América Latina y el Caribe está ganando la guerra a la inflación pero el crecimiento de su economía este año es de 1,9%, un poco más de lo previsto pero menos que las demás regiones del mundo, informó este miércoles el Banco Mundial.
La organización financiera pronosticó en abril que la economía regional se expandiría 1,6% en 2024.
Este año Brasil crecerá 2,8%, Bolivia 1,4%, Chile 2,5%, Colombia 1,5%, Costa Rica 4%, República Dominicana 5,1%, Ecuador 0,3%, El Salvador 2,9%, Guatemala 3,7%, Honduras 3,5%, México 1,7%, Nicaragua 3,6%, Panamá 2,4%, Paraguay 3,9%, Perú 3,1% y Uruguay 3,2%.
La economía de Argentina se contraerá 3,5% pero repuntará el año que viene hasta 5%, estima el Banco Mundial (BM) sobre el país suramericano, inmerso en una profunda recesión, con una de las inflaciones más altas del mundo (236,7% interanual en agosto) y con la mitad de la población en la pobreza.
El país más pobre de la región, Haití, sumido en una guerra entre pandillas, sufrirá una contracción económica de 4,2% este año pero empezará a levantar cabeza en 2025 con crecimiento esperado de 0,5%.
El Banco Mundial no proporciona datos sobre Venezuela.
Según sus pronósticos, a nivel regional el crecimiento será flojo en 2024 (1,9%) y 2025 (2,6%).
Son básicamente los niveles de la década de 2010 y «no es suficiente para reducir la pobreza o facilitar la movilidad social», declaró William Maloney, economista jefe del BM para América Latina y el Caribe, en rueda de prensa.
La bajada de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos es un bálsamo para la economía regional.
Inflación estanca el crecimiento
Para dejar atrás el ciclo de bajo crecimiento, la región debe aprovechar este «momento clave» y «atraer las inversiones necesarias para el desarrollo sostenible, fomentar la innovación, construir capital humano, crear más y mejores empleos», afirma Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del BM para la región, citado en un comunicado.
América Latina y el Caribe «está cerca de ganar la batalla contra la inflación y dar vuelta a la página de los problemas macroeconómicos causados por la pandemia», se lee en el informe publicado este miércoles.
Brasil y Perú están bien encaminados para cumplir sus objetivos de inflación en 2024, y se espera que otras economías importantes sigan sus pasos.
«En agosto, América Latina se situó en 4,2% anualizado (de inflación), por debajo de la previsión del 4,4 de julio y (…) ha superado a la OCDE, y eso se debe a las rápidas medidas adoptadas tempranamente por Brasil, Chile, México, que reflejan lo que yo consideraría una mayor profesionalización de los bancos centrales», explicó Maloney.
Pero «los costos de la energía y los alimentos siguen siendo altos», puntualizó.
Inseguridad alimentaria y obesidad
La pobreza está por debajo de los niveles de 2019 y la desigualdad se ha reducido ligeramente, «no de forma considerable, pero sí en la dirección correcta», apunta Maloney.
Para el BM la pobreza tiene «una nueva dimensión» que hay que vigilar: la inseguridad alimentaria y la obesidad.
Los niveles de obesidad son «bastante altos en la región» y el costo a largo plazo «es de alrededor de 5% del PIB», señala Maloney, en alusión a un problema que se explica por la mala alimentación.
El informe subraya asimismo desafíos persistentes como corregir los desequilibrios fiscales y reducir la deuda.
La relación deuda-PIB subió a 62,8% en 2024 en la región, en comparación con 59,1% en 2019, y el elevado endeudamiento y los servicios de deuda siguen impidiendo crear el espacio fiscal necesario para el gasto público.
La inversión extranjera directa (IED) está en niveles inferiores a los de hace 13 años.
Pese a tener salarios competitivos en comparación con países como China, «los altos costos del capital, los débiles sistemas educativos, la energía e infraestructura deficientes y la inestabilidad social reducen el atractivo de la región», afirma la organización.
De modo que América Latina podría estar perdiendo el tren del nearshoring (deslocalización de servicios a una zona cercana a los mercados de consumo) y el friendshoring (abastecerse en países ideológicamente afines).
En 2022 hubo un gran salto en este apartado debido sobre todo a la inversión en Brasil, pero después se ha estabilizado y no se ha visto un aumento importante de nearshoring en 2023, afirmó Maloney.
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