Lionel Messi no le hace daño al Real Madrid desde que en el otro lado no está Cristiano Ronaldo. Ya va para dos años la sequía de goles del rosarino contras sus rivales.
Se repitió muchas veces que la competencia personal los retroalimentaba, que los empujaba a superarse, que el acierto de uno estimulaba al otro para responderle de inmediato.
Fue un duelo entre colosos, entre las dos mejores individualidades del mundo desde hace más de una década.
Messi, el goleador
El goleador histórico del clásico entró en una prolongada sequía. Esto, entendiendo que su carrera establece parámetros que son difíciles de mantener y suelen ser inalcanzables e incomparables con el resto de los futbolistas.
Cristiano le marcó 18 tantos a Barcelona desde que lo enfrentó por primera vez en noviembre de 2005. La noche en que Messi alcanzó el récord para el equipo catalán de clásicos disputados (43, uno más que Xavi) acumuló el quinto encuentro consecutivo sin anotarle a su máximo rival.
Efecto Messi- Barcelona
La ineficacia del capitán pone en contexto la derrota del equipo culé por 2-0, que es doblemente dolorosa: a la decepción propia de la caída debe sumarle que Real Madrid lo desplazó del primer puesto de la Liga de España.
Ahora el conjunto de Zinedine Zidane suma 56 puntos, uno más que el de Quique Setién.
Barcelona es un reflejo directo de Messi, se activa y se desinfla al compás de su N° 10, que en el primer tiempo se hizo eje de varios ataques. Mientras tuvo aire, intentó desempolvar su asociación con Alba y conectar con Griezmann.
Una asistencia de Busquets lo puso cara a cara con Courtois, pero su definición de derecha no pudo con la tapada del arquero belga.
El balance indica que el clásico no pasó por los pies ni por la clarividencia de Messi. Más trascendente fue el formidable duelo que entablaron el lateral Semedo y el extremo Vinicius, que en un principio favoreció al portugués, pero con el brasileño como vencedor final al anotar el primer gol, tras desmarcarse para recibir una asistencia quirúrgica de Toni Kroos.
Vinicius es un agitador ofensivo, desequilibrante en el uno contra uno, pero no suele terminar bien las jugadas. Su definición en el gol no parecía la más certera, pero un desvío en el cruce de Piqué dejó desacomodado a Ter Stegen.
Messi sin brillo
Messi ni siquiera fue el mejor de Barcelona, distinción que le correspondió a Piqué, un titán para rechazar los insistentes ataques de Real Madrid en el segundo tiempo.
El rosarino no le hace un gol a Real Madrid desde el 6 de mayo de 2018, en un 2-2 por la Liga, cuando también anotó Cristiano. Desde entonces han pasado cinco cotejos en blanco. No es su peor registro: estuvo seis partidos sin festejos personales entre 2014 y 2016.
La actual estadística está acompañada por una imagen que no lo mostró en su versión más certera e implacable.
A los 29 minutos del segundo tiempo, cuando Real Madrid ya estaba 1-0, tuvo el empate en sus pies, con una entrada libre por el carril central, pero en la corrida fue alcanzado desde atrás por Marcelo, que le tocó la pelota cuando entraba al área, mientras Messi terminaba chocando con Varane.
Marcelo, que lejos está de ser el más firme de los defensores, festejó el quite casi como si se tratara de un gol.
Incidencias
El mejor momento de Barcelona fue en la primera parte, cuando controló más el juego y pudo ponerse en ventaja.
Luego se vio desbordado por un Real Madrid que venía transitando el tramo con más incertidumbres de la temporada, producto de la derrota ante Levante y el empate con Celta por la Liga, más la dura caída del último miércoles en el Santiago Bernabéu frente a Manchester City por la Champions League, cuando no supo conservar una ventaja de 1-0.
Tuvo corazón y juego Real Madrid para encajonar a Barcelona en el segundo tiempo. En desventaja, la impotencia visitante fue evidente con la amonestación de Messi, que le cometió un foul desde atrás a Casemiro.
Consultado por la falta de gol de Messi, Setién respondió: «Leo es importantísimo, pero tampoco tenemos que estar obsesionados con que es el único que va a marcar. Tenemos otros jugadores, como Griezmann, que tuvo ocasiones claras».
Más suerte acompañó a Zidane, que en el descuento mandó al campo a Mariano, un delantero que mayormente está relegado.
Lo que iba a ser una presencia testimonial derivó en el otro impacto del clásico al dejar atrás a Umtiti y conseguir el segundo gol con una definición bastante heterodoxa, de pique al piso, imposible de prever para Ter Stegen.
Suficiente para que el final encontrara a Messi con el gesto adusto. En un palco del Bernabéu sonreía un viejo competidor, Cristiano Ronaldo, ahora un visitante ilustre desde que desde hace más de un año y medio se fue a Juventus.
Parece que no solo se llevó sus goles a la Vecchia Signora, sino también los que Messi le hacía al Real Madrid.