DEPORTES

Manny Pacquiao, en el nombre del boxeo, de la política y del Espíritu Santo

por Avatar AFP

El boxeo, la política y la fe cristiana: Emmanuel «Manny» Pacquiao, que acaba de anunciar su retirada deportiva a sus 42 años de edad y sueña ahora con ser presidente de Filipinas, ha puesto su destino bajo la protección de esta curiosa trinidad.

En Filipinas es un héroe nacional riquísimo, casi un semidiós, que multiplica sus roles: diputado, predicador cristiano, jugador y entrenador de baloncesto, cantante, promotor de varias marcas.

Sobre el ring, la carrera de 25 años de «Pac Man», es una de las más impresionantes de la historia. Con 72 combates, 62 de ellos victorias, es el único boxeador que ha ganado en las seis categorías de pesos (de mosca a super-welter) en las federaciones más grandes (CMB, AMB, FIB, OMB), ocho incluyendo los títulos menores OIB y Ring Magazine.

Símbolo de una longevidad excepcional, 21 años separan su primer título del último. Logrando el cinturón AMB de los welter contra Keith Thurman, el 20 de julio de 2019, se convirtió a los 40 años y siete meses en el campeón de más edad de la historia en esa categoría.

En agosto, fracasó en su intento de aumentar su leyenda al caer, a sus 42 años, contra el cubano Yordenis Ugas por el mismo cinturón. Su 72º y último combate.

Historia de éxito

Apoyado en su inmensa popularidad, quiere ahora dedicarse exclusivamente al combate político, apuntando a las elecciones presidenciales de 2022.

Tras dos mandatos como diputado y uno como senador, la victoria está lejos de ser segura, pero no imposible en una país donde la clase política está cuajada de celebridades.

Por encima de todo, su recorrido de la pobreza al brillo del mundo del boxeo es una historia de éxito.

Nacido en Bukidnon, Emmanuel Dapidran Pacquiao abandonó el colegio a los 14 años y vendía comida en la carretera para ayudar a su madre y a sus dos hermanos pequeños.

Sobre el ring, gracias a la rapidez de su juego de piernas, asciende rápidamente hasta convertirse en uno de los más grandes boxeadores de todos los tiempos.

Oscar de la Hoya, Ricky Hatton, Miguel Cotto, Erik Morales o Marco Antonio Barrera no pudieron hacer nada contra él.

La fama repentina le hizo caer en excesos de todo tipo: alcohol, juego, combate de gallos, rumores de aventuras extraconyugales con estrellas de cine…

Pero, en 2012, el que fuera criado en el catolicismo como el 90% de los filipinos, abraza la fe evangélica y pone fin a su vida de pecador. Asegura haber sido elegido por el Todopoderoso para difundir el mensaje de Cristo.

En Filipinas, su estatus de héroe nacional le permite hacer varias cosas: promotor de pizzas y de coches, presentador de televisión, actor, baloncestista profesional… y hasta creador de una criptomoneda con su nombre, el «PAC Token».

Conocido por su generosidad, ha donado enormes sumas de dinero a amigos, aficionados y gente necesitada.

Guerra a los carteles y homofobia

Pero las críticas hacia Pacquiao tampoco faltan, especialmente desde que se metió en política y aspira a dirigir un país de 110 millones de habitantes.

En ocasiones, blanco de burlas por su lado algo bruto, también es criticado por su escasa asiduidad al Parlamento, para el que ha sido elegido desde 2010, primero como diputado (2010-2016) y después como senador (desde 2016).

También asume un gran riesgo al competir con el popular presidente saliente, Rodrigo Duterte.

Sobre el fondo, suscitó una polémica al apoyar la sangrienta guerra a los carteles de la droga llevada a cabo por el presidente, que, según las ONG, ha causado a decenas de miles de muertos y son objeto de una investigación en la Corte Penal Internacional.

También ha hecho pública, en nombre de su fe, su firme oposición al divorcio, al aborto y la anticoncepción, y multiplicado sus salidas de tono homófobas, lo que le valió perder su contrato publicitario con Nike.