De 8 a 18 horas duran, en promedio, los cortes eléctricos en estados del interior del país. Desde octubre del año pasado entre las entidades más afectadas por los apagones están Zulia, Táchira, Trujillo, Mérida, Portuguesa, Barinas y Apure, lo que ha incidido en la actividad productiva.
Aunque Conindustria aún no ha cuantificado el número de cortes de electricidad en las zonas industriales, el presidente del gremio, Juan Pablo Olalquiaga, aseguró que ha afectado la capacidad operativa del sector junto con la falta de materia prima y la disminución del poder adquisitivo del venezolano.
Indicó que es poco el margen de maniobra que tienen las industrias para enfrentar las fallas eléctricas. Señaló que las plantas auxiliares de energía eléctrica son para casos de emergencia y no para garantizar las operaciones regulares.
“Hay una cantidad importante de empresas que tienen plantas eléctricas, pero esa generación no alcanza sino para áreas básicas. Son pocas las que pueden cubrir el total de sus necesidades con generación propia”, dijo Olalquiaga.
A eso se suma, de acuerdo con el empresario, que las industrias tienen serias dificultades para obtener el combustible y los aceites que son utilizados para el funcionamiento de las plantas eléctricas.
“Venezuela está deteniéndose, apagándose de una manera muy acelerada. La falta de actividad en todas las áreas de la economía es de tal magnitud que imposibilita que los venezolanos consigamos muchos de los bienes que requerimos. Peor aún, imposibilita la generación de puestos de trabajo con ingresos que puedan mantener el estándar de vida conforme al que se tenía hasta 2012”, puntualizó.
María Carolina Uzcátegui, presidente de Consecomercio, calificó de terrible el impacto que han tenido los apagones sobre la actividad comercial. “Si a las fallas eléctricas se le suma la escasez de dinero en efectivo, entonces cómo va a operar un comercio. Además de que no hay efectivo para hacer las compras, los puntos de venta no funcionan cuando no hay electricidad. Es el caos total”, dijo.
Afirmó que el gobierno ha sido ineficiente en el manejo de la crisis eléctrica. “Comerciantes y empresarios tienen que comprar plantas eléctricas, montar tanques y bombas de agua y seguridad porque ninguno de esos servicios que deberían ser provistos por el Estado, en retribución a los impuestos que se pagan, son cumplidos”, señaló.
A media máquina
En Táchira los apagones y la inestabilidad del voltaje han afectado la producción en las áreas lechera e industrial, así como las operaciones comerciales. Las plantas eléctricas de emergencia tampoco funcionan de manera óptima o no cuentan con el combustible necesario para operar.
“Se paraliza la producción. Hay muchos procesos que se hacen con equipos térmicos que no pueden suspenderse, entonces hay que recurrir a las plantas eléctricas pero tenemos problemas con el suministro de combustible”, dijo Isidoro Térez, presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Ureña.
Comentó que solo está operativo 25% de las 3.800 empresas registradas en la Oficina de Actividades Económicas de la alcaldía de Pedro María Ureña. Las industrias que siguen operando lo hacen a 50% de su capacidad instalada. “La producción y el cumplimiento de entrega de productos está afectado y no le vemos pronta solución”, agregó.
William Roa, presidente de la Cámara de Comercio de La Fría, contó que en los últimos 3 días se registraron 14 protestas a causa de las interrupciones del flujo eléctrico y que la actividad comercial se visto 100% afectada al no poder facturar.
“Los comerciantes prefieren cerrar los negocios. No hay movimiento económico”, señaló Roa, quien agregó que son pocos los establecimientos que cuentan con planta eléctrica de emergencia.
Ordeño en riesgo. “Si no hay electricidad y tampoco tenemos combustible para nuestras plantas eléctricas para poner a operar los ordeños mecánicos y los enfriadores del producto, la leche se nos descompone”, dijo Marcos García, productor tachirense que tiene su unidad de producción en Barinas.
Explicó que la inestabilidad del flujo eléctrico provoca la quema de impulsadores y de la unidad de enfriamiento. “Hace dos meses, cuando aún no eran tan frecuentes los apagones, se me dañó un enfriador. No hubo manera de reponerlo nuevo”.
Una planta eléctrica básica para la operación del ordeño mecánico puede costar mínimo 300 millones de bolívares. Armando Briceño, quien tiene su unidad de producción en la recta de Ayarí al sur del Táchira, expresó: “Al fallar la luz entra en funcionamiento la planta que está limitada a 5 horas de funcionamiento continuo. Después de ese tiempo, si no llega la electricidad, comienza uno a contar los minutos para que la leche no se dañe. Dependiendo del tiempo del apagón puede dañarse la leche. Se han dado casos en que se ha perdido leche”.
Recordó que por el apagón de hace 2 semanas, que se extendió por 12 horas, perdió el producto ordeñado. En otras ocasiones, cuando ha habido interrupción del servicio eléctrico, ha optado por cuajar la leche para hacer queso.
Los productores requieren de un permiso especial para conseguir el combustible con que operarán las plantas eléctricas de emergencia. García contó que su cupo de 2.000 litros mensuales en 2017 le fue reducido a 400 litros a partir de octubre del año pasado: “La explicación fue que tenía que producir con eso y que no había más”.