Sin miedo y sin com-plejos. Así se presenta Robeilys Peinado, la medallista de bronce del Mundial de Atletismo de Londres. Hace poco mas de un año, la garrochista temió por su futuro tras un accidente en Río de Janeiro, donde debía disputar sus primeros Juegos Olímpicos adultos. La lesión no la detuvo y firmó en 2017 una temporada de ensueño que piensa prolongar.
Este año subió al podio en su primera experiencia en la Liga de Diamante y regresó a los titulares con su medalla en el Mundial, la primera para un atleta venezolano.
«Antes todos veían a una niña de 19 años que iba a competir», reflexionó sobre el cambio que supuso para sus rivales su paso por Londres. «Nunca pensaron que me montaría en el podio. Ahora todos estarán pendientes de lo que hago. Eso me preocupa un poco, pero ya me ha pasado y en el fondo me gusta».
Esa ansiedad la controla sola. No necesita psicólogos para eso, asegura: «Yo misma lo manejo. Salgo y hago lo que sé hacer». Para lo que si consultó a un profesional fue para superar un bloqueo mental durante su recuperación.
«Cuando iba a entrenar pasaba por mi mente el accidente y la garrocha rota. La psicólogo me dijo que era porque ese día no había llorado y es verdad, no quise hacerlo para no angustiar a mis compañeros que iban a competir», recordó.
«Pero un día me paré y lo intenté y al pasar cerca del listón me convencí de que podía hacerlo. Siempre he sido muy competitiva, sobre todo conmigo misma», agregó. «Y cuando vi que podía conseguir la marca para el Mundial dejé de pensar en el accidente».
Después de un año lleno de satisfacciones en su carrera, la caraqueña aspira a cerrar en grande en los Juegos Bolivarianos de Santa Marta.
«Este año lo comencé pensando en los Bolivarianos y salieron otras cosas. En Santa Marta cierro el calendario de 2017 y empiezo mi segundo ciclo olímpico. Lo que quiero lograr allá es que este ciclo comience bien y que sea diferente y también termine bien. Voy a buscar el récord bolivariano».
Para ello tendrá que hacer algunos sacrificios. Su descanso en Venezuela terminará pronto y el 23 de este mes viajará de nuevo a Polonia, donde tiene más de un año entrenándose y luchando para adaptarse a otra cultura.
«Ha sido difícil, sobre todo por el idioma», reconoce. «Pero me fui con una misión y así es mas fácil olvidarse de todo lo demás».
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