Zinedine Zidane ya resucitó en más de una ocasión al Real Madrid pero alejado del desgaste que sufre en el presente su figura. Inmerso en su peor racha de las dos etapas en el banquillo, el segundo técnico más laureado de la historia del club blanco no encuentra soluciones futbolísticas, perdió la sonrisa que le caracterizaba en sala de prensa hastiado de crítica y dejó de ser intocable en las altas esferas.
El eterno agradecimiento a la figura de Zidane es inalterable. Para la historia el técnico de las tres Champions consecutivas. Un hito complicado de igualar. Desde el club aseguran a Efe que la confianza se mantiene aunque no se compartan algunas de sus decisiones. Como la suplencia del brasileño Casemiro en Kiev, en un partido que debía dar el pase a octavos de final y evitar otro capítulo de sufrimiento.
Las bajas por lesión de titulares del peso de Sergio Ramos, Dani Carvajal, el uruguayo Fede Valverde o el belga Eden Hazard ya eran suficiente condicionante como para prescindir del equilibrio que aporta Casemiro ante un Shakhtar que apuesta por el contragolpe. Por el momento, dentro del club se debate de asuntos futbolísticos en plena crisis de resultados y no se han planteado el nombre de ningún sustituto.
Zidane, por su parte, no tiene en mente dimitir. Se marchó cuando vio que su discurso ya no calaba en un grupo de jugadores que habían tocado techo a base de éxitos, con cuatro Ligas de Campeones ganadas en cinco ediciones. Su forma de ser le impide abandonar el barco en este momento y se ve capacitado para dar la vuelta a la situación.
«No voy a dimitir; estoy con fuerzas y lo voy a dar todo. Creo en mis jugadores», aseguró tras encajar la segunda derrota consecutiva de una semana negra tras caer con el Alavés en Liga y no encontrar explicaciones a lo ocurrido.
De esta manera se presenta una semana decisiva para el futuro de Zidane y del Real Madrid. Tres duelos de altos vuelos que pueden provocar un giro en la opinión de los altos cargos del club si se ven alejados de la pelea por el título liguero y fuera de competición europea.
Obligado a reaccionar en un estadio históricamente complejo para el equipo madridista como el Sánchez Pizjuán ante el Sevilla, antes de jugarse todo a una carta frente al Borussia Mönchengladbach en el estadio Alfredo Di Stéfano y, sin tiempo para asumir el éxito o el fracaso, el derbi madrileño frente al Atlético de Madrid.
Es el momento más bajo de Zidane como entrenador del Real Madrid con 5 derrotas y 3 empates en 15 partidos de la temporada. El técnico revisa partidos, busca soluciones que no se trasladan al terreno de juego y no da con la tecla para cubrir la ausencia de jugadores importantes. Su equipo se le ha caído sin el liderazgo de Sergio Ramos, el despliegue físico de Fede Valverde y por la falta de un referente goleador.
El jueves volverá a dirigir un entrenamiento pendiente del estado de Sergio Ramos, que debe regresar para la final frente al Gladbach. Sin él se han perdido 8 de los 10 últimos partidos de la Liga de Campeones. Tendrá dos días para decidir si puede reaparecer contra el Sevilla o, técnico y capitán, consensúan su regreso en el último partido de la fase de grupos de competencia europea, que puede dar el primer puesto de grupo al Real Madrid pero también dejarlo eliminado en caso de una nueva derrota, en una situación que jamás vivió y que provocaría un giro a la situación de un Zidane que ha dejado de ser intocable.