Un puño en alto como celebración al gol que dio alas y vida al Real Madrid fue la primera celebración de un comedido Vinícius Junior, pitado por Mestalla como crítica a sus acusaciones de racismo hacia todo el estadio, del que se tomó la revancha en el segundo gol con un gesto llevándose las manos a las orejas, señalando su camiseta y ‘desafiando’ a Mestalla.
Nadie sabía que ocurriría este sábado en el estadio del Valencia, salvo que Vinícius recibiría una hostil acogida como respuesta a su denuncia hace ahora nueve meses por asegurar que todo Mestalla era racista después de que al menos tres personas, identificadas y detenidas por la Policía Nacional, le profirieran insultos racistas.
A sabiendas de todo ello, el Real Madrid entró al estadio por una puerta lateral, en vez de por la avenida de Suecia, donde el año pasado algunos ultras le cantaron “Eres un mono», «negro de mierda» o «Vete al Bioparc” al brasileño.
Los propios aficionados valencianistas aseguraron que su ‘guerra’ no era la de ir contra Vinícius, aunque en las más de 20.000 cartulinas entregadas a los asistentes para protestar contra Lim aparecía la imagen del brasileño con una nariz enorme e impostada para asemejarlo a Pinocho.
“Pinochius, I don’t care” (Pinochius -Vinicius-, no me importas), rezaban estas cartulinas que la propia seguridad del club no dejó entrar, aunque, según Libertad VCF, lo que pretendían era mostrar la desaprobación de la afición del Valencia con su máximo accionista, el singapurense Peter Lim, lo que hizo que la asociación opositora a Meriton tildara de censura este hecho.
Por si eso fuera poco, la salida al césped en el calentamiento ya mostró que este no iba a ser un partido plácido para el brasileño. Pitado desde el primer momento, también fue abucheado en el momento en el que sonó su nombre -también el de Carlo Ancelotti- por megafonía, aunque no fue nada comparado a sus primeros toques al balón en el partido.
Esos abucheos inquietaron al brasileño, que pasó más desapercibido de lo normal durante la primera mitad y que intentó forzar un penalti en una carrera con Dimitri Foulquier, lo que encendió, más si cabe, a la afición valencianista.
“Qué tonto eres” o “tonto, tonto” fueron los cánticos que usó Mestalla para referirse al astro brasileño del que tanto se había hablado esta semana, en parte después de que el Valencia decidiera negar la entrada a una productora brasileña que está realizando un documental sobre Vinícius y todo lo que ocurrió el pasado 2023 en Mestalla.
Todas las cámaras miraban a él, pero Vinícius había llegado a Mestalla a jugar. Pese a los pitos cada vez que tocaba el balón o sonaba su nombre por megafonía, lo seguía intentando, como en el minuto 17 cuando filtró a Bellingham un balón con el exterior que dejó solo al británico, que no pudo rematar a puerta.
Lo volvió a intentar minutos más tarde, pero el brasileño no estaba fino. De hecho, una pérdida suya provocó el primer tanto del Valencia después de que Foulquier le robara el esférico y aprovechara el balón para mandar un centro que primero chutó Fran Pérez e instantes después remató Hugo Duro.
Sin embargo, un balón colgado desde la banda a apenas un minuto del descanso y en el que sólo tuvo que ‘empujar’ hacia la portería cambió radicalmente a Vinícius Junior, que celebró el tanto llevando un puño a lo alto y mirando hacia la grada.
Desde ese momento, el brasileño cambió por completo su mentalidad. Ya al inicio de la segunda mitad, empezó a tirar diagonales y comenzó a jugar a su fútbol, mucho más fresco, utilizando el exterior de su bota e intentando cabalgar y regatear a Foulquier, que no obstante le impidió el paso durante muchos momentos del encuentro.
Una entrada sobre Hugo Guillamón en el minuto 72 le costó la amarilla, pero él había hecho ‘clic’ y su fútbol de ‘samba’ había vuelto.
Apenas tres minutos después, el futbolista aprovechó un centro lateral para, en el segundo palo, cabecear y anotar el segundo del Madrid, que celebró enseñando su camiseta y llevándose las manos a las orejas para “escuchar” a Mestalla.
Aún cabía tiempo para la victoria y Vinícius era el artífice de la reacción y de la remontada. Con el bajón físico de los valencianos, las galopadas del sudamericano aún hacían más daño sobre la defensa valenciana y su superioridad se notaba más sobre el césped, pero no fue suficiente para llevarse los tres puntos a Madrid.
En parte, porque el árbitro, Jesús Gil Manzano, pitó el final justo antes de un cabezazo de Bellingham que hubiera supuesto un triunfo de prestigio y también acariciar una Liga que, aun así, parece encarrilada.
El enfado de Vinícius hizo que se encarase con Hugo Duro, con el cuerpo arbitral y con varios jugadores del Valencia, lo que provocó que el brasileño tuviera que ser escoltado hasta vestuarios con un cabreo monumental entre medias, aunque afortunadamente ya no es por racismo.