El Uruguay de Marcelo Bielsa comenzó la Copa América-2024 con un 3-1 contra Panamá el domingo. Un triunfo donde, salvo al inicio de la segunda parte, siguió al pie de la letra el libreto de su seleccionador argentino: alta intensidad, presión constante y velocidad en ataque.
La Celeste llegó al torneo continental con las ideas claras tras su buen recorrido en la eliminatoria del Mundial 2026 en la que sumó 13 puntos en seis encuentros, con dos victorias de prestigio ante Brasil y Argentina.
Bielsa encontró en el país sudamericano unos jugadores que se adaptan a su estilo, naturalmente agresivos, trabajadores y con una muy buena condición física. Una generación con figuras acostumbradas a la exigencia de las grandes ligas europeas como Federico Valverde (Real Madrid), Manuel Ugarte (PSG), Ronald Araújo (FC Barcelona) y Darwin Núñez (Liverpool).
En el Hard Rock Stadium de Miami (Florida), Uruguay impuso a Panamá un ritmo agobiante desde el inicio, con una presión muy alta que provocó numerosas pérdidas de la selección centroamericana en campo propio.
Cada vez que un panameño recibía el balón, se veía rodeado enseguida de rivales que cerraban las líneas de pase. Desde fuera parecía por momentos que Uruguay tenía algún jugador más en la cancha.
Uruguay se movió con velocidad
Uruguay «es un equipo que presiona en campo rival y que dinamiza el juego y que necesita correr mucho para plasmar su idea de juego», resumió Bielsa en la rueda de prensa posterior al encuentro.
Con la pelota, la Celeste también se movió con mucha velocidad y encontró en las bandas su vía preferente para crear peligro. Ahí los laterales Nahitan Nández y Matías Viña fueron dos puñales y surtieron de balones a Darwin Núñez en punta.
En una de esas internadas llegó el gol de Maximiliano Araújo, con un potente disparo desde el borde del área.
Y si su equipo sólo llegó 1-0 al descanso fue por la poca puntería de Núñez, que falló varias ocasiones claras.
«En el primer tiempo, Uruguay evidenció superioridad respecto del rival, pero debería haber obtenido más goles de los que consiguió», lamentó Bielsa después del partido.
«Quince minutos» de descontrol
Esos fallos ante la portería canalera le dieron vida a Panamá, que regresó al campo con otra intención tras el descanso.
«Tuvimos demasiado respeto a Uruguay en el primer tiempo, muchos errores, muchos pases fallados», reconoció el seleccionador panameño, Thomas Christiansen, en la rueda de prensa postpartido. «Creo que el equipo estuvo muy bien en el segundo tiempo, planteamos estar más arriba, más alto».
Ese renacer panameño coincidió con una presión menos eficaz de los uruguayos, que le dejaron mucho más tiempo para pensar a sus rivales. Los canaleros tuvieron de hecho un par de ocasiones claras para empatar el encuentro en ese tramo, para descontento de Bielsa.
«Para mí es un factor que no debería haber sucedido», dijo el seleccionador argentino. «Tengo la expectativa de que la suma de partidos vaya puliendo algunos aspectos que, por ejemplo, hoy permitieron que un rival -lo digo respetuosamente- claramente inferior a Uruguay dominara 15 minutos».
Bajón físico
Sobre los motivos de esa desconexión, Bielsa no descartó un leve bajón físico en una ciudad con una humedad muy alta, donde se hizo «difícil administrar la energía» para un equipo que «depende mucho de su dinámica».
Aunque achacó ese descontrol sobre todo a un ajuste táctico de los panameños, que hicieron jugaron a sus extremos por dentro y crearon una superioridad numérica contra Valverde y Ugarte.
Pasado el susto, Uruguay supo volver a dominar en el tramo final, con cambios positivos como el de Nicolás de la Cruz por Giorgian De Arrascaeta. Y los dos goles, de Núñez y Viña, dejaron un resultado más ajustado al transcurso del partido.
La Celeste confirmó así su candidatura al título, y sus futuros rivales, como Bolivia el jueves en Nueva Jersey, saben que les tocará correr y sufrir.
«Si de 90 minutos, logramos imponer que el partido se jugara de acuerdo con nuestras pretensiones durante 70 o 75 minutos la proporción es buena», dijo finalmente Bielsa, satisfecho.