Miles de aficionados húngaros, pero solo 1.500 del Sevilla y del Bayern Múnich, verán hoy en directo la final de la Supercopa en el Puskás Arena de Budapest, desafiando al covid-19 en un partido que la UEFA califica de prueba piloto y que ha sido criticado como experimento humano por permitir espectadores.
Esta final es el primer partido a nivel europeo con espectadores en las gradas desde que estalló la pandemia en marzo.
Los 20.000 espectadores, un tercio del aforo del Puskás Aréna, que ocuparán las gradas tendrán que usar mascarillas todo el tiempo y mantener la distancia de seguridad de un metro y medio.
Tibor Lakatos, uno de los coordinadores de las medidas de prevención, afirmó este jueves que la UEFA mantendrá «bajo una burbuja» a los jugadores y al personal técnico de los clubes mientras estén en Hungría para aislarlos y así evitar contagios.
En los últimos días la organización del evento ha sido criticada por permitir público pese al creciente número de contagios en Europa.
El propio primer ministro de Baviera, Markus Söder, y el entrenador del Bayern, Hans Flick, han mostrado su desacuerdo con la presencia de público en el estadio.
También el alcalde de Budapest, Gergely Karácsony, ha afirmado que, si de él dependiera, el partido se celebraría con las gradas vacías.
Partidos de la oposición húngara han pedido que el encuentro se organice a puerta cerrada, ya que consideran que, de lo contrario, el evento solo puede calificarse de «experimento humano».
Solo 500 sevillistas
Los aficionados de ambos equipos parecen haber escuchado esas críticas y pocos acudirán al partido en Budapest.
El Bayern usará poco más de 1.000 entradas, mientras que el Sevilla menos de 500, pese a que ambos equipos recibieron 3.000 entradas cada uno.
«Había que tener un poco de valor para venir», resumió Juan Luis Santos, uno de los sevillistas que se ha decidido a animar a su equipo en vivo.
Este aficionado lamenta que la pandemia «haya degradado mucho el partido» y que, en vez de un estadio lleno, en las gradas se vayan a contar solo por cientos los seguidores de los dos equipos.
El resto de localidades, hasta las 20.000 permitidas, serán ocupadas por público local.
Los aficionados llegados desde España y Alemania tuvieron que presentar un test negativo de coronavirus, de menos de 72 horas de antigüedad, para poder entrar en Hungría, donde solo podrán permanecer tres días.
Además, la policía vigilará que los aficionados extranjeros se mantengan en grupo.
Celebraciones sin bares
Para entrar al estadio es obligatorio someterse a un control de temperatura y se negará la entrada a quien tenga fiebre.
Pese a las críticas, la UEFA ha adelantado que el partido servirá para estudiar las posibilidades de cómo devolver el público a los estadios en tiempos de la pandemia.
Sea como sea, el partido también es extraordinario porque será difícil para los aficionados celebrar la victoria de su equipo: debido a la pandemia todos los bares y restaurantes de Hungría deben cerrar a las 11:00 pm, justo a la hora que termina el tiempo reglamentario del encuentro.
🏟️ Tan solo quedan 2️⃣ horas para la Final y este será el escenario donde nos jugaremos la #Supercup ante el @FCBayernES.#WeareSevilla #NuncaTeRindas pic.twitter.com/VNKmaYHatW
— Sevilla Fútbol Club (@SevillaFC) September 24, 2020
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