En los últimos diez años, Almer Ortiz, de 37 años de edad, dice ha sido de todo: obrero, albañil, electricista y hasta mecánico. Cada trabajo le suponía una mejora a su situación económica personal que rápidamente se esfumaba.
Esposo y padre de dos hijos (3 y 6 años de edad), Ortiz debía salir a diario de su casa, ubicada en Cuara, una de las parroquias del municipio Jiménez del estado Lara, para procurar del sustento familiar.
Cuando evalúa esta década no duda en asegurar que “el primer gran cambio de su vida” fue cuando formó una familia: “Comprendí lo importante que es formar a los jóvenes en valores que se están olvidando, como la cultura del trabajo y la solidaridad”.
Así que comenzó por sumarse a organizaciones comunitarias con la idea fija en enseñar lo que sabía sobre trabajar honradamente. Eso le ocupaba su tiempo luego de salir de su empleo en una empresa de producción de aves. Sin embargo, asegura Ortiz, “desde que llego FAO a Cuara, los cambios han sido bastantes, jamás me había involucrado de lleno en la agricultura y gracias a ello, he tenido la oportunidad de desarrollar una nueva actividad para mejorar las condiciones de vida de mi familia”.
Adicionalmente y junto a otros pequeños productores, tomaron el impulso que les ofreció el proyecto y conformaron la asociación civil La Matraca, de la que Ortiz es presidente. Esta asociación, se ha propuesto como objetivo “ayudar a los pequeños productores de Cuara para mejorar sus condiciones económicas”.
El proyecto
Ortiz es uno de los 720 beneficiarios del proyecto Promoción de la Seguridad Alimentaria y Nutricional, en los niños en edad escolar y sus familias, mediante la asistencia nutricional con apoyo de la producción proveniente de la Agricultura Familiar a pequeña escala, que FAO Venezuela ejecuta en varios estados del país con recursos financieros de la Unión Europea.
El proyecto que se ejecuta en Cuara, hace acento en la Escuela Técnica Agrícola José Ramón Rodríguez, alcanza a otras siete escuelas de inicial y primaria del municipio Jiménez, y cuenta con la asesoría técnica de la FAO. Busca fortalecer el Programa de Alimentación Escolar (PAE), por medio del consumo de alimentos autóctonos, cosechados en las tierras cercanas a la escuela por productores locales. Por otra parte, ofrece asistencia a los agricultores para la producción y el almacenamiento de semillas y alimentos.
De esta forma se pretende la complementariedad de los menús que suministra el PAE a través de la compra directa de alimentos frescos provenientes de la Agricultura Familiar local y la producción propia de alimentos en terrenos de las Escuelas Técnicas.
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Saldo organizativo
La organización de los pequeños productores, dice Almer Ortiz, ha impulsado a la Comunidad de Cuara a para organizarse para compartir conocimientos y apoyarse con el trabajo en el campo.
“El apoyo que nos dio la FAO, en semillas, herramientas y capacitaciones, ha sido vital para que pudiésemos despagar de nuestra anterior situación de dificultades para sembrar. También, hay que reconocer a los líderes de los distintos sectores de Cuara, porque se han puesto a la orden para el trabajo en beneficio de la alimentación de nuestras niñas y niños”.
El también presidente de la asociación de pequeños agricultores de Cuara asegura que la situación de la comunidad ha mejorado significativamente. “Recuerdo que en 2016”, precisa Ortiz, “todos la vimos difícil. Mi trabajo no me ha ayudaba mucho. Pero con este proyecto, recibimos gallinas criollas, aprendimos con los expertos de la ONG CIDIV (Centro de Investigación y Desarrollo Integral Veterinario, aliado de FAO) a preparar los alimentos de las gallinas. Eso logró que mejorara, no solo la situación de mi familia, sino que ahora puedo ayudar a otros vecinos”.
Ortiz ve ahora el futuro con optimismo. “Me imagino que las cosas van a mejorar, ya tenemos experiencia, la formación que nos facilitó la FAO. Eso ayuda mucho. Vemos la agricultura con otros ojos, si la cosa pinta bien, muy probablemente me dedique de lleno a la siembra sin tener que trabajar para otros”.