La calculadora de la corrupción venezolana no tiene suficiente espacio para tantos dígitos. Después de cinco años de investigación, los expertos de Transparencia Venezuela (capítulo local de Transparencia Internacional) han redondeado la cantidad de dinero público “invertido” durante la revolución bolivariana en 153 obras inconclusas o que no se han iniciado, pese a que los recursos sí fueron desembolsados.
La cifra es astronómica: más de 316.000 millones de dólares devorados por la malversación de recursos, la opacidad y la ausencia de rendición de cuentas, según el informe. “Muchas de las obras se encuentran en total estado de abandono, son infraestructuras perdidas y desmanteladas. Desde hospitales, donde sólo se evidencia una valla, a escuelas que se iban a rehabilitar pero terminaron en peores condiciones, además de conjuntos residenciales que sólo tienen unas bases puestas y grandes obras de infraestructura que abarcarían varios estados del país, como el Sistema Ferroviario Nacional”, detalla el informe.
Una cantidad milmillonaria sin parangón pese a que no están incluidas todas las obras detectadas, 256, pero que por sí sola representa el Producto Interior Bruto (PIB) del país petrolero de 2021 multiplicado por 7. El informe de Transparencia Venezuela llega cuando la sociedad criolla se agita bajo el escándalo de la purga anticorrupción iniciada por Nicolás Maduro dentro de Petróleo de Venezuela (Pdvsa), las grandes empresas siderúrgicas de oriente, la superintendencia de criptomonedas y juzgados antiterroristas de Caracas, que según estimaciones oficialistas ha supuesto una pérdida de 3.000 millones de dólares. Fuentes independientes aseguran que otros 20.000 de las ventas del petróleo no se han cobrado todavía. Una purga que realmente esconde la lucha por el poder en el entorno del “presidente pueblo».
Según Transparencia Internacional, sólo Sudán del Sur, Siria y Somalia superan en corrupción a la revolución chavista, algo fundamental para entender por qué el que fuera el país más rico de la región sufre desde hace una década la mayor hecatombe socioeconómica de América Latina y la huida de 7,5 millones de sus ciudadanos. Las obras inconclusas ya forman parte del paisaje nacional, además de confabularse para que el sistema eléctrico martirice a diario a los venezolanos, para que los hospitales públicos se mantengan en cuidados intensivos y para que carreteras, medios de transporte, viviendas y escuelas presenten el deterioro actual.
Sin este gigantesco desfalco, que mezcla distintos tipos de corrupción y una pésima gestión, se puede explicar la Venezuela de hoy. “La crisis económica y social ha profundizado la decadencia de los bienes y los servicios públicos no por falta de inversión, sino por la malversación de los recursos que afectan la calidad de vida y el bienestar de todos los venezolanos”, concluye Transparencia Venezuela.
Las principales obras nunca acabadas pero con enormes presupuestos entregados encabezaron el guion propagandístico de la revolución, aquellas que iban a servir al socialismo del siglo XXI para “el amanecer de una nueva época de liberación”, como le gustaba repetir a Chávez, quien también aseguró que los caraqueños se bañarían en el Guaire, para lo que ordenó una inversión de 2.500 millones de dólares. El río que cruza Caracas es realmente una vía de desagüe de aguas fecales.
La fábrica para fusiles de asalto AK-103 consumió 267 millones, una fábrica de satélites 73 millones, el Metro de Caracas casi 5.000 millones y el segundo puente sobre el Lago Maracaibo 2.000 millones. A medio hacer, sólo 2 de las 6 estaciones proyectadas, se quedó la línea 2 del Metro de Valencia, con un presupuesto de 9.218 millones.
Y así, un caso tras otro, con hospitales abandonados, liceos a medio hacer, sistemas hidráulicos llevados al olvido… “Las cantidades, los montos, son una locura. Lo que ha robado el chavismo no lo ha robado ningún otro gobierno en la historia de la región, y mira que regímenes corruptos hemos visto de sobra. Lo que sucede es que el populismo de Chávez tuvo los mayores ingresos petroleros de nuestra historia, estamos hablando de más de 900.000 millones de dólares entre el gobierno de Hugo Chávez y los primeros años de Nicolás Maduro. El derroche fue tanto que, a pesar de voces que lo advertían y denunciaban, muchos prefirieron simplemente no ver el elefante en la habitación. Ahora mismo ocurre eso, y ya no hay tanto dinero. El propio chavismo aceptó que al menos 21.000 millones de dólares se “perdieron” por la corrupción pero algunos prefieren hablar de las sanciones”, resume para LA NACION el politólogo Walter Molina Galdi.
El debate de las sanciones, mezclado con la corrupción, ha irrumpido en la oposición, con posturas unas a favor de que se levanten porque “afectan al pueblo” y otras que se niegan, porque temen que la revolución siga malversando, como ya ha hecho hasta ahora, con los fondos que regresan al país.
En las últimas protestas callejeras, que exigen subidas de salarios y pensiones, el eslogan más repetido fue el de “No hay bloqueo, hay saqueo”. Una sonora bofetada para los argumentos antisanciones tras el último escándalo en la élite de la revolución, que según la Fiscalía madurista ya ha provocado 67 detenciones y 142 allanamientos.
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