Lloraron cuando clasificaron a cuartos de final. Sortearon críticas y las dificultades de un país en crisis. Ahora Venezuela sirve vinotinto en la Copa América de Estados Unidos 2024, y lo bebe con sus compatriotas migrantes, que les garantizan ser locales.
Cuando los jugadores de la Vinotinto abordan el bus desde el hotel al campo de entrenamiento o al estadio, se vive un ambiente diferente. Su abordaje es pausado, sonriente. Hay alegría.
Saludan con generosidad, tienen contacto visual con sus hinchas, muchos de ellos miembros de la comunidad residente, aquella que dejó un país en crisis económica y política.
Venezuela tiene 7,7 millones de refugiados y migrantes en el mundo, lo cual equivale a una cuarta parte de su población total. Según cifras a 2022, más de medio millón viven en Estados Unidos.
«Queremos que los jugadores tengan esos sentimientos y que vean el cambio. Por eso dejamos que se acerque muchísimo el fanático al jugador, porque estos chicos la pasaron muy mal, fueron muy criticados durante mucho tiempo», ha dicho el asistente técnico Leandro Cufré.
La noche del domingo, los hinchas venezolanos bailaron hasta tarde en las afueras del Q2 Stadium de Austin, Texas, tras el triunfo 3-0 ante Jamaica.
Pasaron líderes del Grupo B a cuartos de final, con sus tres partidos ganados por primera vez en la historia de este torneo de selecciones más antiguo del mundo.
Ahora se verá con Canadá el viernes en Arlington, Texas, por un pase a semifinales.
«La misma química»
«Es justo que tengan su reconocimiento. Valoramos el esfuerzo que hicieron para permanecer en la selección bajo nuestra conducción. ¿Y que larguen el llanto…? vivieron muchas cosas», agregó Cufré.
En esta edición, Perú y Chile, que suelen avanzar en el torneo, se fueron rápido. Y Venezuela pasó como líder de grupo, igual que Argentina.
Aunque la Vinotinto ya estuvo cerca de la gloria en la Copa América de 2011, cuando ocupó el cuarto lugar. De ese equipo sobreviven Salomón Rondón, Tomás Rincón y Alexander González.
El domingo, Rondón empató el récord de goles en Copa América para un jugador venezolano con el histórico José Luis Dolgetta: seis dianas. «Tenemos la misma química que en el 2011», aseguró.
Con calma
Cufré destacó el juego de quienes no alinean desde el arranque. «Demuestran la rebeldía cuando entran. Están a la par, no hay suplentes en la selección», porque todos dan la talla, consideró.
De niño, Kervin Andrade gritaba los goles de Rondón. Hoy, a los 19 años de edad, es su compañero de equipo y asistió a Eric Ramírez para el tercer gol contra Jamaica.
«Este es un sueño hecho realidad», dijo el Tuti, y prometió darle a Venezuela «esa alegría que siempre se ha merecido».
«Estamos contentos, estamos felices, disfrutamos el momento pero no hemos conseguido ningún objetivo, todavía», aclaró Cufré.
Un cambio
Tras brillar en 2011, la Vinotinto sufrió un retroceso y quedó última en las eliminatorias a Rusia-2018 y Qatar-2022.
Pero el trabajo del argentino Fernando Batista, iniciado oficialmente en 2023, rinde. Ratificó a estandartes como Rondón y abrió puertas a figuras emergentes.
«Teníamos primero que creer en nosotros. El gran rival de Venezuela era Venezuela. Si nosotros partíamos de ahí, íbamos a respetar a todo el mundo, pero miedo no le íbamos a tener a nadie», había dicho.
Ahora están en zona de clasificación en lo que va de las eliminatorias sudamericanas para el Mundial de Norteamérica de 2026, en el cuarto lugar con nueve puntos en seis fechas disputadas.
Alejandra Romero, de 32 años de edad, vive hace ocho años en Austin con su familia y fue parte de la marea vinotinto.
El desempeño de la selección «significa muchísimo, y más ahora que el 28 (de julio) tenemos las elecciones. Es una fe incrementada, de que pueda haber un cambio en el país así como está teniendo un cambio la selección. Vamos creciendo y con fe de ir al Mundial», manifestó.
Tengo fe
«Bastante que hemos sufrido, ya llegó el momento de disfrutarlo. Por primera vez en mucho tiempo tenemos un equipo compacto en todas sus líneas. Es el momento y vamos al Mundial también», algo que nunca ha ocurrido, sostiene Leonardo Santana, de 45 años.
En la saga Rápidos y Furiosos, el personaje Dom Toretto salta de un automóvil en movimiento, atrapa en el aire a Letty, y evita que caiga al vacío. Con el impulso, ambos caen sobre el parabrisas de un auto.
Ella le pregunta luego como sabía que el auto los amortiguaría. Él responde que fue un «salto de fe».
La frase se viralizó hasta transformarse en «Mano, tengo fe», que un buen día el mediocampista Luis Mago replicó en sus redes sociales, tras un empate con Ecuador en la Copa América de Brasil en 2021.
No les fue bien aquella vez, pero la fe se mantuvo. «Esto es darnos una alegría, que sí podemos, que sí hay esperanza, que sí podemos cambiar», asegura la hincha venezolana Karina Leonett, quien vive desde hace dos años en Austin.