El regreso de Eden Hazard cambió la cara ofensiva de un Real Madrid que desató la pegada que le faltó en buena parte de la Liga, para sentenciar en la primera parte con tres tantos de Kroos, Sergio Ramos y Marcelo a un Eibar que nunca dejó de luchar en la deseada vuelta a la competición en un duelo con ritmo de pretemporada.
Del imponente Santiago Bernabéu al sonido de pájaros entre las voces de los futbolistas en el Alfredo Di Stéfano. La nueva vida del Real Madrid caminó entre la extrañeza de un nuevo escenario, la falta de ritmo que por momentos daba tintes de amistoso al partido y la pegada demoledora inexistente antes del parón. La reaparición de Eden Hazard es un factor clave. Aún alejado de su verdadera dimensión pero con lecturas ofensivas decisivas.
Demostró Zidane que nadie adivinará uno de sus equipos titulares en las once finales ligueras que encara. Tirará de su fondo de armario para buscar el pleno de triunfos y optar a bajar al Barcelona del liderato. Sorprendió con Rodrygo de inicio, que no contaba antes del parón. Con más cuerpo y fuerza para el uno contra uno. Siempre cerca del gol. Por delante de Bale que nuevamente debe ganarse los minutos sin sentirse nunca primera opción.
Todo se le ponía en contra al Eibar nada más arrancar. La primera que encaró Hazard, el balón llegó a Benzema en posición dudosa. Blanda la defensa de Mendilibar para dejar un rechace a un francotirador. Kroos colocó en la escuadra el balón para dar tranquilidad a la nueva normalidad a los cuatro minutos.
La efectividad poco tenía que ver con la brillantez de un juego sin ritmo y repleto de imprecisiones. El Eibar nunca se arruga, se llame como se llame su rival, presiona alto y corre riesgos que le costaron caros. Sus intentos nunca inquietaron a Courtois, firme ante los disparos de De Blasis y Expósito. Kike García remataba arriba, por la oposición de Carvajal, la más clara.
El partido estaba abierto hasta que el Real Madrid vio la posibilidad de correr y hacer pagar al Eibar su filosofía. En medio hora solo había pisado área rival en una ocasión y la segunda fue gracias a un robo de Sergio Ramos que se lanzó con velocidad al ataque para calmar su ansia de gol. De golpe enterró la falta de movilidad, encontró a Benzema caído al costado izquierdo para dejar espacios a Hazard que entró en escena para regalar el gol al camero.
Ahí nacía una asociación en el partido que debe ser clave en la recta final de la temporada blanca, Benzema-Hazard, altas dosis de calidad técnica que se volvían a encontrar en el tercero. Dmitrovic salvaba el tanto de Eden pero nada podía hacer ante el zurdazo de empeine de Marcelo ajustado al poste.
El resultado, la falta de ritmo de competición y la vista en el calendario provocó que el Real Madrid regulase en el segundo acto. Rebajó su intensidad defensiva, con Carvajal en el vestuario por un golpe y la poca necesidad de arriesgar de Zidane que no dispone de más laterales derechos en su plantilla. Sin Nacho, lesionado, tiró de Mendy como primer parche.
El Eibar nunca dejó de intentarlo, con nobleza y reduciendo la posesión madridista para comenzar a acercarse a su área. Courtois fue el que más pagó el bajón de intensidad de sus compañeros. Sacó una buena mano para corregir un error con los pies, voló para lucirse al disparo de Expósito rumbo a la escuadra y se salvó por el travesaño en el primer balón que tocó Enrich al entrar al partido.
Hasta los tres cambios de golpe de cada equipo hicieron sentir el duelo como amistoso. Los del Eibar le impulsaron al premio tan buscado. De rebote, con un disparo de De Blasis tras mal despeje de Benzema, que golpeó en la espalda de Pedro Bigas para cambiar la trayectoria y colarse por debajo de las piernas del portero madridista.
El cambio de cara que metió Zidane a su equipo con la entrada de Bale y Vinicius no surgió efecto. La vista ya estaba en los compromisos inmediatos tras un regreso a la competición con mejor resultado que sensaciones ante un Eibar que ve acercarse a dos puntos el abismo.
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