La pérdida y el desperdicio de alimentos (PDA) representan un problema mayúsculo para la seguridad alimentaria mundial y los sistemas alimentarios sostenibles. Es una situación que ocupa tanto a los países industrializados, como a los países en vías de desarrollo.
La FAO elabora anualmente un informe sobre la PDA. En él se ha calculado que, cada año, un tercio de los alimentos producidos en el mundo para el consumo humano no llega a la mesa del consumidor. Esto evidencia el despilfarro de los recursos naturales, humanos e industriales utilizados para producir, procesar, empaquetar, transportar y comercializar los alimentos, con el consiguiente efecto negativo en relación con el cambio climático.
En números concretos, cada año se pierden o desperdician 1.300 millones de toneladas de alimentos en todo el planeta. Esta cifra que equivale a cerca de un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano y podría ayudar a solucionar el flagelo del hambre mundial.
En opinión del Banco Mundial, las calorías desaprovechadas alcanzan 15% de los alimentos disponibles para el consumo humano. Estimaciones realizadas por la FAO indican que los alimentos desaprovechados sólo en América Latina, serían suficientes para satisfacer las necesidades alimentarias de 300 millones de personas.
Vivimos en una región en la que se pierden o desperdician hasta 127 millones de toneladas de alimentos al año. Algo que supone el desaprovechamiento diario de 348.000 toneladas de productos comestibles para los seres humanos. Una cifra que no es poca cosa. Para ejemplificarlo, estamos hablando de cerca de 10 veces la capacidad de la Central de Abasto de la Ciudad de México, considerada la más grande del mundo.
Acciones globales
En los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), las Naciones Unidas reconocen la importancia de reducir la PDA para el logro de las metas, en particular en el ODS 12.3, cuyo propósito es que, en 2030, se haya reducido a la mitad el desperdicio de alimentos, y se haya limitado la pérdida de alimentos a nivel mundial.
Para este objetivo, la FAO firmó a inicios del año 2016, un acuerdo de asociación con la Coalición Internacional contra el Desperdicio de Alimentos, a fin de reducir y evitar la PDA en los planos local, nacional y mundial, así como en toda la cadena de suministro de alimentos.
América Latina y el Caribe fue pionera en proponer la erradicación del hambre para el año 2025. Un objetivo que fue adoptado en 2005 por la Iniciativa América Latina y el Caribe sin Hambre, y asumido plenamente por la CELAC en 2015.
Lograr que ningún hombre, mujer, niña o niño esté afectado por el hambre requiere redoblar los esfuerzos y mantener el compromiso con la Seguridad Alimentaria y Nutricional en la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, donde se ha definido la meta de reducir a la mitad las Pérdidas y Desperdicios de Alimentos per cápita para 2030.