se hizo tendencia en las redes sociales debido a que intentó abrir un pequeño stand en la plaza Francia de Altamira, lo que generó indignación en los habitantes de la zona, que calificaron como «chavistas y enchufados» a los encargados de este proyecto que lucía costoso. 48 horas después, este stand fue desmontado.
Guillermo Blanco, director y representante de la marca Páramo Café, se pronunció con respecto a los altercados que presentó en la plaza Francia en agosto, fijando su posición como emprendedor y sin nexo con el gobierno.
Durante una convocatoria a la prensa en la octava tienda en el territorio nacional, ubicada en el centro comercial Sambil, el emprendedor aclaró que no tiene ningún tipo de vínculo con el gobierno. Además, destacó ha sido el dueño de diversas franquicias de comida como Tequechongos.
Amor por el café
Blanco aseguró que ha sido un amante del café de toda la vida y fue “un barista frustrado” hasta que concretó este proyecto. Contó que su familia ha estado relacionada con el negocio de este producto en el estado Mérida, cultivándolo y produciéndolo en sus propias fincas. En la actualidad, posee sus laboratorios de prueba y elaboración.
El empresario demostró su conocimiento sobre el café que ha obtenido desde su infancia y le ha permitido trabajarlo de maneras no convencionales, pero enfocado en complacer el gusto del venezolano por uno de sus tesoros naturales. Pero su objetivo es darlo a conocer en el mundo, lo que le ha brindado la oportunidad de abrir su noveno local en Canadá.
Todos estos años de trabajo en conjunto con tres socios con una basta cultura cafetera, le permitieron crear su propio café que ha recibido altas puntuaciones por parte de expertos extranjeros en la materia como Jhon Sander, reconocido autor canadiense de libros sobre el café. Es una sapiencia que suele impartirle a su personal.
Luego de mantenerse por 15 años en el mundo de las franquicias, tuvo los recursos para presentar su proyecto, cerca del local de Tequechongos en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar en Maiquetía, estado Vargas. La primera tienda de Páramo Café abrió en noviembre de 2016.
Luego de la receptividad que tuvo su primer local, la visión y ambición del empresario no se detuvo: la construcción del segundo Páramo Café fue en el Waraira Repano, el reconocido teleférico de Caracas. En la actualidad posee problemas de filtración por ubicarse debajo de la pista de patinaje, pero Blanco aseguró que se encargará de arreglarlo para continuar con este lugar.
El tercer puesto de esta marca se abrió por una casualidad, explicó Guillermo. Gracias a las labores de realizaba en la Corporación Venezolana del Café, en el centro de Caracas, conoció una ubicación potencial que se encontraba a metros de la casa de Simón Bolívar.
Los trámites fueron llevados a cabo con la condición, impuesta por la Alcaldía de Caracas, de que fuese remodelado el sitio, algo que efectivamente llamó la atención del público desde el momento que se formalizó la tercera apertura de Páramo Café.
Cabe destacar que todos estos puestos siguen siendo alquilados. El emprendedor aseguró que suelen cobrarle impuestos adicionales por las ubicaciones que consiguió.
¿Enchufado?
A raíz del éxito y la atracción de este tipo de negocios “al estilo Starbucks”, los consumidores se enamoraron de la marca que impuso su sello de particularidad y originalidad, además de conectar significativamente la peculiaridad del café venezolano. Pero con los seguidores, vinieron las especulaciones.
Hasta el momento, lo que estaba detrás de Páramo Café era un misterio para muchos venezolanos, quienes cuestionaron a la marca debido a que su inversión parecía costosa, en especial durante la severa crisis ecómnomica que padece el país. También asumieron que alguien con el dinero suficiente para realizar este tipo de negocios debe tener algún nexo con el gobierno por su rápida expansión por la capital.
La polémica implosionó cuando se instaló un stand movible en la plaza Francia de Altamira. Ante esta situación, la respuesta del dueño de Páramo Café fue desmontar del stand, y un silencio que duró un par de meses.
Alegó que, a pesar de obtener los permisos necesarios, las asociaciones de vecinos del municipio Chacao desconocieron la autorización de la instauración de este stand. Blanco aseguró que aceptó la condición de ayudar a preservar las condiciones de la plaza, acción que era parte del objetivo de “embellecer y volver a darle vida a la plaza”, además de retomar la costumbre de disfrutar con tranquilidad de este sitio.
Guillermo Blanco esclareció todos estos hechos para hacer a un lado los señalamientos que lo relacionan con el oficialismo. “El gobierno no me ha dado ni divisas, ni préstamos ni poseo contacto con accionista que se vinculen con ello”.
“Aún tenemos el café más barato del mundo. El apoyo de los clientes no han permitido mantener la línea de la marca con los diseños y que sea un proyecto sustentable con un margen de ganancia”, acotó el emprendedor, quien resaltó la importancia de la receptividad hacia su emprendimiento por parte de los ciudadanos, a pesar de los inconvenientes.
Son los mismos consumidores que exigen la conservación de los únicos diseños de los recipientes y los productos de calidad, elaborados por ellos mismos en su totalidad. Cuentan con una serie de convenios por parte de varias franquicias de alimentos que le ofrecen productos que ayudan a mantener de calidad del producto final que se expide en cada sucursal.
¿Por qué permanecer tanto tiempo en silencio?
“Tenía miedo”, aseguró Guillermo. El hecho de estar bajo el ojo público le hace perder el control sobre su pulso, al igual que a su socio José Calderón.
Blanco temía por su familia, alegó que tiene dos hijos pequeños y a su esposa que estudian y trabajan en esta marca en el país. Temía por su integridad y su seguridad.
El futuro de Páramo Café
Guillermo Blanco ya se ha planteado expandir la marca a lo largo del territorio venezolano en ciudades como Maracay, Valencia, Barquisimeto y Puerto La Cruz. Además, busca constantemente ampliar la variedad de productos derivados del café que sean del gusto venezolano y exploten su potencial.
En los laboratorios se ha experimentado con los diferentes granos que ofrece Venezuela, y se han creado cafés procesados para venderse por paquetes con el nombre de la marca. El primero lleva el nombre de «Catatumbo» por su potencial y aroma, mientras que «Azabache» es un café oscuro que armoniza la densidad del café merideño. En noviembre, estará en sus estantes su tercer café, que aún no tiene nombre.
A pesar de que aún se proyecta como un emprendimiento y no una franquicia, las aspiraciones de Guillermo son humildes: llevar el café venezolano al mundo de una manera distinta.
El sueño de Blanco es que se venda en Europa el café que produce en Venezuela, y que se reconozca el potencial que le ha conseguido a este producto nacional. “Nosotros no somos Starbuck, nosotros si hacemos buen café”.