Willians Astudillo, sinónimo de paciencia y constancia en el béisbol, esperó durante 10 años la llamada que le comunicaría su inclusión en el equipo de los Twins de Minnesota. Su corazón dejó de latir por unos instantes, aseguró, como si la vida se hubiera detenido.
Luego vino el momento de satisfacción, cuando la adrenalina corre desenfrenada por la alegría de saber que se estarían enterando en Barcelona, estado Anzoátegui, que Astudillo estamparía su nombre en la Gran Carpa.
“Es una meta que todo pelotero tiene, una alegría muy agradable que te llamen a las Grandes Ligas, ahí se ve todo el esfuerzo que has puesto, todas las cosas por las que has pasado, dices ‘wow, llegó mi momento”, dijo Astudillo en una entrevista para El Nacional Web.
Procedente de una familia de peloteros, Astudillo agradece a su abuelo y su padre por inculcarle la pasión por el bate y la pelota, además por darle el mejor consejo que ha recibido hasta ahora: “Nunca decaigas, siempre adelante”.
El barrio donde se crió también fue parte de su evolución como pelotero; las tardes eran dedicadas a caminar hacia el estadio. Relata que en casa compartía el mismo pasatiempo con su hermano Wilfred, que también es apasionado por el beisbol y militante de las ligas menores.
“Las Casitas, 29 de Marzo, Barrio Sucre, son parte de mi vida, siempre vengo con ello”, comentó.
Su camino no fue fácil, pero ahora agradece cada tropiezo que lo hizo ser el pelotero que es. En los 10 años que esperó para estar en las Ligas Mayores, probó suerte con al menos cuatro uniformes de las Ligas Menores para finalmente lograr su objetivo.
“La disciplina es esencial en todo momento, siempre tienes que trabajar fuerte, nunca decaer, porque habrán muchos tropiezos en el camino. Tienes que demostrar lo que vales, ganarte tu puesto en el béisbol y gracias a Dios tuve la oportunidad de enseñar lo que puedo hacer”, indicó Astudillo.
En 2014, durante su primera temporada en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP), solo pudo ver acción en 11 encuentros con 14 imparables; tras aquella actuación volvió a los Phillies de Filadelfia, en Estados Unidos, organización en la que jugó durante seis temporadas.
Desde que comenzó a jugar pelota, su posición inicial fue la de infield; sin embargo, tuvo que aprender a tomar el guante para subir al primer equipo. Eso no fue un problema para el cuarto bate de Caribes de Anzoátegui, quien ha tenido que adaptarse a cualquier posición de juego; las estadísticas defensivas lo colocan como un receptor competente.
Su experiencia no solo remonta con el mascotin, también realizó una aparición como lanzador en la Liga de la Costa del Pacífico el año pasado, lanzando dos entradas sin anotaciones. Un dejada en el terreno, atrapadas de buceo, el mascoteo, jonrones a cualquier dirección son solo una pequeña parte del repertorio del pelotero.
Efectivo en el plato, sin temor a poncharse
Astudillo es de aquellos que no espera mucho: en su primer lanzamiento dejó que Javier Báez, segunda base de los Cachorros de Chicago, viera más allá de los jardines, en su primer encuentro en las Grandes Ligas.
Un lanzamiento y la bola estaba puesta en juego para el pelotero, que no pudo haber tenido una mejor introducción a su experiencia en Las Mayores.
Algunos analistas lo definen como un verdadero rompe resultados, que viene probando su valía ante cualquier lanzador que disponga de una reputación en la lomita. Esto hace pensar a Astudillo que se nace para ser grandeliga.
“Viene de nacimiento, hay peloteros que no quieren ser profesionales pero cuando vienen a ver, ya están en las Grandes Ligas; incluso algunos, que no han comenzado con el beisbol desde pequeños, firman y llegan a Las Mayores”, afirmó.
Astudillo se convirtió en un mejor jugador este año, con un enfoque más orientado hacia el poder con el bate y estableciendo un máximo de siete jonrones en una temporada, sin comprometer sus habilidades de contacto.
Sin importar los éxitos conseguidos, el referente de Caribes nunca dejará atrás sus raíces, ni a su tierra Venezuela, mucho menos su característica personalidad dentro del terreno, que lo hace ser una potencial figura histórica del beisbol nacional en los próximos años. Aunque su estilo es animado y siempre con soltura, es un fiel creyente de Dios, de esos que considera que hay un destino escrito para cada persona. Sin embargo, siempre esperó que su destino estuviera arraigado con un bate y un guante.